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“Fue más estúpido que criminal”. Una broma de estos dos hermanos provoca un incidente terrorista en la frontera

Un carro cargado de bidones de gasolina quedó detenido junto a la frontera. No llevaba matrícula y sus dos ocupantes miraban al frente paralizados. Entonces empezaron a avanzar lentamente.

El pasado 25 de octubre, dos hermanos, Bailey Roy, de 21 años, y Damien Roy, de 22, compraron un carro antiguo, un Buick Skylark de 1967.

Pese a que no tenían aún la documentación del vehículo, quisieron manejar hasta México. Y decidieron hacerlo sin detenerse en ninguna gasolinera de Estados Unidos, el país que debían atravesar desde su hogar en la provincia canadiense de Nova Scotia.

El resultado fue una espectacular operación antiterrorista con helicópteros y armas de fuego, y un insulto del juez que, para su fortuna, les devolvió a la vida civil.

El pasado 26 de octubre, los dos hermanos cargaron su vehículo con 21 bidones de gasolina, amontonados en el asiento trasero y la cajuela. No querían tener que detenerse a repostar en Estados Unidos, pero, además, tampoco usaron navegación GPS sino mapas de papel para orientarse. Y eso no es todo.

Tampoco tenían pasaporte, así que optaron por entrar en Maine como inmigrantes indocumentados, usando una carretera sin puntos de control.

Pero se perdieron, y acabaron en el control de Woodstock, al este de Houlton (Maine), según informa la televisión pública canadiense.

Su carro no llevaba ni matrícula ni placas.

Cuando se dieron cuenta de su error, se quedaron “congelados”, según relató la Fiscalía durante el juicio celebrado el pasado viernes. Y así, pasadas las 10 de la mañana, a sólo unos pies de uno de los puestos de control más transitados de la frontera entre Canadá y Estados Unidos, los dos hermanos detuvieron su carro, cargado hasta el borde de bidones de gasolina en medio de la carretera.

A los oficiales de la frontera no les gustó nada su idea.

Dos de ellos se acercaron a su carro en un vehículo con las luces y las sirenas encendidas. Uno de ellos les preguntó si todo iba bien, y ellos no respondieron, se quedaron mirando hacia delante en silencio.

Un agente intentó abrir la puerta del conductor, pero estaba bloqueada. Y fue entonces cuando vio los bidones de gasolina.

Ahí fue cuando se desplegaron los agentes canadienses y los oficiales fronterizos estadounidense, perros policía y hasta un dron. La frontera quedó cerrada durante más de seis horas al tráfico, mientras todos intentaban comunicarse con los hermanos.

“Ellos no se movieron”, explicó el fiscal, Brian Munn.

Finalmente, avanzaron hacia el puesto de control, detuvieron el carro, y se bajaron por el asiento del pasajero. Fueron arrestados por agentes estadounidenses.

El mayor fue devuelto a Canadá en 24 horas, pero el menor pidió asilo en Estados Unidos, así que pasó allí detenido un mes antes de ser regresado a su país.

Ambos aseguraron que no habían planeado cometer un atentado terrorista, sino que hicieron algo “estúpido”. La Fiscalía estuvo de acuerdo, “fue más estúpido que criminal”.

Fueron condenados a tres meses de prisión, que ya habían cumplido a la espera de juicio, así que quedaron en libertad.

Preguntaron por su carro, pero estaba aún en Maine. Así que, con lo puesto (pantalones cortos de deporte, zapatillas y sudaderas), se pusieron a buscar la forma de regresar a casa de su madre en Halifax.