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Hoy hay un eclipse histórico. Estos son los desastres, muertes y tragedias que coincidieron con otros eclipses

Este fenómeno ha sido asociado a lo largo de la historia con catástrofes naturales y políticas, e incluso con la Crucifixión de Jesucristo.

Un eclipse total oscurecerá este martes el cielo de Suramérica entre las dos y las cinco de la tarde (hora de la Costa Este), a medida que la sombra de la Luna bloquee la luz solar recorriendo unas 7.000 millas desde el océano Pacífico y a través de Chile y Argentina.

El eclipse será también visible, aunque de forma parcial, en otros lugares del continente como la Ciudad de México (de mediodía a una de la tarde, hora local), así como Bolivia, Paraguay, Uruguay, Brasil, Colombia, Ecuador, Nicaragua, Panamá, Perú y Venezuela.

Podrá ver en directo en esta página de Internet.

Los eclipses han inspirado desde la antigüedad infinidad de leyendas, historias que no tienen por qué ser veraces pero sí verosímiles, y, sobre todo, bellas, aterradoras, o al menos sorprendentes.

Por ejemplo: el astrólogo Geoffrey of Meaux predijo en 1345 que un eclipse de 3 horas, 29 minutos y 54 segundos anunciaba una plaga que duraría más de tres años. Tres años después, la peste negra barrió Europa.

Con este precedente, ¿cómo no temer el eclipse solar de este 2 de julio? Cierto es que el eclipse de 1345 fue lunar, que por entonces no existían relojes con los que medir el tiempo con tanta precisión, y que, en fin, la plaga fue causada por una bacteria. Pero si algo provocan los eclipses son leyendas, y ¿cómo matar una leyenda? Mejor disfrutarlas: he aquí las catástrofes asociadas en el pasado a eclipses. Disfrutemos, no vaya a ser que el fin del mundo se avecine.

El primer eclipse solar registrado tuvo lugar el 3 de mayo del año 1375 antes de Cristo y duró casi tres minutos. Quedó constancia en una tablilla de barro hallada en 1948 en las ruinas de la ciudad de Ugarit (ahora en territorio sirio), que decía: “En el día de la luna nueva, en el mes de Hiyar, el Sol fue avergonzado y se puso de día, con Marte presente”.

La ciudad fue destruida en su cenit por los misteriosos Pueblos del Mar, según narra el historiador Michael C. Astour, y sus habitantes fueron masacrados o tuvieron que abandonar sus hogares prácticamente de la noche a la mañana y para siempre. 

Según un estudio dirigido por el paleoecólogo David Kaniewski, esta civilización desapareció alrededor del año 1190 antes de Cristo.  Mucho después del eclipse, pues. ¿O no? Un estudio publicado en la revista científica Nature retrasa el eclipse un siglo y medio, hasta el 5 de marzo del año 1223. Si fue un vaticinio, en cualquier caso, se cumplió con efecto retardado.

El 15 de junio del año 763 antes de Cristo se produjo un eclipse solar de cinco minutos, que una tablilla asiria vincula con la insurrección de la ciudad de Ashur (ahora en territorio iraquí). La Biblia recoge este relato sobre el eclipse: “Aquel día –oráculo del Señor– yo haré que el sol se ponga al mediodía, y en pleno día cubriré la tierra de tinieblas; cambiaré sus fiestas en duelo y todos sus cantos en lamentaciones; haré que todos se ciñan un sayal y que se rapen todas las cabezas; haré que estén de duelo como por un hijo único, y su final será como un día de amargura”.

El 21 de marzo del año 424 antes de Cristo hubo un eclipse anular de casi cinco minutos, que el historiador griego Tucídides menciona así: “En los primeros días del siguiente verano, hubo un eclipse de sol cuando había luna nueva, y al principio del mismo mes un terremoto”.

Así aparece en su Historia de la Guerra del Peloponeso, un conflicto entre Atenas y Esparta que duró más de dos décadas, tiempo suficiente para que Tucídides registrara al menos un eclipse solar más. Sin embargo, el único del que queda constancia que provocó consecuencias en el conflicto fue uno de luna que sorprendió a los atenienses.

El 24 de noviembre del año 29 y el 19 de marzo del año 33 se produjeron sendos eclipses de sol que podrían coincidir con el relato bíblico de la crucifixión de Jesucristo.

Así consta en el Evangelio según San Marcos: “Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz: ‘Eloi, Eloi, lamá sabactani’, que significa: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. En el Evangelio según San Mateo aparece un relato similar: “Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región”. En el Evangelio según San Lucas se dice: “Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde”.

El nacimiento de Mahoma vino precedido también por un eclipse, el 24 de noviembre del año 569; y otro marcó la muerte de su hijo Ibrahim el 27 de enero del año 632.

El 30 de abril del año 59 se produjo un eclipse de menos de dos minutos que el historiador romano Tácito recoge así en sus Anales: “Entonces el sol se oscureció de repente y 14 distritos de la ciudad fueron golpeados por rayos”.

Pero esos y otros “portentos” que ocurrieron en “rápida sucesión”, según el historiador, “no significaron nada”, “no ocurrieron por designio de la providencia”, puesto que, añade, “por muchos años después Nerón prolongó su reinado y sus crímenes” en Roma.

El 5 de mayo del año 840, un eclipse de más de cinco minutos precedió la firma del Tratado de Verdún, que dividió el Imperio Carolingio tras la muerte de Carlomagno y la guerra posterior por sus territorios.

El 2 de agosto de 1133 tuvo lugar un eclipse de cinco minutos que, según indica la NASA, aparece en las crónicas anglosajonas como un augurio de la muerte del rey Enrique I de Inglaterra, acaecida un año y medio después: “El día se oscureció sobre todas las tierras, y el sol era todo como si fuera una luna vieja de tres noches, y las estrellas sobre él a mediodía. Los hombres estaban muy asombrados y aterrorizados, y dijeron que un gran evento estaba por venir. Y así fue, porque ese mismo año murió el rey”.

El historiador William of Malmesbury cuenta que además, se produjo un terremoto enorme “que parecía que la tierra se hundía totalmente”.

El 17 de abril de 1912 el sol se eclipsó… dos segundos… y dos días después de que el trasatlántico RMS Titanic se hundiera en las aguas del Atlántico Norte, llevándose la vida de 1.517 pasajeros. Siete años más tarde, el 29 de mayo de 1919, Arthur Eddington utiliza un eclipse de siete minutos para demostrar la Teoría de la Relatividad, enterrando el reinado de Isaac Newton y convirtiendo a Albert Einstein en una celebridad de la noche a la mañana.

En cualquier caso, si tiene la oportunidad de presenciar hoy este espectáculo, recuerde, con el fin evitar catástrofes personales, dotarse de unas lentes con filtros para no sufrir daños permanentes en los ojos (no valen cámaras, celulares, radiografías, o telescopios)