La policía holandesa detuvo este lunes a Gökmen Tanis, un hombre de 37 años nacido en Turquía, como principal sospechoso del tiroteo en un tranvía en la ciudad de Utrecht, en el centro de Holanda. Las autoridades barajan como causas del ataque, que dejó tres muertos y tres heridos graves, dos hipótesis: la motivación terrorista y un ajuste de cuentas por asuntos familiares, aunque este mañana la Fiscalía ha informado de que "no parece que haya una relación" entre las víctimas y el principal sospechoso. No obstante, un hallazgo ha reforzado la idea de que la matanza haya sido un atentado.
Las fuerzas de seguridad han localizado una carta en el coche de Tanis que fortalecen “seriamente” el supuesto de la motivación terrorista, aunque no se descartan otros motivos. Además del principal sospechoso, otras dos personas permanecen arrestadas y serán interrogadas. Se trata de dos hombres de Utrecht que tienen 23 y 27 años.
Las autoridades también ha identificado a las víctimas. Una mujer de 19 años y dos hombres de 28 y 49 años, todos holandeses. Además, tres personas resultaron gravemente heridas (una mujer de 20 años de Utrecht, un hombre de 74 años de De Meern y una mujer de 21 años de Nieuwegein). En la agitada situación que surgió inmediatamente después del tiroteo, cuatro personas también resultaron heridas leves.
Según fuentes policiales, Tanis tiene al menos nueve antecedentes penales desde 2012 por "delitos comunes" y, hace dos semanas, tuvo que declarar ante la justicia por tres casos: robo de bicicletas en la calle, un atraco a una tienda de bicicletas y un caso de violación y maltrato a una mujer, delito por el que estuvo arrestado seis semanas.
Sus amigos y conocidos, que han sido interrogados, le describen como una persona "poco estable" y con "problemas psicológicos", pero también subrayan que desde hace dos años, tras divorciarse, tuvo etapas en las que era "muy religioso, practicante y se dejaba crecer la barba" y después cambiaba, y "solo se dedicaba a tomar alcohol".
El padre del detenido, Mehmet Tanis, declaró a los medios que hace años que no sabe nada de su hijo. "Nosotros no hablamos. Si hizo eso debería pagar por ello. No tengo información sobre su estado psicológico durante el ataque", dijo en unas declaraciones recogidas por la agencia privada Demirören.