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Muro, asesinos en serie, y coyotes: estas son las quejas y promesas de Trump para los inmigrantes

El presidente ha defendido una reforma legal que afectaría a más de un millón de personas, y ha enfrentado a los inmigrantes legales con los indocumentados (entre ellos, un asesino en serie).
El presidente Trump durante su discurso sobre el Estado de la Unión el 5 de febrero de 2019
El presidente Trump durante su discurso sobre el Estado de la Unión el 5 de febrero de 2019REUTERS / REUTERS

El presidente, Donald Trump, ha reclamado este martes en su discurso sobre el estado de la Unión la creación de “un sistema migratorio seguro, legal y moderno”, y ha puesto una fecha límite: 10 días.

Eso es lo que tardará el Gobierno federal en quedarse de nuevo sin presupuesto si no media un acuerdo entre republicanos (que controlan la Casa Blanca y el Senado) y demócratas (que controlan la Cámara de Representantes). Puede así repetirse el reciente cierre parcial del Gobierno, que duró 35 días y llevó al límite a servicios federales clave como el tráfico aéreo.

“Ahora es el momento para que el Congreso muestre al mundo que Estados Unidos está comprometido a acabar con la inmigración ilegal y a arruinar a los coyotes, carteles, narcos y traficantes de personas sin escrúpulos”, ha dicho Trump.

El presidente ha presionado así a los demócratas a aceptar su reforma migratoria, que no sólo requiere 5.700 millones de dólares para construir su muro fronterizo, sino también un profundo cambio legal que afectaría a cientos de miles, si no millones, de personas. Es su condición para aprobar el presupuesto que impida un nuevo cierre del Gobierno federal; si no lo consigue, podría aprobar de todas formas ese presupuesto, pero declarar una emergencia nacional en la frontera que le permita obtener fondos extraordinarios para el muro.

Su principal argumento ahora es la llegada, ha dicho, de “grandes caravanas organizadas” de inmigrantes que marchan a través de México en dirección a la frontera, según el presidente con la ayuda de ciudades del país vecino, que fletan autobuses para librarse así de los indocumentados, llevándoles a zonas sin apenas protección de la Patrulla Fronteriza.

El presidente acaba de ordenar el despliegue de 3.750 soldados más en la frontera, que en realidad no colaboran en labores migratorias pero alimentan esa sensación de crisis. Las cifras desmienten al presidente: no hay una llegada récord de inmigrantes, y la anterior caravana no invadió el país sino que, en su mayoría, pidió asilo legalmente en la frontera o cruzó la línea para entregarse a los patrulleros y acelerar así los trámites burocráticos.

Para Trump, sin embargo, se trata de un “asunto moral”, porque “el estado sin ley en la frontera es una amenaza para la seguridad y el bienestar económico de todos los estadounidenses”. “Es nuestra obligación moral crear un sistema migratorio que proteja las vidas y trabajos de nuestros ciudadanos”, ha dicho.

Y ha insistido especialmente en “los millones de inmigrantes que viven ahora aquí, siguiendo nuestras leyes respetuosamente”, que “enriquecen nuestra nación y refuerzan nuestra sociedad de incontables formas”. “Quiero que llegue gente a nuestro país, pero tienen que venir legalmente”, ha recalcado.

Trump considera que el estadounidense de a pie está a favor de sus ideas, mientras que los “políticos ricos” que defienden “las fronteras abiertas” viven al tiempo protegidos “detrás de muros, puertas y guardas”. El precio de la inmigración ilegal, añade, lo pagan así los ciudadanos con “menos empleos y salarios, escuelas y hospitales colapsados, más crimen y una red social adelgazada”.

“La tolerancia hacia la inmigración ilegal no es compasiva sino cruel”, defiende el presidente recalcando los crímenes y abusos que sufren los inmigrantes  (sobre todo, las mujeres) en su viaje hacia Estados Unidos, pero también “las decenas de miles de inocentes estadounidenses” que fallecen por las drogas que cruzan la frontera, o los “incontables estadounidenses” asesinados por inmigrantes ilegales.

Como ejemplo de esto último, mencionó la muerte de cuatro personas asesinadas en Nevada en enero por un indocumentado; tres familiares de un matrimonio muerto estaban en el Congreso durante el discurso. También estaba presente, invitado así mismo por el presidente, un agente del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), que es a su vez inmigrante (dominicano) y ahora lucha contra la trata sexual de mujeres en la frontera.

Trump acabó defendiendo su muro fronterizo, que no es “un simple muro de cemento”, dijo, sino “una barrera de acero inteligente, estratégica y transparente” que se colocará en las áreas señaladas por la Patrulla Fronteriza para acabar con los cruces ilegales: "Los muros funcionan, los muros salvan vidas".