IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

Esta familia latina cifra su esperanza en la política de separación de familias. Le explicamos por qué

“Le ruego mucho a Dios porque ellos me dejen regresar y estar con mi esposa". Piden una segunda oportunidad, pero la administración Trump tendría que reconocer que hizo algo malo.
/ Source: TELEMUNDO

Una familia guatemalteca, que huyó de la violencia de las pandillas tras el asesinato de su hijo, ahora se enfrenta a un complicado caso de separación familiar, aunque la administración Trump se ha negado a reconocerlo como tal.

Esvin Fernando Arredondo Rodríguez se entregó a las autoridades migratorias estadounidenses en la frontera sur en mayo pasado junto con su hija Andrea de 12 años, reportó el portal de noticias Buzzfeed News. En el proceso, fueron separados. Y mientras que Andrea consiguió pasar la entrevista de miedo creíble para continuar con su petición de asilo en territorio estadounidense, a Fernando se le negó y fue deportado a Guatemala.

“Cambió mi vida por completo”, dijo Cleivi, esposa de Fernando, y quien pidió al portal Buzzfeed que se les identifique por el nombre de pila. “Quería estar con mi esposo, como una familia. Pero todo está roto”.

Tras la terminación de la política de separación de familias de Trump por una orden judicial, la familia está buscando una segunda oportunidad. Sin embargo, el Gobierno no quiere reconocer que separó a Fernando de su familia.

Según las autoridades, el día que la política de separación de familias llegó a su fin, el 26 de junio de 2018, Andrea ya no estaba bajo custodia federal, aunque Fernando sí, por lo que su caso ya no califica como un separación familiar y no está obligado a reunificarlos.

Una tarde de abril de 2017 Marco Arredondo, un joven de 17 años, fue asesinado afuera de la casa de su abuela en la Ciudad de Guatemala por dos presuntos pandilleros. Tras el ataque, su madre, padre y tres hermanas decidieron huir del país y buscar asilo en Estados Unidos.

Cleivi, la madre de 44 años, y dos de sus hijas lograron ingresar al país con una solicitud de asilo. Andrea también logró ingresar, a pesar de que la separaron de su padre en la frontera, pero Fernando fue deportado a Guatemala.

Cleivi dice que Fernando y ella contaron la misma historia a los oficiales de inmigración que hicieron las entrevistas, a pesar de ello, uno fue admitido y el otro deportado.

El 24 de mayo, tras contar la historia de cómo su hijo había sido asesinado de nueve balazos por un par de pandilleros y cómo la policía en Guatemala había sido incapaz de proteger a la familia de las amenazas que seguían recibiendo, a Cleivi y a sus hijas Keyli y Alison se les permitió ingresar al país. Cuatro días después, Fernando contó la misma versión, pero su caso fue denegado.

Esa semana el fiscal general Jeff Sessions había dicho que la violencia de las pandillas no constituía una razón para pedir asilo. Ese mismo año una corte federal contrarió ese dictamen.

Una disposición judicial obliga al Gobierno a reunificar a las familias que separó. La abogada de Fernando, Linda Dakin -Grimn, espera que éste puede ser traído de vuelta a Estados Unidos para una reevaluación de su entrevista de miedo creíble y de este modo puede ser reunificado con su familia.

“Pido al Gobierno que me dé otra oportunidad”, dijo Fernando al citado portal de noticias. “Le ruego a Dios mucho porque ellos me dejen regresar y estar con mi esposa, con mis hijas. Que me reúna con ellas, que seamos una familia como solíamos ser”.