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Este hombre salvadoreño fue deportado en 2017. Pero ahora su pesadilla se acabó

José Escobar fue deportado en febrero de 2017 de EEUU a El Salvador, su país de origen. Estuvo más de dos años lejos de su familia. Este lunes pudo volver
José Escobar, este lunes con su hija Carmen en el aeropuerto de Houston, Texas.
José Escobar, este lunes con su hija Carmen en el aeropuerto de Houston, Texas. Nomaan Merchant/AP/ / AP

Desde que fue deportado en febrero de 2017 a El Salvador, su país de origen, José Escobar se ha perdido cumpleaños, vacaciones y aniversarios en compañía de su familia. Su esposa y sus dos hijos se quedaron viviendo en EEUU. Él tuvo que quedarse todo ese tiempo solo, sin permiso para regresar. Pero ahora sí pudo.

La noticia llegó mientras que Escobar estaba recibiendo en El Salvador una visita de su mujer Rose Ascencio-Escobar y de sus hijos Walter y Carmen: las autoridades de inmigración de EEUU habían aprobado exenciones que le permitirían volver al país legalmente. Este lunes, los cuatro aterrizaron en el aeropuerto de Houston, Texas. Los esperaba un grupo de personas que les apoyaron en su lucha.

Escobar llegó a EEUU junto a su familia en 2001, cuando tenia 15 años, Pudieron quedarse gracias a que les concedieron el estatus de protección temporal, por ser víctimas de los terremotos que golpearon el país centroamericano ese año. En 2006, él y Ascencio se casaron.

El mismo año, Escobar descubrió que sus familiares no habían obtenido toda la documentación necesaria para que pudiera quedarse en EEUU. Así pasó a ser considerado un ilegal. Un juez de inmigración ordenó su deportación. Solo para él, porque su esposa es ciudadana de EEUU (sus hijos también) . 

En 2011, durante la administración de Barack Obama, Escobar fue arrestado y mantenido en estado de detención a lo largo de varios meses. Luego, lo pusieron en libertad para que pudiera arreglar su situación y sacar los papeles necesarios.

Las cosas se complicaron otra vez en febrero de 2017, justo un mes después de que Donald Trump tomara posesión como presidente. El que tenía que ser un control de rutina del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), se convirtió en el comienzo de la separación de sus seres queridos.

Escobar tuvo que irse de EEUU y volver a El Salvador. Solo cuando ya estaba en el aeropuerto de la capital, San Salvador, pudo llamar a su mujer para advertirla de lo que había pasado. Fue a vivir a una ciudad ubicada a tres horas de allí. 

Lo esperaban meses difíciles. Se comunicaba con su familia por videollamada, pero tenía miedo. Por las calles había pandillas que buscaban a gente que había vuelto de EEUU. Un día hasta llegaron a retenerlo. Mientras tanto, Rose trabajaba como recepcionista en un hospital para mantener a la familia, y los hijos sufrían por la ausencia del padre.

Ahora las pesadillas de Escobar se acabaron. La organización de defensa de los derechos de los inmigrantes FIEL y el abogado Raed González trabajaron para obtener la autorización de regreso. También el congresista Al Green apoyó su causa. Y el mes pasado, el permiso por fin llegó. “Todo esto podría haberse evitado”, dijo González. “Todo podría haber sido más humano”.

Escobar, que ahora tiene 33 años, ya tiene planes para celebrar el 4 de julio junto a su familia. Irán a la ciudad de Galveston a comer cangrejos de río y ver los fuegos artificiales. Este lunes toda la familia estaba de celebración. “Ya estamos todos juntos otra vez”, comentó Rose. “Ya somos una familia”.

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