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“Muchos le querían muerto”. Este sacerdote era un monstruo. Fue brutalmente asesinado

Nunca sabes quién son en realidad tus vecinos. Este viejito escondía un oscuro secreto. Hace un mes, su nombre apareció en una lista maldita. Ahora está muerto.
Imagen de un cordón policial protegiendo la escena de un crimen
Imagen de archivo de una cinta policial en la escena de un crimenNOPD / New Orleans Police Department
/ Source: TELEMUNDO

“Nunca sabes quién son [en realidad] tus vecinos”, aseguraba John Deangelo.

Al menos, hasta que son brutalmente asesinados.

John Deangelo vive en Henderson, un plácido suburbio de Las Vegas (Nevada) junto a dos parques naturales. Pero no es él quien nos interesa, sino su vecino, aquel al que decía no conocer realmente: John Capparelli.

Capparelli era un anciano de 70 años, que se había retirado en su casa de Henderson, y que fue hallado muerto en ella el pasado sábado a las nueve y media de la mañana por un trabajador social que había venido a ver cómo estaba.

Recibió un disparo en el cuello. La policía cree que fue asesinado, pero carece de sospechosos hasta el momento, según la emisora Fox5.

“Creo que hay mucha gente que le quería muerto”, aseguró Rich Fitter, “creo que el mundo es un lugar mejor y más seguro sin él”.

Fitter conocía al hombre asesinado desde 1982. Entonces, él tenía 15 años y Capparelli era sacerdote en una iglesia católica de New Providence (Nueva Jersey).

“Él jugaba ese papel de adulto simpático con el que te apetece estar”, explica Fitter, pero mostraba extrañas preferencias: tenía un club de lucha libre en el que, según cuenta, los jóvenes tenían que combatir en bañador en vez de pantalones.

El sacerdote terminó participando en esos combates, y Fitter asegura que sus manos iban a partes del cuerpo donde no debían. Además, tomaba fotos. Fotos extrañas. Finalmente, todo aquello derivó en un asalto sexual violento.

Durante siete años, no se lo contó a nadie. Su carácter cambió, sus padres le preguntaban si tomaba drogas, pero él no dijo nada.

Un día, trabajando en un restaurante, un incidente le devolvió las memorias reprimidas. Se lo contó a sus padres, y ellos a la Arquidiócesis.

“Lo  único que pedía era que no le dejaran estar cerca de niños porque era peligroso”, explica Fitter.

El sacerdote fue suspendido, tras ejercer como cura entre 1980 y 1992, pero no fue denunciado ante la justicia. Eso le permitió convertirse en maestro de escuela pública y de universidad.

“Si quieres conseguir la mejor nota, sé el alumno con suerte con el que practica lucha libre”, decía sobre él en 2008 una web en la que se califica a los profesores.

En 2011, Fitter demandó ante la justicia al sacerdote y a la iglesia. Llegó a un acuerdo económico “que probablemente no cubre ni mis años de terapia”.

En 2013, la Fiscalía de Nueva Jersey pidió a Fitter que testificara contra Capparelli, pero él no tuvo fuerzas para ello.

Capparelli decidió jubilarse con la pensión correspondiente a su sueldo de 96.000 dólares, y en 2016 se retiró a Henderson, a 2.500 millas de distancia, donde sus vecinos le describían como un hombre tranquilo, reservado y amable.

El pasado 13 de febrero, la Arquidiócesis de Nueva Jersey publicó el nombre de 188 sacerdotes acusados de abusar sexualmente de niños. Capparelli era uno de ellos.

Un mes después, el sacerdote era hallado asesinado.