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Estadounidenses en México, la migración en reversa

La embajada de Estados Unidos en México estima que hay más de 1.5millones de nacionales viviendo en el país azteca: las ciudades favoritas son san Miguel de Allende, Puerto Vallarta y Mérida.
/ Source: TELEMUNDO

Mientras que los ojos del presidente Trump están vigilando a los inmigrantes que intentan ingresar al país, muchos estadounidenses están abandonándolo para residir en México y comenzar una nueva vida.

La cifra, de acuerdo al Instituto de Estadística de México, ha aumentado notablemente desde 1990. Hay cerca de 799.000 estadounidenses que residen a lo largo del país, aunque la embajada ha estimado que el número real es de más de 1.5 millones de personas.

Los grupos repartidos a lo largo de la nación azteca son diversos. Hay 600.000 niños estadounidenses que han regresado con sus padres mexicanos y otros miles de jubilados que han decidido establecerse allí, según reportó The Washington Post.

"Está empezando a convertirse en un fenómeno cultural muy importante", dijo Marcelo Ebrard, ministro de Relaciones Exteriores de México, en una entrevista.

A pesar de que este fenómeno ha estado presente durante años, el gobierno mexicano sabe muy poco sobre esos migrantes que invierten su dinero en la economía local e inyectan al país de nuevos aires.

Incluso, parece importar poco el hecho de que muchos de ellos se encuentran ilegales ya que sus visas de seis meses han expirado. “Nunca hemos presionado para que tengan sus documentos en orden”, agregó Ebrard. Los que incumplen las normativas regularmente pagan una pequeña multa.

“Nos gusta la gente que viene y ayuda a la economía de las ciudades-como los mexicanos hacen en Estados Unidos”, agregó.

San Miguel de Allende, en la capital mexicana, es una de las ciudades en donde confluye el mayor número de estadounidenses: cerca de 100.000 de sus residentes son del país vecino. Una cifra tan alta que el alcalde de la urbe, Luis Alberto Villareal, ofrece su discurso anual sobre el estado del municipio en inglés y español.

“A pesar del hecho de que Donald Trump insulta a mi país todos los días, aquí recibimos a toda la comunidad internacional, comenzando con los estadounidenses, con los brazos y los corazones abiertos", señaló Villareal.

Ubicada a unas 170 millas al noroeste de la Ciudad de México, San Miguel es un lugar cálido para los estadounidenses. La ciudad ya tiene una profunda huella estadounidense: las casas se diferencian de las tradicionales y en sus interiores asoman las grandes cocinas americanas y las bañeras hundidas al más glamuroso estilo de Hollywood.

"El 80% de nuestros clientes son extranjeros, y de ese total, un 90% son estadounidenses”, dijo Luis Camarena, un arquitecto mexicano.

Aquí encuentran un lugar tranquilo para vivir que además les ofrece una buena ventaja económica por la fortaleza del dólar ante el peso mexicano. Asimismo, encuentran refugio en la tecnología. Cuando hay nostalgia basta con acceder a un dispositivo móvil y cuando aparecen las necesidades pueden resolverlo también por esa vía.

“Las cosas que no puedes encontrar simplemente las compras en Amazon”, dijo Bill Slusser, un hombre de 66 años originario de Los Ángeles que trabaja para clientes estadounidenses que viven en México.

Pero no solo San Miguel es hogar para los estadounidenses. Se estima que unos 35.000 viven en Puerto Vallarta, otros 20.000 residen cerca del lago Chapala, al centro del país y muchos otros están reconstruyendo casas en el centro histórico de Mérida, la ciudad más importante de Yucatán.

Y tampoco es solo la llegada de estadounidenses lo que está marcando al país. Hay también un alto número de mexicanos que deciden repatriarse. Datos del censo del 2017 indican que hubo una disminución de 300.000 migrantes mexicanos que partían a hacia otros lugares. Y muchos de los que regresaron trajeron consigo a sus hijos.

Tal es el caso de Sedona y Aderon barron, de tres y seis años respectivamente. Ambos llegaron a San Miguel dos años después de que su padre Jesús fuera deportado de Estados Unidos, a donde se había mudado de manera ilegal con su familia cuando apenas era un niño.

Antes, como indica The Washington Post, los que regresaban eran generalmente hombres que trabajan en el campo. Ahora, mayoritariamente son familias.

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