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Este choque de carro descubrió el gran engaño con inmigrantes en un club de golf de Trump

Este latino chocó con su carro pero escapó: fue su perdición entonces, y un grave problema ahora para el presidente. Y a miles de millas de distancia, algo cambió en un pueblo entero.
Trump, en un evento en su club de golf de Bedminster en agosto de 2018.
Trump, en un evento en su club de golf de Bedminster en agosto de 2018. AP / AP

Reinaldo Villareal chocó el carro que manejaba contra otro vehículo dentro del club de golf que Donald Trump posee en Bedminster (Nueva Jersey). Decidió huir porque supuestamente no tenía tiempo para pararse, y ésa fue su perdición entonces… y un problema ahora para el presidente.

La mujer contra la que chocó no sólo denunció el accidente a la policía, sino que contó que, en realidad, Reinaldo se llamaba Fredis. El agente buscó al hombre en el club de golf, y sus responsables le dijeron que sí, que efectivamente trabajaba allí, y le mostraron sus tarjetas de residencia y de seguro social. Pero cuando el policía encontró al fin a Reinaldo y le preguntó sobre el accidente, el hombre confesó que en realidad se llamaba Fredis Otero y que su documentación era falsa.

Aquello ocurrió el 9 de junio de 2011, y fue entonces cuando los responsables del club de campo de Trump tuvieron noticia supuestamente de que habían dado empleo a inmigrantes indocumentados con papeles falsificados, según informa el diario The Washington Post.

Otros supervisores recibieron avisos similares en años posteriores, según este medio, pero siguieron beneficiándose del trabajo de inmigrantes indocumentados, tanto en esta instalación, que regentan Eric y Donald Jr., hijos del presidente, como en otras también de su propiedad.

Eric Trump ha negado que fueran conscientes de esta situación, y ha indicado que, tan pronto como tuvo noticia, tomó medidas. En los dos últimos meses, los cinco clubs de golf del presidente en Nueva York y Nueva Jersey han despedido a al menos 18 trabajadores indocumentados, según el citado medio, después de que el diario The New York Times contara la historia de dos mucamas sin papeles que habían atendido personalmente al presidente en una de sus instalaciones.

De los 12 clubs de golf de Trump en todo el país, sólo tres (en Carolina del Norte, California y Florida) usan el sistema E-Verify, puesto en servicio por el Gobierno federal en 1997 para comprobar la veracidad de los documentos laborales. 

De esta situación se ha beneficiado particularmente una zona encajonada por las montañas y el mar entre Santa Teresa y Cajón, en Costa Rica, donde vivían algunos de los trabajadores indocumentados a los que el club de Trump pagaba ocho dólares la hora, la mitad del salario habitual, y sin beneficios ni horas extra.

Entre ellos, Darío Angulo, de 34 años, que ahora vive con su esposa e hijas en una casa nueva construida, dice, con el dinero que ganó a 4.000 millas de distancia trabajando para Trump. O Mauricio Garro, de 36, que le explicaba a The Washington Post que mudarse a Estados Unidos “no fue un cambio drástico”: “Prácticamente todo mi pueblo vivía allí”.

Algunos denuncian que los responsables del campo sabían que sus documentos eran falsos, e incluso hacían bromas al respecto. “Escucha, no tenemos papeles”, le dijo Gilberta Domínguez a su supervisor en 2016, y cuenta que le respondió: “No importa, no lo menciones”.