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Esta migrante será deportada. No tiene edad para lograr la ciudadanía por matrimonio. Pero es estadounidense

Estudia en la prestigiosa universidad de Harvard, y tiene un novio que es ciudadano y muy famoso. Pero aunque se case, será deportada porque sólo tiene 22 años: no es suficiente.

El presidente, Donald Trump, planteó hace unos meses cambiar por orden ejecutiva una norma constitucional: que un niño nacido en suelo estadounidense obtiene automáticamente la nacionalidad.

“Es ridículo, es ridículo, tiene que acabarse”, dijo en octubre Trump, lo que provocó un debate sobre si realmente tiene margen legal para hacerlo.

Trump dijo entonces que Estados Unidos es el único país que actúa de esta manera, pero de hecho hay muchos otros con la misma norma, como México o Canadá.

Además, el presidente ha presentado una reforma migratoria que, en caso de ser aprobada por el Congreso, recortaría a la mitad el número de inmigrantes que logran la residencia en Estados Unidos gracias a tener un familiar aquí.

Estas trabas en contra de los inmigrantes también se han multiplicado en otros países, como es el caso de Dinamarca, donde la mano dura ha provocado incluso que el hijo de su primer ministro tenga que despedirse de su novia, una inmigrante estadounidense, porque ella no tiene permiso para residir en ese país europeo.

La consecuencia ha sido además que el primer ministro, a pocos días de las elecciones, se ha mostrado en contra de endurecer las leyes migratorias, pese a que puede perder su puesto porque muchos ciudadanos están a favor.

Lars Lokke Rasmussen lidera una coalición de centro-derecha que gobierna gracias al Partido Popular danés, muy duro con los inmigrantes. La semana pasada, el primer ministro sorprendió a los ciudadanos al afirmar que prefiere perder el gobierno a seguir sufriendo la influencia de “opiniones extremistas”.

En un debate antes de las elecciones del 5 de junio, Rasmussen explicó que su hijo, Bergur, de 29 años, había tenido que separarse temporalmente de su novia porque las leyes danesas no le permiten a la joven vivir en el país.

Según una norma aprobada en 2002, los extranjeros casados con un ciudadano danés sólo pueden vivir en el país una vez ambos tengan al menos 24 años. Esta ley, pensada para evitar los matrimonios forzados, ha sido muy criticada por asociaciones de derechos civiles.

Ahora, el hijo del primer ministro la ha sufrido en persona.

Su novia, Aran Katarina Kirschenmann, residía en Dinamarca para completar allí sus estudios de Economía y Psicología (en Estados Unidos es alumna de la prestigiosa universidad de Harvard). 

Originaria de Los Ángeles (California), en la capital danesa, Copenhague, encontró trabajo como becaria en una firma de relaciones pública. Pero sólo tiene 22 años, de forma que, aunque contrajese matrimonio con su novio, no podría quedarse en Dinamarca con él.

“Hace pensar que vivamos en un país que no tiene lugar para ella”, ha asegurado el primer ministro, poniendo de relevo la dureza de las leyes migratorias en un país que necesita de trabajadores cualificados.

En cualquier caso, el primer ministro también ha abogado por restringir la libre circulación de personas entre países europeos, uno de los principios fundamentales de la Unión Europea (conocido como espacio Schengen).