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El fiscal de la trama rusa afirma que no podía acusar a Trump de un crimen. Sí podía declararle inocente: no lo hizo

Robert Mueller habla por primera vez tras concluir una investigación en la que encontró evidencias de delito en la conducta de Donald Trump sobre la trama rusa.

El fiscal especial Robert Mueller, que durante casi dos años investigó las relaciones con Rusia del equipo del presidente, Donald Trump, y los supuestos intentos de éste por obstaculizar sus pesquisas, ha explicado este miércoles la clave de su decisión más importante: por qué decidió no culpar ni exonerar al presidente tras encontrar evidencias sobre un comportamiento irregular.

Según Mueller, las directivas del Departamento de Justicia, para el que trabajaba, impiden acusar a un presidente de un crimen federal mientras está en el cargo, ni siquiera de forma secreta. “Es inconstitucional”, ha asegurado. Su investigación estaba sujeta a las directrices del Departamento de Justicia, por lo que de ninguna manera, ha dicho, podría haber acusado al presidente aunque hubiera encontrado pruebas en su contra.

Lo único que podía era detallar estas pruebas. Y es lo que hizo en su informe.

¿Podría haberlo exonerado? Según Mueller, si hubiera encontrado evidencias indiscutibles de que Trump no obstruyó a la justicia, lo hubiera reflejado en el informe, exonerándolo. El hecho es que no lo hizo.

El presidente ha reaccionado a las palabras de Mueller afirmando en la red social Twitter: "Nada cambia respecto al informe Mueller. No había pruebas suficientes y, por tanto, en nuestro país, una persona es inocente. ¡El caso está cerrado! Gracias". 

Mueller ha dejado claro que, para procesar a un presidente mientras está en el cargo, el camino no pasa por la fiscalía o la justicia, sino por otros medios. No lo dicho expresamente, pero esos otros medios son el Congreso, es decir, un proceso de juicio político (impeachment).

Por ahora, los demócratas se han mostrado divididos al respecto, y su líder en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, parece resistirse. En cualquier caso, precisaría también de la mayoría del Senado, que en este momento está bajo control republicano.

Tampoco lo ha dicho Mueller expresamente, pero está abierta la posibilidad de que las evidencias reflejadas en su informe sí permitan juzgar a Trump por obstrucción a la justicia cuando abandone la Casa Blanca (en 2020 o 2024).

Mueller, que ha anunciado hoy su dimisión del Departamento de Justicia “para volver a la vida privada”, ha recalcado en varias ocasiones que Rusia, a través de agentes de inteligencia militar, interfirió en las elecciones de 2016 para “dañar a un candidato”, en concreto, a la demócrata Hillary Clinton.

Encontró pruebas suficientes de ello, pero “insuficientes” para acusar al equipo de campaña de Trump de conspirar con Rusia en ese sentido.

Respecto a la investigación por obstrucción a la justicia al presidente, recalcó que es importante hacerla ahora “mientras la memoria está fresca y los documentos disponibles”, pero “la Constitución prevé un sistema diferente” para apartar a Trump de la Casa Blanca si hay pruebas de delito (como decíamos, el Congreso).

Además, habría sido “injusto” acusar a Trump porque no tiene capacidad de defenderse judicialmente, es decir, como no se le puede procesar mientras está en la Casa Blanca, tampoco tiene posibilidad de demostrar que es inocente.

Mueller concluyó el 22 de marzo su investigación para determinar si el equipo de campaña de Trump había conspirado con el Gobierno ruso de cara a las elecciones de 2016, y si luego el presidente había obstruido a la justicia para ocultar las trazas de ese posible delito. 

Al servicio del Departamento de Justicia, Mueller entregó su informe de 448 páginas al fiscal general, William Barr, pero éste decidió enviar sólo un resumen de cuatro páginas al Congreso.

En él, Barr recalcaba que la investigación de Mueller no había encontrado pruebas de conspiración con Rusia, y que las evidencias de obstrucción a la justicia no calificaban para acusar a Trump de este grave delito.

El fiscal general esperó hasta el 18 de abril para mandar una copia censurada del informe de Mueller, alegando que debía eliminar antes toda la información confidencial que pudiera perjudicar los procesos judiciales en marcha.

Con ese documento, aunque censurado, se pudo comprobar que el resumen de cuatro páginas de Barr era cuando menos incompleto e inexacto, y que el informe sí mostraba signos de obstrucción a la justicia en el comportamiento de Trump.

El informe de Mueller concluía en efecto que no había habido conspiración con Rusia, pero aportaba pruebas de la supuesta obstrucción a la justicia, dejando explícitamente a Barr la decisión de juzgar si eran suficientes para acusar a Trump.

El fiscal general, nombrado a inicios de año por Trump, decidió que no eran suficientes.

El propio Mueller escribió dos cartas al fiscal general para censurarle la forma en que estaba gestionando la publicación del informe, que, a su juicio, podía crear confusión sobre las conclusiones reales de la investigación.

La Cámara de Representantes, bajo control del Partido Demócrata, ha solicitado al fiscal general el informe completo sin censurar, pero éste se ha negado. Acusado por los representantes de rebelarse contra el Congreso, Barr ha alegado que el presidente, con su poder ejecutivo, ha decidido que el informe no se entregue al Congreso.

Barr ha comparecido ante el Senado (bajo control republicano) pero no ante la Cámara de Representantes, y dará una entrevista el jueves a la cadena CBS.

Mueller, por su parte, no ha hablado jamás abiertamente con la prensa, y tampoco ha comparecido ante el Congreso, aunque los demócratas lo han solicitado. La declaración de este miércoles es, pues, la primera que se produce desde el inicio de la investigación.

Anteriormente, su equipo sí se ha comunicado con periodistas para negar informaciones que afirmaban erróneas o falsas. La última vez fue precisamente este martes para negar que hubiera preparado una acusación contra Trump por obstrucción a la justicia, como afirmó el autor Michael Wolf.