“Tú y yo, nosotros moriremos juntos”, le escribió el hombre.
Se habían conocido a través de un amigo, pero no se habían visto mucho y raramente habían hablado. Sin embargo, según denuncia la mujer, de repente, en el curso de menos de dos semanas, el hombre comenzó a enviarle mensajes de celular. Muchos mensajes de celular.
Hasta 10.000 mensajes de celular en sólo 12 días. Y cada vez más preocupantes.
“El único hombre con el que volverás a estar soy yo”.
“No soy suicida, ni siquiera un poquito, pero antes moriría que ir a la cárcel”.
“Ella y yo podemos manejar tanques por Estados Unidos y volar iglesias o lo que sea que queramos y tú podrías protegernos”.
Los mensajes comenzaron el 5 de abril, y cada vez fueron a más, por lo que contactó con su amigo con la esperanza de que éste solucionara el problema.
No funcionó: el 13 de abril, el hombre, identificado como Nicholas C. Nelson, de 48 años, le envió una amenaza. Además, dejó algo de ropa en el patio de la casa de familiares de la mujer, según informa el diario South Florida Sun Sentinel.
Cuatro días después, le envió una imagen de lo que parecía ser un recibo de aparcamiento de aeropuerto con un texto: “Voy a empezar a hacer explotar aviones para probar lo que digo”.
Nelson está detenido ahora en el condado de Broward (Florida), acusado de acoso y mensajes amenazadores, bajo fianza de 500.000 dólares.
Hace un año fue arrestada una mujer, Jacqueline Claire Ades, que entonces tenía 31 años, acusada de enviar más de 65.000 mensajes de celular a un hombre que había conocido en una página de Internet en la que “hombres ricos se juntan con chicas guapas”.
“Me sentí como si hubiera conocido al hombre de mi vida”, dijo en una entrevista
Sólo tuvieron una cita, en Phoenix (Arizona), pero ella se obsesionó con él, y empezó a enviarle mensajes a un ritmo de más de 500 al día.
“¿Sólo?”, se preguntó a sí misma en la entrevista, “a mí me parecieron más”. “¿No son excesivos?”, se le preguntó. “El amor es algo excesivo”, replicó.
Estos son algunos de los mensajes que le envió: “No intentes abandonarme, te mataré, ¡no quiero ser una asesina!”, “espero que mueras, asqueroso judío”, “me gusta el nuevo Hitler, ese hombre es un genio”, “oh, lo que haría con tu sangre, me quiero bañar en ella”.
El 8 de abril, Ades se metió a escondidas en la mansión del hombre en Paradise Valley cuando éste se encontraba de viaje. En el asiento delantero de su coche llevaba un cuchillo de carnicero. La mujer se dio un baño en la casa. Fue detenida gracias a los vídeos del sistema de seguridad, y posteriormente puesta en libertad con cargos criminales.
El 30 de abril, el hombre volvió a telefonear a la policía para denunciar los mensajes que estaba recibiendo. Estaba de viaje fuera del país, y decía sentir miedo a regresar. El 4 de mayo, la mujer se presentó en su oficina en Scottsdale (Arizona), diciendo que era su esposa. Finalmente la policía volvió a arrestarla y esta vez no la permitió salir bajo fianza.
“Sólo quiero amarle mucho”, dijo en la entrevista realizada en la cárcel.