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Engaño, secuestro, tortura y asesinato de dos inmigrantes latinos en la ciudad más peligrosa

Una mujer los encontró por la calle y les sedujo para que acudieron a una casa. Allí, en lugar de mujeres, les esperaba un hombre calvo y un infierno. Sólo hubo un misterioso superviviente.
Callejón en el que fueron hallados los cuerpos de los dos jóvenes asesinados.
Callejón en el que fueron hallados los cuerpos de los dos jóvenes asesinados. Google / Google

Tres adolescentes hispanos salieron un sábado por la tarde a ver a unos amigos. Sólo uno de ellos regresó con vida: los otros dos fueron engañados, secuestrados, torturados y asesinados. Sus cuerpos sin vida fueron hallados a la mañana siguiente, abandonados con cobertores en la calle cerca de una escuela.

El otro joven pudo escapar con vida, aunque lastimado en el cuello tras ser estrangulado, y sigue traumatizado por lo que ocurrió aquella noche del 15 de diciembre después de que una mujer les ofreciera sexo de pago.

Jasson Ricardo Acuña Polanco, de 16 años, y Jorge Alexander Ruiz Duban, de 17, habían emigrado de la ciudad hondureña de San Pedro Sula el pasado octubre con dirección a Estados Unidos, pero se quedaron atrapados en Tijuana (México) a la espera de un turno para pedir asilo que nunca llegó.

Los jóvenes llevaban dos o tres semanas viviendo en un refugio YMCA para menores no acompañados y aquella tarde salieron a dar un paseo por el bulevar Cuauhtémoc en dirección al polideportivo Benito Juárez, donde dormían otros compañeros de la caravana en la que habían llegado ese otoño a Tijuana.

En su camino, se cruzaron con dos mujeres, con las que “platican y hay un entendimiento”, según relató el subprocurador de Justicia en Tijuana, Jorge Álvarez, al diario La Jornada. “¿Qué andan haciendo?”, les preguntó una de las mujeres, a lo que uno de ellos respondió, “Vamos a cambiar un cheque”.

“Ellas les proponen ir a tener sexo”, añade Álvarez, “ingresan a una cuarteria, y cuando llegan ahí una de las jóvenes llama por teléfono y le dice a alguien que ya vaya. Llegan dos personas del sexo masculino y les preguntan por el dinero. El móvil era el robo, los agresores están completamente drogados y sin ningún motivo, salvo el que no traían dinero, estrangulan a uno de ellos”.

Así se deduce del relato del superviviente, según Álvarez, que no llegó a saber la suerte del otro joven porque pudo escapar antes. Su compañero murió asfixiado, pero también tenía heridas de arma blanca.

Álvarez considera que el motivo del secuestro fue quitarles el dinero que pudieran tener, pero al comprobar que no llevaban nada, decidieron extorsionar a sus familiares. Luego optaron por torturarlos: les desnudaron, ataron con cadenas, e hirieron con tijeras. Uno de ellos murió estrangulado, y el otro ahogado con un palo. Fueron hallados en ropa interior; uno de ellos, vestido de mujer.

Según la reconstrucción del medio ZetaTijuana, la mujer primero les preguntó su habían visto un perro que había salido de una casa; hablando con ellos, le dijeron que iban a cobrar un cheque y entonces ella les ofreció primero drogas, sin éxito, y luego que les acompañara a una casa a tener sexo con otras mujeres.

La mujer, identificada por este medio como Esmeralda García, les condijo hasta una casa donde, en vez de mujeres, se encontraron a un hombre calvo, Francisco Javier Zavala, apodado El Zanahorio, que cerró el portón a su espalda y les ordenó sentarse en un sillón. La mujer les exigió entonces el dinero, celular y ropa, amenazándoles con unas tijeras.

Llegaron a la casa otros dos hombres, según este medio, uno de ellos el novio de la mujer, Carlos Martínez, apodado El Morral, que les preguntó por el cheque. Al ver que no lo tenían, la mujer le clavó las tijeras en el cuello a Jasson Ricardo Acuña Polanco, mientras El Morral asfixiaba con un torniquete a Jorge Alexander Ruiz Duban. Luego acabó con la vida de Acuña, ahogándole con el palo de un recogedor.

En este relato no queda tampoco claro como pudo escapar el tercer joven.

Los policías le interrogaron al superviviente, cuya identidad se mantiene en secreto porque su vida corre peligro, y con él repitieron dos días después el recorrido que habían hecho esa tarde. En el camino, se encontraron con la misma mujer que les había engañado, y ella les llevó a la casa del crimen, donde encontraron a uno de los hombres y pudieron rastrear a otro. Los tres fueron detenidos.

Su muerte, reconstruida por el diario The Guardian, ilustra la suerte de decenas de menores de edad que llegan a la frontera en caravanas de inmigrantes centroamericanos pero a los que las autoridades mexicanas no permiten apuntarse a la lista para pedir asilo, según denuncian organizaciones de derechos humanos.

Este crimen “ha atraído la atención porque las víctimas eran de la caravana, si no, nadie lo habría sabido, habrían sido sólo dos asesinatos más en Tijuana”, explica Álvarez. Más de 2.500 personas fueron asesinadas en esta ciudad fronteriza el año pasado; es una de las ciudades más peligrosas del continente, con una tasa de homicidios de 126 por cada 100.000 habitantes.