Otro apagón masivo dejó a Venezuela a oscuras este lunes sin que aún la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) se haya pronunciado para aclarar las causas del corte que afectó a millones de personas en todo el país.
Jorge Rodríguez, el ministro de Comunicación, insistió que el apagón se debió a un “ataque electromagnético” a Guayana, la principal hidroeléctrica del país que genera más del 60% de la energía.
"Los primeros indicios recibidos de la investigación (...) orientan a la existencia de un ataque de carácter electromagnético que buscó afectar el sistema de generación hidroeléctrica de Guayana, principal proveedor de este servicio en el país", dijo el ministro al canal estatal VTV.
Venezuela no registraba un apagón de esta magnitud desde marzo, cuando estuvo cuatro días en total oscuridad, aunque los cortes diarios en varias zonas del país continúan ocurriendo, sobre todo en los estados del oeste y las zonas en la frontera.
Juan Guaidó, presidente encargado de Venezuela, responsabilizó al Ejecutivo por el "fracaso" en la administración de la electricidad, un área que está controlada por militares desde hace una década, cuando los apagones empezaron a hacerse frecuentes en el país.
"Intentaron esconder la tragedia con racionamientos en todo el país, pero el fracaso es evidente: destruyeron el sistema eléctrico y no tienen respuestas", escribió en líder en Twitter, quien junto a la oposición considera que el fallo eléctrico se debe a la corrupción en el ministerio de Energía Eléctrica.
En medio de la tensión por la falta de suministro, Guaidó invitó a sus seguidores a salir el martes a las calles de todo el país para protestar por lo que consideró un “desastre”.
En tanto, varios analistas sostienen que las fallas son consecuencia de la falta de mantenimiento de los equipos, poca formación del personal y presuntas irregularidades en las adquisiciones de plantas y generadores en los últimos años.
El apagón masivo resultó también en problemas con el suministro de agua potable, las transacciones en algunos comercios y en la telefonía móvil. Sin contar los daños provocados al transporte público en donde las operaciones del Metro tuvieron que detenerse y obligaron a miles de personas a llegar a sus destinos caminando.
“Esto me parece horrible. Esto es un desastre”, afirmó Reni Blanco, una educadora de 48 años, mientras caminaba junto a cientos de personas por una acera de una avenida del este de la capital.
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