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Cortes de inmigración sin suficientes intérpretes de lenguas indígenas

Caos en las cortes de migración de todo el país por la falta de intérpretes de lenguas indígenas, especialmente de las habladas en Centroamérica.

Magdalena Lucas Antonio de Pascual es una de las miles de inmigrantes que, junto a sus tres hijos, enfrenta un proceso de deportación.

Sin embargo, su caso ha tenido complicaciones debido a que Pascual solo habla el q’anjob’al, una lengua maya también conocida como kanjobal que se utiliza en algunas comunidades intrincadas de Guatemala, y en las cortes de inmigración no hay suficientes intérpretes de lenguas indígenas.

Mientras Pascual se encontraba en su audiencia, aunque contaba con un traductor, parecía no entender lo que el juez Philip S. Law le estaba preguntando a la par de que trataba de explicarle el proceso y sus derechos.

-¿Qué idioma habla? , le preguntó a Pascual, país a mediados del 2018 para reunirse con su esposo que vive en San Diego, California.

-¿Dice que por qué me fui de mi país? Crucé la frontera ilegalmente porque tenía que hacerlo?, respondió Pascual mediante el intérprete. Ella no sabe leer ni escribir, por lo que no recuerda qué documentos llenó al llegar a la frontera o qué habló con los agentes.

El malentendido, que continuó durante 50 minutos, volvió a exponer un problema recurrente en las cortes del país: el aumento de inmigrantes que solo hablan lenguas indígenas y la escasez de traductores que puedan ayudar.

Según reporta The New York Times, estas situaciones tienden a crear retrasos en un sistema judicial que de por sí ya está abrumado por el creciente número de casos: hay más de 800.000 carpetas en espera de ser analizadas.

Aunque el gobierno estadounidense tiene intérpretes para hasta 350 idiomas como el árabe, ruso o el panyabi, no cuenta con suficientes recursos para apoyar las 25 lenguas que más se han utilizado en los tribunales de migración durante los últimos años y que mayoritariamente son dialectos indígenas de Guatemala como el quiché y el kanjobal.

“Es un desperdicio masivo de nuestro tiempo tener que reorganizar cientos de miles de casos para lidiar con problemas relacionados al idioma y después no tener un intérprete”, señaló Ashley Tabaddor, jueza de inmigración en Los Ángeles y presidenta de la Asociación Nacional de Jueces de Inmigración (NAIJ).

El pequeño círculo de intérpretes que entiende cuestiones básicas de estas lenguas carece de una capacitación para ayudar a los inmigrantes puesto que se necesita dominar el significado de términos legales, lo que es por sí difícil, y existen diferencias importantes entre los propios dialectos en dependencia de la región.

“La falta de intérpretes para las personas indígenas ha sido un problema durante mucho tiempo. Pero lo que vemos ahora es algo completamente distinto: tenemos poblaciones enteras que llegan hablando lenguas que no hemos escuchado antes en Estados Unidos”, dijo Odilia Romero, intérprete de zapoteco y activista del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales desde hace 20 años.

En tanto, los abogados de migración han denunciado que muchas veces estos migrantes no pueden ser entendidos en las cortes, por lo que no hay una vía segura para evitar las injusticias.

“Es posible que el tribunal proporcione un intérprete para cumplir con el requisito, pero eso no significa que haya un entendimiento auténtico”, agregó.

Generalmente los tribunales tienen sus propios intérpretes de español, pero en muchos casos dependen de contratistas privados para conseguir traductores que entiendan las lenguas indígenas. Según la publicación citada, la mayoría de ellos son ofrecidos por la empresa SOS International, en Virginia, que tiene un contrato de 80 millones de dólares con el gobierno federal.

“Hablar un idioma no es lo único que te califica para ser intérprete. Debes entender la ley, saber escribir, debes saber preguntar algo concreto. Estás tratando con los derechos de la gente, es tu responsabilidad moral asegurarte de que entiendan exactamente lo que está diciendo el juez", explicó Policarpo Chaj, un intérprete de quiché que emigró a Estados Unidos desde Guatemala en los años 90.