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Esta pareja gay de estadounidenses tuvo una hija en el extranjero y el Gobierno de Trump no la reconoció como ciudadana

Los estadounidenses Derek Mize y Jonathan Gregg presentaron una demanda porque a su hija Simone, nacida a través de una madre sustituta en Inglaterra, se le está negando la ciudadanía estadounidense.

Consternados, sin creerse todavía lo que les está ocurriendo, dos hombres residentes en Georgia acaban de presentar una demanda contra el Departamento de Estado, luego de que les negara la ciudadanía estadounidense a su hija.

Ellos son Derek Mize y Jonathan Gregg, cuya hija Simone nació en Inglaterra en julio de 2018 a través de la gestación subrogada.

De acuerdo con el documento presentado ante un tribunal federal de Atlanta, la política del Departamento de Estado trata a las parejas del mismo sexo como si sus matrimonios no existieran, violando la ley y la Constitución.

Este trato es completamente diferente al que reciben las parejas heterosexuales casadas.

Aunque ambos hombres son ciudadanos de Estados Unidos y figuran en el certificado de nacimiento como los padres de la menor, la demanda argumenta que el Departamento de Estado está tratando a la niña como si hubiera nacido fuera del matrimonio, y porque solo uno de los dos progenitores posee una conexión biológica con ella.

Según lo establecido, un niño nacido en el extranjero, pero hijo de padres ciudadanos estadounidenses casados, ​​es automáticamente considerado ciudadano estadounidense siempre que uno de sus progenitores haya vivido en territorio nacional. Pero hay requisitos adicionales si los padres no están casados ​​o si solo uno es ciudadano de Estados Unidos.

Mize nació y creció en Mississippi, mientras que Gregg nació en Londres de madre estadounidense y padre británico. Aunque creció en Londres, posee la doble ciudadanía.

Ambos hombres se conocieron en 2014 en Nueva York, donde vivía Mize. Al año siguiente se casaron y en 2017 se mudaron a Georgia. Ese mismo año, con la anuencia de una amiga residente en Inglaterra que aceptó convertirse en madre subrogada, Mize viajó a la capital británica para acompañarla durante la mayor parte del embarazo, y Gregg se les unió para las últimas cinco semanas.

En julio de 2018, los dos estuvieron presentes en el nacimiento de Simone: mientras Mize la sujetaba, fue Gregg quien le cortó el cordón umbilical. Y en septiembre padres e hija regresaron a su casa en Decatur, a las afueras de Atlanta.

Sin embargo, en marzo de este año, cuando se preparaba para hacer su declaración de impuestos, Mize solicitó un número de Seguro Social para que su hija apareciera en estos documentos como dependiente. Fue aquí que le dijeron que necesitaba un registro consular de nacimiento en el extranjero o un pasaporte estadounidense para ella. Para ello necesitaba solicitárselo a la embajada de Estados Unidos en Londres.

En abril, la pareja trasladó a la menor a la capital británica, ambos con sus pasaportes estadounidenses, su certificado de matrimonio y el certificado de nacimiento de ella. Pero cuando el personal de la embajada se dio cuenta de que ambos padres eran hombres, comenzaron a hacer preguntas invasivas sobre cómo fue que había sido concebida la niña y quién era el padre biológico.

Luego de tres horas de preguntas y de mucha espera, les comunicaron que Simone no era elegible para la ciudadanía.

Como la niña es hija de dos hombres y no está relacionada biológicamente con los dos, el Departamento de Estado la trató como si hubiera nacido “fuera de matrimonio”, informa la demanda. Y puesto que Gregg, el padre biológico, no había vivido en Estados Unidos durante los cinco años anteriores al nacimiento de Simone, se determinó que no podía ser ciudadana de Estados Unidos.

A la menor, quien posee la ciudadanía británica a través de Gregg, se le permitió regresar a Georgia con una visa de turista que expira en breve, dejándola sin estatus legal, un asunto que sus dos padres ven con mucha preocupación.

Por ello no les quedó más remedio que cursar una demanda judicial.

La ley presupone que cuando un niño nace de una pareja casada, ambos son padres legales, algo que el Departamento de Estado asume habitualmente para las parejas casadas entre un hombre y una mujer, declaró Karen Loewy, la abogada de Lambda Legal and Immigration Equality, una institución defensora de los derechos de la comunidad LGBTQ que los está representando.

Lo más triste es que esta política no sea aplicada para las parejas del mismo sexo.

Durante su espera de tres horas en la embajada, Mize y Gregg vieron a unas veinte parejas heterosexuales llegar, presentar los mismos documentos que ellos habían proporcionado y salir con los pasaportes para sus hijos, dijo Mize. A estos solicitantes nunca se les preguntó cómo había sido concebido su hijo y si estaban relacionados biológicamente, criticó.

Víctima él mismo en el pasado de discriminación por su orientación sexual, Mize recordó que durante los primeros meses de la vida de Simone se había preguntado con frecuencia si la sociedad iba a juzgar a su familia. En el momento en que llegaron a la embajada en Londres, reconoce, “realmente estaba empezando a creer que toda esa paranoia era infundada”.

Sin embargo, cuando le hicieron saber que no reconocían su matrimonio o la relación paterna con su hija, aquel sentimiento de exclusión y dolor regresó al instante.

“En ese momento, toda la ansiedad que he tenido en mi vida por ser gay y diferente entró en mi cuerpo, solo tenía deseos de llorar”.