Jerry Westrom fue en enero a un partido de hockey en Minnesota y aprovechó para comprar un hot dog. Cuando terminó de comerlo, se limpió con una servilleta y tiró los restos a un contenedor de basura.
La policía recogió rápidamente esa servilleta, y el lunes fue a detenerle a su oficina de Minneapolis, acusado de asesinato.
Jeanne Ann Childs fue hallada muerta en el dormitorio de su vivienda en Minneapolis el 13 de junio de 1993. La policía había acudido al edificio porque un inquilino vio agua saliendo del apartamento de la mujer, que entonces tenía 35 años: la encontraron muerta en la ducha, desnuda excepto por los calcetines, con el agua corriendo. Tenía docenas de puñaladas, y heridas infligidas después de muerta, según informa el diario Star Tribune.
La policía recuperó una manta, una toalla y prendas de ropa, y examinó una mancha de sangre en el lavabo, pero no pudo localizar al asesino y el caso se enfrió.
Fue revivido en 2015, cuando las muestras de ADN recopiladas fueron enviadas a una base de datos criminal, y a otra de una compañía privada. Sin éxito. En 2018, sin embargo, se compararon esas muestras con la base de datos de una web de genealogía, y produjo dos resultados: Westrom y un pariente cercano.
La policía siguió entonces de incógnito a Westrom, hasta poder recuperar la servilleta durante el partido de hockey. Las muestras de ADN obtenidas de la servilleta coincidieron, según los investigadores, con las halladas en la escena del crimen. Tras su arresto, se tomaron nuevas pruebas, que coincidieron con las del semen que había en la toalla y la manta del apartamento de Childs.
Westrom, que ahora tiene 52 años y en el momento del crimen tenía 27, ha negado la acusación; ahora está en prisión con una fianza de un millón de dólares.
El hombre había estado trabajando en Minneapolis cuando sucedieron los hechos, según su padre. Seis meses después se mudó, se casó y tuvo dos hijos, e inició un próspero negocio en la localidad de Isanti. Fue detenido, eso sí, acusado de conducir borracho y solicitar servicios sexuales.
Más de 15 millones de personas han enviado muestras de ADN a servicios de genealogía en los últimos años, según el diario The New York Times. La policía ha usado esta información para detener a criminales y asesinos en serie.