En vez de construir más centros de detención, México ha comenzado a cerrar los más problemáticos y sopesa la idea de reemplazarlos con albergues donde los migrantes se queden por voluntad propia, según reporta la agencia de noticias The Associated Press este martes.
Esta semana un cartel en un refugio para inmigrantes en Tapachula, México, que anunciaba que sólo 60 personas podían ser admitidas, cuando en realidad albergaba a cientos, resumía la situación que vive el país en cuanto a la recepción de los migrantes centroamericanos. Las autoridades están rebasadas.
Pastores, activistas y autoridades tienen que improvisar sitios para albergar la ola de inmigrantes que no cesan de llegar, provenientes de Guatemala, El Salvador, Honduras, Cuba, Nicaragua e incluso de otros continentes.
El pastor Juan Fierro García improvisó convirtiendo en camas los bancos de la iglesia y el comedor como una cama para varios colchones. Pero el Gobierno de López Obrador ha sido criticado por alojar a los migrantes en terrenos para ferias, que no tienen las instalaciones adecuadas y ponen en riesgo a la gente.
Por ello, el Gobierno ha anunciado que pretende introducir un cambio de peso en su forma de afrontar lo que ya podría considerarse como una crisis humanitaria. El director del Instituto Nacional de Inmigración, Tonatiuh Guillén, dijo a The Associated Press que los solicitantes de asilo o aquellos que tengan algún tipo de visa podrían entrar y salir libremente.
El primero de este nuevo tipo de refugios estaría ubicado en el estado de Chiapas, en la frontera con Guatemala, al sur del país.
“Si todo sale bien, en la segunda mitad del año comenzaríamos el diseño y, ojalá, la construcción de la nueva instalación que sería más como un refugio y no un centro de confinamiento, más coexistencia y menos control”, dijo Guillén.
Actualmente están buscando una propiedad de unos 37 acres en Tapachula, agregó Guillén.
El presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha insistido en que su principal estrategia para lidiar con la migración es mejorar las condiciones en sus países de origen para que no se sientan obligados a irse.
Sin embargo, las detenciones y deportaciones en México han aumentado un 150% en lo que va del año.
Guillén no proporcionó muchos detalles para el plan que aún se está desarrollando. Pero dijo que la idea es reducir la cantidad de centros de detención de inmigrantes (ahora hay más de 50) y reservarlos para los inmigrantes que están a la espera de ser deportados.
El resto, como los que solicitan asilo o tienen permisos regionales para trabajar o viajar en el sur de México, tendrían acceso a los nuevos refugios.
"Esta propuesta habla de la crisis en el sistema de inmigración de México y principalmente en el (Instituto Nacional de Inmigración)", dijo Abbdel Camargo a The Associated Press, investigador del Colegio de la Frontera Sur. Dijo que si bien los detalles no están claros, le preocupaba que los refugios pudieran convertirse en centros de reclutamiento para trabajadores en lugar de refugios humanitarios para familias.
Camargo dijo que la idea parecía formalizar lo que las autoridades ya habían hecho al trasladar a los migrantes del centro de detención de Tapachula a un recinto ferial, que no contaba con instalaciones adecuadas para ellos.
"Este gobierno necesita pasar urgentemente de las palabras a los hechos", dijo Ana Saiz, directora de Sin Fronteras, una organización no gubernamental que junto con otros dos grupos denunciaron las condiciones de detención en un informe al Senado de México.
Saiz dijo que días después de ese informe, el gobierno cerró cinco pequeños centros de detención de inmigrantes, incluido uno donde se habían denunciado abusos.
Guillén dijo que el instituto había despedido a unos 600 empleados por razones que incluían "conducta inadecuada, señales de corrupción, otras por desempeño (deficiente), otras por no pasar controles de confianza ..."