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El "talibán estadounidense" fue liberado sin cumplir toda su sentencia. Esto es lo que le espera

La liberación de John Walker Lindh tras 17 años de cárcel inquieta a las autoridades sobre todo después de que saliera a la luz una carta de su puño y letra en la que aseguraba que ISIS "está haciendo un trabajo espectacular"

Diecisiete años después de haber sido capturado y puesto tras las rejas, John Walker Lindh fue liberado hoy de la prisión de alta seguridad de Terre Haute, en Indiana, tres años años ante de cumplir su dentencia de dos décadas.

Las autoridades estadounidenses expresaron a NBC News su preocupacion porque Lindh sigue siendo un extremista islámico potencialmente violento.

Al menos así queda de manifiesto en la carta manuscrita de Lindh en el 2015 desde la prisión a la estación de NBC en Los Ángeles, KNBC, revelada por primera vez el miércoles, en la que expresó su apoyo a ISIS, diciendo que el grupo terrorista que decapitó a los estadounidenses estaba "haciendo un trabajo espectacular".

"El Estado islámico es claramente muy sincero y serio en cuanto al cumplimiento de la obligación religiosa descuidada desde hace mucho tiempo de establecer un califato mediante la lucha armada, que es el único método correcto", escribió Lindh.

Lindh expresó ese sentimiento, en respuesta a una pregunta de la estación sobre si ISIS representa al Islam, después de que ISIS hubiera decapitado a estadounidenses en videos bien publicitados, incluido el periodista James Foley en agosto de 2014. Fue su tercera de las cuatro cartas en una serie de correspondencia con KNBC.

Esta correspondencia de Lindh con los periodistas y otros comentarios que hizo en la cárcel formaron parte de la base de un documento de inteligencia de Estados Unidos de 2016, producido por el Centro Nacional contra el Terrorismo, que subrayó que el "talibán estadounidense" “continuó abogando por la jihad global, escribiendo y traduciendo textos extremistas violentos. ”
Cuando fue atrapado en Afganistán, el joven residente en California era visto, según relata The Washington Post, como un traidor o como un niño mal encaminado que había sido absorbido por los furores de la yihad islámica.

Entonces fue sentenciado a veinte años de prisión tras declararse culpable de apoyar a los extremistas que protegieron a Al Qaeda cuando preparaba los planes de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Sin embargo la salida de Lindh se ha adelantado, por lo que ahora, tres años antes de lo previsto, podríamos encontrarnos al “detenido 001”, como se le llamó en 2001, poniéndole combustible a su auto o a la salida de un Starbucks.

John Walker Lindh, en sus tiempos de combatiente del Talibán. Foto: AP 

La pregunta que el diario capitalino y millones de estadounidenses se hacen es la siguiente: ¿estamos preparados para intentar rehabilitar a este tipo de extremistas y combatientes extranjeros? ¿Puede nuestra sociedad darle la bienvenida a John Walker Lindh?

Según ha trascendido, este hombre ahora de 38 años no ha dejado de sostener los postulados del Talibán y del islamismo más recalcitrante, en total oposición a los principios y el modo de vida occidentales.

“No hay casi nada a nivel federal en términos de programas de desradicalización -aseguró a The Washington Post Bennett Clifford, investigador del Programa sobre Extremismo de la Universidad George Washington-. El modelo actual espera que las largas penas de prisión por apoyo material al terrorismo sean disuasivas”.

De acuerdo con Clifford, la Oficina Federal de Prisiones se ha visto afectada por las restricciones presupuestarias y por una burocracia en expansión, además de predominar en ella un enfoque que se centra en la rehabilitación tradicional.

Otro investigador, Kevin D. Lowry, ha llamado la atención en Journal for Desradicalization de 2018 del hecho que aproximadamente una quinta parte de los casi 500 prisioneros federales sentenciados por delitos relacionados con el terrorismo será puesta en libertad en estos próximos cinco años.

62 de ellos son ciudadanos estadounidenses.

La liberación de Lindh pone también sobre la mesa diversos criterios sobre el trabajo que se debe hacer con los reclusos con vínculos con el Estado Islámico, de manera a prepararlos para su regreso a la sociedad civil.  

En Minnesota, por ejemplo, la Corte de Distrito ha sido pionera en la labor de desradicalización de las creencias extremistas, lo que incluye educación cívica, participación familiar y asesoramiento sobre salud mental para los reclusos.

Voces contra la liberación de Walker Lindh

Aunque las autoridades garantizan que Lindh será vigilado durante los próximos tres años por funcionarios federales de libertad condicional, políticos de ambos partidos se han opuesto al adelanto de su excarcelación.

Los senadores Richard C. Shelby y Maggie Hassan le enviaron la semana pasada una carta a la Oficina Federal de Prisiones pidiéndole información sobre su política para prevenir la reincidencia de los militantes liberados.

“Debemos tener en cuenta las implicaciones de seguridad y protección para nuestros ciudadanos y para las comunidades que recibirán a personas como John Walker Lindh, quienes continúan apoyando abiertamente la violencia extremista”, se lee en la misiva.

Ambos legisladores solicitaron información sobre otros “delincuentes terroristas” condenados que podrían ser liberados de una prisión federal en los próximos años, y preguntaron sobre los pasos que toman estas instituciones para determinar si alguien es una "amenaza pública permanente".

Por su parte, la Oficina de Prisiones expresó en una declaración pública que “participa en esfuerzos nacionales e internacionales para identificar nuevos programas y enfoques diseñados para reducir el riesgo que representan los delincuentes terroristas dentro y fuera de las cárceles”.

De cualquier manera, Lindh estará en breve entre nosotros.

Nacido en Washington DC, pero criado en California, donde se convirtió al islamismo con apenas 16 años, el “Talibán estadounidense” que llegó a conocer y ser entrenado por Osama bin Laden logró evitar una condena de cadena perpetua al asumir su culpabilidad.

En abril pasado, se dijo que el presidente Donald Trump esperaba que Lindh cumpliera la totalidad de su sentencia, pero ahora no está claro si el mandatario podrá ejercer alguna influencia en la decisión de las autoridades de prisiones de liberarlo por buena conducta tres años antes del Correccional Federal Terre Haute, en Indiana.

Según trascendió, ya libre, Lindh necesitará un permiso para adquirir dispositivos compatibles con Internet -los cuales serán monitoreados continuamente-, se le someterá a un asesoramiento sobre salud mental y no se le permitirá comunicarse en internet en ningún idioma que no sea el inglés.

Tampoco poseerá pasaporte, ni podrá comunicarse con extremistas conocidos o acceder a material que refleje "puntos de vista extremistas o terroristas".

Aunque inicialmente se opuso a estas condiciones, el “Talibán estadounidense” las aceptó a fines de marzo pasado tras consultar con un abogado.