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”Fue una luz al final del túnel”. Así lucha esta activista por dar una nueva oportunidad a los salvadoreños presos en EEUU

Elizza Jurado trabaja con las familias y con las autoridades estadounidenses para dar nuevas oportunidades a los detenidos cuando salen de prisión
La activista Elizza Jurado, junto al padre de un preso encarcelado en EEUU en una foto de mayo de este año.
La activista Elizza Jurado, junto al padre de un preso encarcelado en EEUU en una foto de mayo de este año. AP Photo/Salvador Melendez / AP Photo/Salvador Melendez

El salvadoreño Luis Ortiz transcurrió 25 años en una prisión de EEUU. Cuando salió, lo deportaron a su país de origen, pero no pudo quedarse porque las pandillas lo amenazaron. Gracias a la ayuda de la activista Elizza Jurado, ahora tiene una nueva vida en Rosarito, México, donde trabaja como policía auxiliar.

Esta socióloga de 62 lucha por rescatar a las docenas de salvadoreños que quedan olvidados tras estar presos en cárceles estadounidenses. Para muchos de ellos no es fácil reintegrarse en su país, uno de los más violentos del mundo. Jurado dice que ya consiguió la libertad de al menos 200 detenidos en 14 años. 

Para lograr rescatarlos, la activista trabaja con las familias de origen de los presos y con las autoridades de EEUU, principalmente las de California, que deben decidir sobre sus casos. El objetivo es construir junto a los familiares oportunidades laborales o de otro tipo de reinserción para demostrar al Departamento de Prisiones y Rehabilitación que pueden tener un futuro por delante fuera de EEUU. 

Carlos, un salvadoreño que prefiere no revelar su apellido por razones de seguridad, ingresó en una cárcel de California tras ser condenado a 45 años de prisión por asesinato en 1993. Pensó que jamás saldría. Pero Jurado consiguió sacarlo de allí. “Fue una luz al final del túnel. Me dijo que no todo estaba perdido”, cuenta él. 

El hombre, de 50 años, obtuvo la libertad el pasado febrero. Las autoridades determinaron deportarlo a El Salvador. Ahora Carlos se dedica a reparar muebles y hacer jardinería en su pueblo natal, ubicado en el norte del país. Vive con su hermana. 

Jurado mantiene que los presos que ayuda no son violentos. En muchos casos, se trata de personas mayores o enfermas. En otros, los detenidos cometieron los crímenes por los que están condenados cuando eran menores de edad. Para poder ayudarlos, la activista pide su colaboración: tienen que mostrar arrepentimiento y adoptar buenas conductas

La mujer explica que el tiempo necesario para sacarlos de prisión es, de media, de siete años. Aunque puede haber excepciones y ser incluso más corto, como en el caso de Carlos.

La activista intenta destacar las oportunidades que se pueden generar tambiñen estando en la cárcel. Una de ellas es el hecho de aprender inglés, lo que puede venir bien una vez que el preso haya salido, según sostiene. “Les digo que si pierden el tiempo en prisión no encontrarán un empleo”.

Jurado, quien en 2005 creó la Asociación Salvadoreña de Apoyo a Privados de Libertad en el Exterior (Asaple), tuvo hasta 2014 el apoyo del Gobierno de El Salvador para su proyecto, y podía viajar a EEUU con una visa gubernamental. En los años, llegó a ayudar también a presos de otros países, como Honduras, México y Guatemalas, detenidos en EEUU y en México.

Sin embargo, ahora tiene las cosas más complicadas. Los siguientes gobiernos del país ya no le otorgaron apoyo directo, y ella tiene que ganarse la vida trabajando para un productor de café y viajar a las cárceles de EEUU con una visa turística. 

Mientras que busca nuevas ayudas desde el actual Gobierno, el del presidente Nayid Bukele, Jurado sigue con su acción, y tiene previsto visitar a 100 presos en septiembre viajando en California y Arizona. Los familiares de algunos presos apoyan Asaple con donaciones. También la ayuda el grupo de activistas Homies Unidos.

La cancillería de El Salvador no dio a The Associated Press cifras oficiales de cuántos salvadoreños están presos en EEUU. Según los datos que dio el Gobierno en 2014, había más de 1.100 detenidos en el extranjero, la mayoría en ese país. 

Jurado sigue con su lucha por los presos, pese a que de momento no haya encontrado a nadie que quiera tomar las riendas cuando ella ya no pueda. “Yo siento que este proyecto, si se viene abajo, va a ser un golpe para ellos. ¿Quién va a velar por ellos?”, dice. 

Así lo confirma Luiz Ortiz, que logró volver a empezar de cero tras salir de la cárcel. “Yo salí gracias a ella. Todos los que hemos salido allá estuviéramos si no fuera por ella”.

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