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Este inmigrante pagó 3.500 dólares por dos asesinatos. Fue condenado a muerte. Podría ser deportado

Una mujer pagó a este inmigrante por matar a su marido. Fue condenado a la inyección letal por dos asesinatos. Pero podría ser deportado antes a una muerte segura.
Imagen de archivo de una cámara de ejecuciones en Ohio. A la derecha, Ahmad Issa.
Imagen de archivo de una cámara de ejecuciones en Ohio. A la derecha, Ahmad Issa. AP / AP

Era la una y media de la madrugada cuando, en un estacionamiento frente un supermercado de Cincinnati (Ohio), Andre Miles agarró un rifle MAK-90 de combate y exigió a dos hermanos, Maher y Ziad Khriss, que le entregaran su dinero.

Los dos hombres depositaron el dinero en el suelo y rogaron que les perdonara la vida. Pero Miles los ejecutó: las balas atravesaron sus manos, que habían tendido al frente para pedir clemencia, y luego les destrozaron el pecho. Los remató con un balazo en la cabeza.

La policía local averiguó que Miles no pretendía robar a los hermanos: alguien le había pagado para que asesinara a Maher Khriss. Su hermano fue una víctima circunstancial: estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado.

¿Pero quién?

Su esposa: Linda Khriss había contratado a otro hombre, Ahmad Issa, para que asesinara a su marido, y éste, a su vez, contrató a Miles y le dio el rifle para que ejecutara a la víctima.

Le pagó 2.000 dólares por matar a Maher, pero como también había acabado con su hermano, Ziad, le dio 1.500 dólares más.

El crimen tuvo lugar el 22 de noviembre de 1997. Apenas 10 meses después, un jurado condenó a muerte a Ahmad Issa. La Corte Suprema estatal confirmó la sentencia en 2001, pero una corte federal de apelaciones la anuló porque se había violado su derecho a confrontar a los testigos en su contra.

Issa, que tiene ahora 49 años, lleva los últimos 21 en prisión, en el corredor de la muerte. La Fiscalía estatal tiene ahora seis meses para volver a juzgarlo o dejarlo en libertad.

Considera que será difícil repetir el juicio después de tanto tiempo, máxime cuando dos de los investigadores policiales han muerto ya.

Además, lo ve también injusto, porque de los tres implicados, él se llevó la sentencia más dura, según informa la agencia de noticias The Associated Press. La mujer que le contrató fue absuelta, y el hombre que apretó finalmente el gatillo fue condenado a cadena perpetua.

“Ahora, [Issa] está optimista y positivo”, dice su abogado, Timothy McKenna.

Sin embargo, aunque salga en libertad, posiblemente será deportado, según The Associated Press

Issa es originario de Jordania, y su condena tiene repercusiones culturales allí también, según informa el diario The Washington Post.

Durante su juicio, Issa presentó un documento en el que aparecía un supuesto acuerdo entre las tribus jordanas de las que proviene él y las dos víctimas, por el cuál, mientras la justicia estadounidense le estuviera juzgando, no habría represalias contra su familia.

Si era condenado, la tregua se mantendría. Si salía en libertad, se acabaría la tregua.

Ser deportado pues a Jordania puede ser una sentencia de muerte.