Andrés Serrano es un artista neoyorquino, hijo de un inmigrante hondureño, que ganó relevancia pública en 1987 con una obra en la que sumergía un crucifijo en un tanque repleto de su propia orina. Ahora prepara una exposición en su ciudad natal tras invertir más de 100.000 dólares en un millar de objetos relacionados con el presidente, Donald Trump.
No es una exposición crítica: “He visto muchas obras de arte contra Trump, y francamente no son buenas, no son interesantes. Yo mejor dejaría al hombre que hable por sí mismo”, ha señalado al diario The Washington Post.
Según cuenta, nunca se ha sentido atraído por la política, que considera “un circo”, y sólo ha votado en dos ocasiones: en 2008 y 2012, al demócrata Barack Obama, y “por lealtad de raza” (su madre es afro-cubana).
Sobre el actual presidente, dice: “Creo que él es Donald Trump, y eso lo dice todo”. “Dice que es bueno en vender cosas, en especial a sí mismo, lo ha hecho de nuevo”.
Si pudiera hablar con él, le pediría que firmara con un rotulador fosforescente amarillo una gran biblia negra, para añadirla a su instalación.
Entre los objetos que ya tiene: recuerdos de sus hoteles y casinos, mercancía de su campaña electoral en 2016, diplomas de su universidad, corbatas, pasteles de boda, e incluso un dólar falso con la imagen de la demócrata Hillary Clinton entre rejas, firmado por él.
“Me gustaría que Donald Trump viniese a ver la exposición y dijera, ‘vaya, es una buena exposición, sabes, he hecho un montón de cosas buenas”, explica Serrano, “y entonces quizá se sintiera mejor sobre sí mismo”.
Para atraer su atención, espera colocar un anuncio de 15 segundos en el canal de televisión favorito del presidente, Fox News.