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Bill de Blasio, otro alcalde que quiere llegar a la Casa Blanca

Las encuestas le son desfavorables pero el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, confía en que puede llegar a la presidencia de Estados Unidos

Pocas veces en la historia de la política en Estados Unidos hemos sido testigos de una contienda tan numerosa para convertirse en el candidato de un partido a las elecciones presidenciales.

De cara a los comicios de noviembre de 2020, el Partido Demócrata ya suma 25 precandidato.

El penúltimo en sumarse a esta lista ha sido Bill de Blasio, nieto de inmigrantes italianos, criado en Cambridge, Massachussets, aunque nacido en Nueva York, ciudad en la que logró convertirse en alcalde en las elecciones locales de finales de 2013.

 Antes de esa fecha esencial en su biografía, De Blasio había presentado un programa progresista que abogaba por la reducción de las desigualdades, un alza del salario mínimo, una cobertura universal de salud y una ciudad abierta a los inmigrantes. Este posicionamiento lo ha acercado a los postulados de Bernie Sanders, quien fuera derrotado en 2016 por Hillary Clinton en las primarias del Partido Demócrata.

En el video presentado a la prensa y las redes sociales el pasado jueves 16 de mayo al anunciar su candidatura, De Blasio no solo insistió en que “Donald Trump debe ser frenado” sino que abogó por “priorizar a las personas que trabajan”. También se mostró orgulloso de que la ciudad que dirige sea “la más segura de Estados Unidos”, gracias a un descenso considerable en los homicidios durante su mandato.

Pero la columna vertebral de su campaña se concentra en la reducción de las desigualdades. “Hay mucho dinero en el mundo y hay mucho en este país, pero está entre las manos incorrectas”, aseguró en compañía de su esposa ante las cámaras de Good Morning America de ABC News.

Ese mismo día, el presidente Donald Trump recurrió a su cuenta de Twitter para burlarse de la candidatura de quien dijo que era considerado por los estadounidenses como “el peor alcalde” del país. Recurriendo a términos como “criminalidad” y “altos impuestos”, Trump aseguró en mayúsculas que su ciudad detesta a su alcalde.

Pero ya antes de Blasio le había contestado: “Soy neoyorquino. Hace mucho tiempo que conozco a Trump -recordó en el video de anuncio de su campaña-. Lo he derrotado antes, y lo haré de nuevo".

El alcalde de Nueva York quiere demostrar que lo que ha logrado en una ciudad de más de ocho millones y medio de habitantes (reducción de la desigualdad en los ingresos, aumento del salario mínimo o licencia pagada por enfermedad) lo puede alcanzar en un país que en 2017 tenía más de 325 millones de habitantes.

“La gente en cada parte de este país se siente estancada, o incluso como si estuvieran retrocediendo -enfatizó-. Pero los ricos se han hecho más ricos”.

Según un reporte de The New York Times, en sus mítines en Iowa, Carolina del Sur y New Hampshire, De Blasio estimó que el país está presenciando “el inicio de una nueva era progresista”, al tiempo que en varias entrevistas insistió en que su liderazgo en Nueva York debería considerarse como un modelo de cómo “se puede llevar a cabo un cambio profundo y progresivo, y hacerlo rápido”.

De Blasio se lanza a la primera parte de una complicada carrera presidencial en contra de la historia: ningún alcalde en funciones ha llegado a la Casa Blanca a lo largo de la historia política de Estados Unidos.Parece ser que este hombre no solo no cree en la historia, sino que cree que él podría ser el primero. No en balde se alzó como el primer alcalde demócrata en Nueva York desde 1993.

En cuanto a las encuestas, de Blasio insiste en que si creyera en ellas nunca se habría postulado primero para defensor público, y luego para alcalde.

“He estado mucho tiempo en el último lugar en muchas encuestas y en muchas carreras -advirtió en una entrevista-. No lo que importa no es el lugar en el que empiezas, sino en el que terminas”.

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