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Esta mujer acabó con la vida de un desconocido. La culpa fue de la policía. Y no es único error mortal

El hombre al que acababa de quitar la vida entró en la casa pocas horas después. "Casi me da un ataque al corazón", explica la mujer, horrorizada.

Hundido en su cama de hospital, con la cara hecha pulpa por los golpes, consciente sólo a ratos, y respirando gracias a una máquina anclada con un tubo a su garganta.

El hombre había sido encontrado sin ropa y golpeado hasta el borde de la muerte el 29 de abril, y ahora a Brenda Bennett-Johnson se le ofrecía la oportunidad de reunirse con él. La mujer había perdido el rastro de su hermano, Alfonso, años antes, y ahora, junto a otros familiares, le correspondía guiar la vigilia en el hospital.

Llegado el momento, los médicos del Mercy Hospital y la policía de Chicago, que habían sido quienes identificaron al hombre, le facilitaron los documentos necesarios para desconectar las máquinas que le mantenían con vida.

No tardó en morir, y la familia comenzó a planear el funeral.

Fue entonces cuando ocurrió el amargo milagro.

Un familiar llamó a Brenda Bennett-Johnson para comunicarle que Alfonso acababa de llegar caminando hasta su casa.

Casi me da un ataque al corazón”, cuenta la mujer según reporta el diario The Washington Post.

Ella ya se temía que el hospital hubiera errado al identificar al hombre, y ahora lamenta que se le llevara a tomar la decisión de apagar la vida de un desconocido.

¿Cómo fue posible? Según el diario, una enfermera le contó a la familia que había identificado al hombre a través de fotografías porque no tenían dinero para tomarle las huellas dactilares. Cuando al fin lo hicieron, en la morgue, se descubrió el error.

Quizá más sorprendente todavía es que no se trata del primer incidente parecido.

El 15 de julio de 2018, el hospital neoyorquino de St. Barnabas recibió a un hombre inconsciente que parecía haber sufrido una sobredosis. Llevaba una tarjeta de la Seguridad Social que le identificaba como Freddy Clarence Williams, de 40 años.

El hospital se puso entonces en contacto con Shirell Powell para decirle que su hermano estaba al borde de la muerte. La mujer, que tiene un hermano de 40 años que se llama Frederick Williams, se apresuró a acudir al hospital.

“Tenía tubos en su boca, y un collarín”, explicó, “estaba un poco hinchado”, pero “se parecía mucho a mi hermano”. El hombre “no había hablado desde que fue internado en el hospital”, añade la mujer, así que “simplemente asumieron que era mi hermano”.

Tras dos días de pruebas médicas, un doctor le dijo que el paciente había sufrido muerte cerebral. “Es mi hermano pequeño”, explica la mujer, de 48 años, “era realmente doloroso”. “Estaba preocupada, herida, llorando, gritando, llamando a todo el mundo”, añade, “era una sensación horrible”.

Sin esperanza de que se recuperase ya, Powell llamó a familiares para que se despidieran de él. Una de sus hermanas entró en la habitación y dijo, “¡Este no es mi hermano!”, pero luego se acercó y dijo, “Oh, ok”, según cuenta Powell.

El 29 de julio, Powell autorizó al hospital para que le retiraran el soporte vital, según los documentos judiciales. “Fue muy devastador”, explica, “estaba llorando”. Antes, su sobrina de 17 años había venido llorando “histérica” a despedirse de su padre en el hospital, “sosteniendo su mano, besándolo, llorando”.

Tras la muerte, la autopsia confirmó que el muerto no era su hermano. La Oficina del Forense le llamó “justo a tiempo”, cuando preparaban el funeral: “Habríamos enterrado a otra persona

El hermano de Powell resultó estar en la cárcel por un asalto en Manhattan el 1 de julio, según el diario. La mujer fue a verlo cuando compareció ante la corte unas semanas después: “Vi a mi hermano”, cuenta, “no lo podía creer, estaba tan aliviada”.

Pudo llamarle a la prisión de Rikers Island: “Él decía, ‘¿me ibas a matar?’; yo le expliqué que una vez muere tu cerebro, no hay nada que hacer”. El hombre ha perdonado ya a su hermana: “Los doctores le dijeron que no había nada que hacer”, contó al diario, “no estoy enfadado”.

Pero la familia sí sigue enojada con el hospital por su error, y lo ha demandado ante la corte. Su abogado asegura que se han negado a darles información sobre la persona que murió, y a la que Powell veló junto a la cama durante nueve días.

“Por un lado, doy gracias porque no fuera [mi hermano]”, explica, “pero por otro lado, maté a alguien que era un padre o un hermano”.