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Inmigrante arrestado por ICE deja centro de detención tras la ayuda de otro preso

Un inmigrante preso en una instalación de ICE por más de 10 años logró su libertad gracias a la defensa legal de otro reo que representó su caso ante un juez.

Alexander Jiménez Deleón logró que el Servicio de Migración y Aduanas (ICE) lo dejara libre y no lo deportara a a una muerte segura a Guatemala, después de que José Armendáriz, un compañero de cárcel, que estudió para asistente legal, lo ayudó en su defensa.

José no logró que le dieran el asilo político a Alexander, pero sí que no lo enviaran a Guatemala donde corre el riesgo de ser asesinado por las pandillas debido a su aspecto tatuado con insignias de las Maras. Además consiguió que le buscaran un país que quisiera recibirlo.

“Pensaban que me esperaban varios años más en la cárcel de Theo Lacy antes de que me mandaran a un tercer país. Cuando el oficial de migración me dijo que me iba a dejar salir, le pregunté, ¿en serio?. No lo podía creer”, recuerda riendo de felicidad.

Alexander de 29 años obtuvo su libertad el 3 de abril. “La familia de José, su mamá y sus tías fueron por mí y me llevaron a San Francisco, a la casa de un amigo que me está dando hospedaje mientras encuentro un trabajo y donde vivir”, dice.

Pero el muchacho está más que contento de haber salido libre después de doce años de estar privado de su libertad. “¡Es un milagro de Dios!”, exclama.

Familiares de José Armendáriz fueron por Alexander Jiménez a la cárcel de Theo Lacy en el condado de Orange. (Foto: La Opinión)

Emigró de Guatemala cuando tenía 17 años. No conoció a su padre. Su madre no se hizo cargo de él y fue su abuela materna quien lo crió hasta que vino a Estados Unidos. “Mi madre murió de cáncer un mes antes de que yo saliera libre. Ella estaba muy arrepentida de no haber estado conmigo cuando era niño”, platica.

La soledad lo llevó a involucrarse en la pandilla Mara de la calle 18, donde por primera vez se sintió aceptado e importante. Un año después, Alexander se involucró en un altercado entre pandillas rivales y fue acusado de intento de homicidio en segundo grado.

Fue sentenciado a ocho años de prisión. Tras las rejas, en un acto de lealtad a la pandilla, se tatuó la cara, cabeza y cuerpo completo con insignias que glorificaban a la Mara de la Calle 18.  No le quedó nada de su cuerpo sin un tatuaje.

Al cumplir su sentencia en junio de 2018, fue entregado a los agentes del ICE, quienes lo llevaron detenido a la cárcel de Theo Lacy en el condado de Orange.

José Armendáriz, detenido siendo un adolescente por pandillas y quien en la cárcel estudió para asistente legal, ayudó con su caso a Alexander Jiménez. Ahora está estudiando para abogado. (Foto: La Opinión)

Ahí conoció a otro prisionero y ex pandillero José Armendáriz, graduado de asistente legal, quien aceptó ayudarlo a preparar argumentos para su defensa, aún cuando sus conocimientos de leyes migratorias eran nulos. Para Alexander, eso fue la mejor noticia que había recibido en mucho tiempo, ya que no tenía cómo pagar un abogado de migración.

Platica que cuando le presentó al juez los argumentos escritos a papel y lápiz, el magistrado expresó disgusto, pero a la vez curiosidad ya que era una forma muy informal de defensa.

Cuando el juez le preguntó quién lo estaba ayudando, le dijo que era un amigo. “‘¿Y por qué no está en la sala?’, me preguntó. ‘Porque él es otro preso’, le respondí”.

Aunque el asilo político le fue negado, el juez decidió que Alexander no era deportable y que buscarían un tercer país que lo aceptara.

José de 28 años, afirma que apoyar a Alexander lo llevó a descubrir que cuando salga de la cárcel, quiere ayudar a otros inmigrantes. “Me gustaría ser voluntario en una organización que defienda a los inmigrantes”, dice.

José Armendáriz, detenido siendo un adolescente por pandillas y quien en la cárcel estudió para asistente legal, ayudó con su caso a Alexander Jiménez. Ahora está estudiando para abogado.(Foto: La Opinión)

En diciembre, La Opinión publicó un reportaje con la historia de José y Alexander. En ese momento, José hizo un llamado a un abogado que pudiera ayudarlo probono a luchar contra la apelación interpuesta por el Departamento de Seguridad de la Nación (DHS) al fallo de que no era deportable.

“Días después un abogado del estado de Maryland me mandó una formas por correo para que las llenara lo antes posible. El abogado y profesor de leyes de la Universidad católica de San Francisco, Bill Omg Hing me representó gratuitamente en la Junta de Apelaciones y consiguió que se desestimara la apelación. Ahora el DHS tienen 30 días para apelar, pero mientras tanto me dejaron libre”, dice.

El ICE le dio la libertad, pero le puso una pulsera en el tobillo para monitorearlo electrónicamente. “Dependiendo de cómo avance mi caso, decidirán si me la quitan”, platica Alexander.

Sin embargo, lo que más desea es removerse los tatuajes que se hizo en la cara porque eso le va a ayudar a conseguir un empleo más fácilmente. “Me pusieron en un programa para removerlos, pero me dicen que se va a tomar de dos a tres meses que me llamen”, cuenta.

Otro de sus anhelos es estudiar, aprender inglés y trabajar.

Asegura que se siente muy contento, aunque con un poco de miedo porque todo es nuevo para él después de doce años de estar encarcelado. “Yo quiero aprovechar al máximo esta segunda oportunidad. A veces me siento abrumado porque quiero cumplir con todo lo que me pide mi oficial de libertad condicional y el ICE. Pero después de estar encerrado en un cuarto tanto tiempo, me cuesta trabajo manejar muchas cosas a la vez”, dice.

Alexander muestra contento su pase de libertad. (Foto: La Opinión)

Confia que con la ayuda de Dios podrá quedarse en el país, removerse los tatuajes, estudiar y encontrar un trabajo.

“He salido con una mentalidad diferente. Siento mucha emoción y valoro cosas tan sencillas como una sonrisa”, dice.

Entiende que algunas personas puedan verlo con desconfianza y malicia cuando le ven su cara y cuerpo repleto de tatuajes. “Mi apariencia es mala, es la de un pandillero activo, un delincuente. Pero al regresar a la sociedad, para mi sorpresa me he encontrado con personas que me sonríen, que me preguntan a qué se deben mis tatuajes, y cuando les explico todo lo que pasé, me aconsejan cómo seguir adelante, y eso es lo que todo lo que quiero”, dice.

Alexander está buscando un abogado probono que lo ayude a seguir su proceso con ICE. José, quien salvó a Alexander de que lo deportaran a Guatemala, cayó en la cárcel por un crimen relacionado con las pandillas cuando era menor de edad. Aunque no fue quien disparó el arma, lo condenaron prácticamente a pasar el resto de su vida en prisión. Pero apeló el fallo porque lo sentenciaron como adulto y ganó. Le removieron la sentencia de vida y se prepara para ir a un nuevo juicio.

José está estudiando para abogado en la cárcel de Theo Lacy. Su familia hizo un llamado para ayudarlo a pagar por el costo de su educación tras las rejas. Puedes conocer más de su historia, y donar para sus estudios en el sitio: https://www.gofundme.com/school-funds-for-jose-armendariz