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La Corte Suprema da luz verde a una ejecución pese que el condenado dice que le causará un dolor inhumano

Russell Bucklew mató a un amigo de su ex novia y fue condenado a muerte. Pero alegó que sufre una enfermedad que convertiría la inyección letal en una tortura. Esto es lo que decidió la Corte Suprema.

Russell Bucklew vivía con su novia, Stephanie Ray, en un tráiler en el condado de Cape Girardeau, junto al río Mississippi, hasta que ella decidió romper la relación el día de San Valentín.

Él se fue de vuelta a vivir a casa de sus padres, pero el 6 de marzo regresó al tráiler y se encontró allí a su novia con otro hombre, Michael Sanders. Creyendo que tenían una aventura romántica, Bucklew le puso al hombre una navaja en el cuello y amenazó con matarlo si volvía a ver a la mujer.

Al día siguiente, Bucklew la llamó por teléfono al trabajo y amenazó con matarla a ella y a su hijo. La mujer, asustada, se fue a casa de Sanders.

Unos días después, en la noche del 20 de marzo, Bucklew robó el carro de su sobrino, y dos pistolas y unas esposas de su hermano. Al día siguiente siguió a su ex novia hasta el tráiler de Sanders, y le disparó a este dos balas.

Una vez en el suelo, fue a rematarle con un tiro en la cabeza, pero cuando vio al hijo de seis años del hombre decidió disparar al niño. Falló.

Sanders murió desangrado. Bucklew secuestró a su ex novia y la violó, hasta ser arrestado después de un tiroteo con la policía.

Aquello sucedió poco antes de que comenzara la primavera de 1996 en Missouri. Bucklew fue condenado a muerte un año después por asesinato en primer grado, entre otros delitos, pero la sentencia no pudo ser ejecutada por problemas en el suministro de las drogas necesarias para la inyección letal.

La Corte Suprema de Missouri decretó al fin una fecha para la ejecución: un minuto pasada la medianoche del 21 de mayo de 2014.

Pero entonces su abogado aseguró que la ejecución se convertiría en un “desastre” judicial “feo y sangriento” porque Bucklew sufría una condición médica que alargaría su muerte y la convertiría en “extremadamente dolorosa”.

Antes de inyectar el veneno que causa la muerte, las autoridades de Missouri introducían en las venas un fármaco para elevar la presión sanguínea. Según su abogado, eso provocaría que se desangrara internamente hasta morir ahogado en su propia sangre al estallar un tumor en su garganta, al tiempo de bloquear la circulación del veneno.

La apelación llegó hasta la Corte Suprema, que este lunes, más de 20 años después del asesinato, ha decidido que Bucklew debe morir aunque sea sufriendo, según ha informado la agencia de noticias The Associated Press.

El dictamen se ha aprobado con el voto a favor de los cinco magistrados conservadores y el voto en contra de los cuatro progresistas, que consideran que la prohibición constitucional de un castigo cruel o inusual.

Bucklew había solicitado previamente que se le ejecutara haciéndole inhalar nitrógeno, pero el estado de Missouri se negó al no existir precedentes.

Según el voto de la mayoría conservadora (reforzada por dos magistrados nombrados por el presidente, Donald Trump), Bucklew no presentó pruebas de que ese método fuera a ser menos doloroso, ni que pudiera estar listo pronto.

La minoría progresista recalcó que la Constitución prohíbe usar “horribles métodos de tortura” para ejecutar a los reos, y alegó que Bucklew no tenía por qué buscar un método alternativo, pero aunque hubiera sido así, también habría cumplido ese requisito al apuntar a la muerte por nitrógeno.

Para terminar esta historia, un dato triste: Stephanie Ray, la ex novia de Bucklew, secuestrada y violada antes de ser liberada por la policía, murió 13 años después a manos de otro hombre.

Fue hallada muerta en junio de 2009 por un disparo en el pecho en Perryville (Missouri). El presunto autor fue su ex marido, John Shuffit, que luego se suicidó. La mujer murió baleada delante de dos de sus tres hijos.