El presidente, Donald Trump, ha admitido sin ambages que busca el apoyo de los latinos en 2020. “Sorprendentemente me fue bien la última vez, y creo que me irá mejor esta vez”, ha explicado en una entrevista exclusiva con Noticias Telemundo, la primera a un medio en español desde su llegada a la Casa Blanca hace dos años y medio.
En las elecciones de 2018 hubo 29 millones de latinos con derecho a voto, que se inclinaron mayoritariamente por el Partido Demócrata (69%). En 2016, el 66% prefirió a la demócrata Hillary Clinton frente a Trump. Pero el presidente ganó las elecciones, y cree que, en 2020, logrará también la reelección, y con mayor respaldo latino.
Trump asegura que tiene el respaldo del 70% de los latinos, aunque las encuestas lo reducen al 30%. Preguntado por el sondeo al que se refiere, menciona uno en el que el 51% de hispanos aprueba su gestión. En cualquier caso, atribuye su pretendido ascenso en intención de voto entre este colectivo a su dureza en la frontera.
“Los hispanos quieren que sea severo con la política de la frontera”, explica, “no quieren que venga alguien a quitarles el trabajo, no quieren que vengan criminales, ellos entienden la situación en la frontera mejor que nadie”. En su opinión, los latinos quieren que deporten a millones de indocumentados porque “no quieren perder sus trabajos, quieren mantener sus salarios altos y no quieren criminalidad”.
“Queremos una política fuerte en la frontera”, afirmó, justificando que incluso si uno de cada 100 solicitantes de asilo es miembro de la pandilla criminal MS-13 “ya es mucho”. Así, no cree que sea un error separar a las familias en la frontera, aunque dice “odiar” esa política de tolerancia cero y presume de haber acabado con ella, pese a que fue su fiscal general quien la puso en marcha en abril de 2017, y el presidente sólo la canceló tras la presión social en contra y apenas unos días antes de que una jueza la considerara ilegal.
Trump afirma que ha sido "muy bueno con los inmigrantes”, distinguiendo entre los “ilegales” (a los que ha perseguido, aunque con menor éxito que Obama) y el resto (que, pese a tener visado, se han visto perjudicados también por sus políticas restrictivas).
E insiste en que quiere “que la gente entré a este país”, recordando las bajas cifras de desempleo, también entre los hispanos, y que “nuestro país lo hicieron los inmigrantes”.
Sin embargo, no ofrece ninguna solución para los soñadores o los beneficiarios del estatus de protección temporal (TPS).
Trump acabó en septiembre de 2016 con el programa DACA, que protege de la deportación a 700.000 jóvenes llegados ilegalmente al país cuando eran niños de la mano de sus padres, pero la legalidad de esa medida debe ser enjuiciada aún por la Corte Suprema.
Lo hizo, ha explicado, “porque todo el mundo me dijo que Obama nunca debió hacerlo” (el ex presidente aprobó DACA mediante una orden ejecutiva ante el bloqueo del Congreso, en manos republicanas). “Yo estoy dispuesto a hacer algo por los soñadores”, ha añadido, culpando a los demócratas de no haber llegado a un acuerdo al respecto.
En realidad, los demócratas impulsaron una solución limpia para los soñadores, pero los republicanos votaron en contra en el Senado, y Trump quiso convertirla en una reforma migratoria a gran escala que, pese a beneficiar a estos jóvenes, habría perjudicado a millones de inmigrantes.
Trump también ha acabado con el TPS que protege de la deportación a 257.000 salvadoreños, 2.500 nicaragüenses, y 86.000 hondureños, aunque, en los dos primeros casos, la justicia ha paralizado también su decisión.
“Se les venció el tiempo”, ha explicado, “y alguien tiene que tomar una decisión”. “Yo no he tomado esa decisión”, añadió, aunque sí lo ha hecho, “se supone que se vayan…”
RELACIONADO: Las 10 claves de la entrevista exclusiva al presidente Trump