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Estos inmigrantes querían cobrar su sueldo pero su jefe llamó a la policía

El caso de una pareja indocumentada a la que no se le pagó durante meses destapa las violaciones hacia los inmigrantes en la industria de la construcción.
Un obrero de la construcción trabaja en un área donde se erigen condominios.
Un obrero de la construcción trabaja en un área donde se erigen condominios. AP / AP

Claudia Golinelli y Alex esperaban recibir de manos de su empleador cerca de 11.00 dólares que habían ganado en su trabajo en la construcción en Texas, a donde se mudaron tras el auge que ese sector estaba tomando.

Ambos habían llegado a Estados Unidos en el 2004 huyendo de un grupo delictivo que los había amenazado y aunque son indocumentados tenían trabajo y un sueldo estable.

O al menos eso pensaban hasta que en enero del 2014 su empleador se negó a pagarles hasta que terminaran sus labores en un supermercado, reportó The Washington Post.

Tras varios meses sin poder pagar la renta de su casa, en donde vivían junto a sus pequeños hijos, la pareja estaba desesperada porque podían perder su hogar, localizado en los suburbios de Dallas, pero en ese momento recibieron una llamada de su jefe en donde les decía que recibirían su pago el 28 de febrero, solo tenían que ir a su trabajo a buscar el cheque.

Sin embargo, cuando llegaron al lugar, la policía los estaba esperando después de que su empleador los hubiera acusado de robar materiales y herramientas. "Me sentí muy frustrado porque literalmente nos tendió una trampa, y quería que fuésemos a la cárcel en lugar de pagarnos en realidad. No pensó en que mi familia iba a estar desprotegida", dijo Alex.

Cinco años después, la situación de los Golinellis es casi la misma: aún no han recibido su pago y creen que nunca lo obtendrán.

"El gobierno siempre querrá que nos sintamos reprimidos, y el gobierno siempre querrá que sintamos ese miedo porque es una buena manera de explotarnos", dijo Claudia mientras asistía a la proyección del documental Construyendo el sueño americano, que resalta cómo los migrantes indocumentados continúan siendo un sector vulnerables para el robo de salarios o el trabajo en pésimas condiciones.

De acuerdo a The Washington Post, solo en Texas hay casi medio millón de trabajadores que no tienen papeles y, los líderes empresariales de estos sectores cada vez ejercen más presión sobre los legisladores para que se limiten las leyes que protegen a los inmigrantes.

Por su parte, Cristina Tzintzun, cofundadora del Proyecto de Defensa de los Trabajadores, señaló que a uno de cada cinco trabajadores de Texas se le negó el pago por su labor y que la mitad de esos casos que se expusieron en el documental estaban relacionados con personas indocumentadas.

Las historias de abuso de poder tienen lugar constantemente y una de ellas fue la de Roendy Granillo, un inmigrante mexicano de 25 años que también trabajaba en el sector de la construcción.

En julio del 2015, mientras trabajaba en una casa en Melissa, al norte de Dallas, Granillo comenzó a sentirse mal y le pidió a su jefe que lo dejara descansar por unos minutos. Más tarde ese mismo día, murió de un golpe de calor después de que su contratista decidiera que tenía que seguir trabajando. Su historia también fue contada en el documental.

Su muerte resaltó la ausencia de una ley que garantice que los trabajadores de la construcción deben tener descansos regulares mientras están en una obra. Desde ese entonces, la ciudad de dallas aprobó una ordenanza para que cada cuatro horas los trabajadores puedan tomar diez minutos.  

En su propia lucha por la justicia, los Golinellis buscaron ayuda en el Proyecto de Defensa de los Trabajadores y cerca de dos meses después del incidente con las autoridades lograron que se abriera una investigación.

En el 2016, la Comisión de la Fuerza Laboral de Texas, una agencia gubernamental que se encarga de los asuntos de empleo del estado, determinó que el subcontratista había violado las leyes y ellos recibieron un cheque por 421 dólares, aunque no era todo el monto, al menos las cosas estaban tomando un rumbo.

Pero esa misma noche todo cambiaría: mientras conducía a su casa, Claudia fue detenida por conducir a alta velocidad y la policía la entregó a Inmigración y Control de Aduanas (ICE) para que iniciaran su proceso de deportación. Fue liberada bajo supervisión pero cada tres meses debe presentarse en las oficinas de la agencia.

"Se siente como 'El planeta de los simios', donde existe este tipo de especies que tiene que eliminar a otras para poder sobrevivir", aseguró.

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