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Sus padres se durmieron. La alarma no sonó. Cuando encontraron a su hija, era demasiado tarde

La madre se quedó dormida en el sofá. El padre, en la cama. La hermana subió a su habitación. Y la alarma de la puerta trasera no sonó porque le habían quitado las baterías.

Izabella Bussard tenía tres años y por lo general era su hermana mayor la que la cuidaba en su casa familiar en Manaheim, un pueblito de Pennsylvania.

Pero aquel 28 de abril de 2017, la adolescente le pidió a su madre que se encargara de la niña después del colegio, y se subió a su dormitorio. La mujer, Susie Rehm, de 40 años accedió a hacerlo, pero se quedó dormida en el sofá. En su habitación, dormía también el padre, Geoffrey Bussard.

La casa estaba inhabitable, y había restos de consumo de drogas, según denunció después Amy Muller, fiscal del condado de Lancaster.

Aquella tarde, Izabella, sin nadie que la vigilara, salió de la casa por la puerta trasera. Sus padres habían instalado una alarma que les avisara si alguien la abría, porque la niña tendía a escaparse por allí, pero habían quitado las baterías porque les molestaba el sonido del aviso, según la Fiscalía.

La niña salió por la puerta, y mientras sus padres dormían en la casa, cayó a la piscina. Transcurrió una hora antes de que su hermana la encontrara y tratara sin éxito ya de salvarle la vida.

Su madre se ha reconocido culpable de homicidio involuntario y podría ir hasta dos años a prisión; su padre pasará cinco años en libertad condicional por poner en peligro la vida de la niña.