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Él mató a sus cinco hijos. Era su esposo. Lo que ella hizo por él dejó atónito al jurado, pero no lo salvó

"Sentenció a sus hijos a morir". No toleraba que sus niños pequeños quisieran estar con su madre. En un ataque de ira estranguló a Nahtan, de seis años. Luego salió por cigarrillos y despiadadamente acabó con los demás.

Tim Jones estuvo conduciendo por nueve días con los cadáveres de sus cinco hijos pequeños escondidos en bolsas negras en la parte trasera de su camioneta SUV.

Tras cruzar medio sureste, desde Carolina del Sur hasta Memphis, Alabama, tiró los cadáveres en descomposición a un lado de un camino de terracería y siguió su camino. Horas después, un oficial de policía en Mississippi lo arrestó tras oler la putrefacción que se había apoderado de su camioneta.

En el condado de Lexington (Carolina del Sur) los 12 miembros del jurado se dieron cita este jueves para dictar su veredicto, reportó la agencia de noticias The Associated Press.

Cuando su esposa lo dejó, Jones no pudo soportar el hecho de que había perdido el control casi absoluto que había tenido sobre ella, dijo el fiscal Rick Hubbard.

Jones no toleraba que sus hijos, de los que había obtenido la custodia después del divorcio, mostraran intenciones de querer estar con su madre en vez de él, agregó Hubbard. Si lo desobedecían, los maltrataba.

El primer niño en morir en manos del ingeniero que ganaba 80.000 dólares anuales fue el pequeño Nahtan de seis años. Arrebatado por una furia salvaje cuando el niño confesó a su madre por teléfono, pero no a él, que había roto un aparato eléctrico, lo asesinó.

Luego fue por cigarrillos a la tienda. Para que no lo delatara, se llevó a la niña más grande con él, Merah, de ocho años.

Cuando regresó estranguló a Elías, de siete años, con sus propias manos. Correteó a Merah antes de asfixiarla. Y ahorcó a Gabriel y a Abigaíl, de uno y dos años respectivamente, con un cinturón porque dijo que sus manos eran muy grandes, según su confesión.

Los fiscales abogaron por una sentencia de muerte.

El abogado Hubbard dijo en su alegato final el jueves anterior que si algún jurado dudaba si Jones merecía la pena de muerte, todo lo que tenían que hacer era considerar las cinco bolsas de basura donde arrojó sus cuerpos en la zona rural de Alabama.

Pero un abogado de Jones dijo al jurado que sólo ellos tenían el poder de mostrar clemencia. Ya no para un padre que había matado a sus cinco hijos con sus propias manos, sino por una familia que ya había visto demasiada muerte y todavía quería amar a Jones, incluso a través de los barrotes de la prisión.

El padre de Jones, el señor Timothy Jones, su abuela y su hermano subieron al estrado y pidieron clemencia para su familiar.

Su esposa, la madre de los cinco niños brutalmente asesinados, subió al estrado y dijo que se oponía a la pena de muerte, abogando por la vida de su esposo, pero respetaría la decisión del jurado.

“Sentenció a sus hijos a morir”, dijo en un momento Hubbard.

“¿Cuánta más muerte tiene que soportar la familia Jones? ¿A cuántos funerales más tiene que ir esta familia? ¿Cuántas lágrimas más tienen que derramar?”, dijo Secor, abogado de defensor de Jones.

La defensa basó su caso en un padecimiento de esquizofrenia de su cliente no diagnosticado, agravado por el consumo de drogas y alcohol. El jurado rechazó categóricamente el argumento del padecimiento mental.

En contraste, Hubbard describió al acusado como un ser profundamente egoísta. Un hombre de 37 años que toda su vida no había hecho más que manipular a su familia: intentando romper el segundo matrimonio de su padre porque no conseguía suficiente atención, controlando cada decisión de su hija.

“Si tienen alguna duda de cuál es la sentencia adecuada para este hombre, miren en la bolsa”, dijo Hubbard, haciendo referencia a las fotografías de las bolsas negras con los cadáveres de los niños.

En cinco años Carolina del Sur sólo había tenido un condenado a muerte.

Jones padre dejó caer su cabeza y sus manos mientras se leía el veredicto. Otros miembros de la familia se echaron a llorar.

Timothy Jones Jr. se mantuvo impávido cuando el jurado dictó su veredicto: pena de muerte por inyección letal.

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