IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

“Fue horrible, horrible”. Este famoso actor admite que recorrió las calles buscando a quién matar por venganza

"Recorrí barrios con una macana", dice, "esperando que algún ‘bastardo negro’ saliera de un pub y se me acercara por algo, ¿sabes? De forma que pudiera… matarlo"
Liam Neeson, en una conferencia de prensa por 'Taken 2' en septiembre de 2012.
Liam Neeson, en una conferencia de prensa por 'Taken 2' en septiembre de 2012.AP / AP
/ Source: TELEMUNDO

El actor británico Liam Neeson se ha ganado un hueco en la cultura popular con una frase de la película Taken (2008) en la que interpretaba a un ex espía estadounidense cuya hija había sido secuestrada por la mafia albanesa: “Si busca un rescate, le puedo decir que no tengo dinero, pero lo que sí tengo es una serie de habilidades muy concretas, habilidades que he adquirido en mi larga vida profesional, habilidades que me convierten en una pesadilla para gente como usted. Si deja libre a mi hija ahora mismo, todo quedará zanjado; pero si no, le buscaré, le encontraré, y le mataré”.

Neeson ha reconocido en una entrevista publicada este lunes por el diario The Independent que, aunque le avergüenza admitirlo, estuvo cerca de cumplir esta amenaza en la vida real, después de que una mujer cercana fuera violada.

El actor, de 66 años, se encuentra promocionando la película Cold Pursuit, en la que un hombre tranquilo se convierte en un frío asesino cuando su hijo muere en extrañas circunstancias dentro de un conflicto entre narcotraficantes.

“Hay algo primitivo”, explica en la entrevista sobre su rol en la película, “Dios prohíba que nunca nadie de tu familia sea herido por criminales… voy a contarte una historia, es real”.

Un tiempo atrás, relató sin especificar cuándo, el actor acababa de regresar de un viaje al otro lado del océano y tuvo noticia de que una mujer próxima a él (no indica quién) había sido violada. “Ella llevó la situación de la violación de la forma más extraordinaria”, explica, “pero mi reacción inmediata fue… [pausa]  Le pregunté, ¿sabía quién había sido? No. ¿De qué color era? Ella dijo que había sido una persona negra”.

“Recorrí barrios con una macana”, explica, “deseando que se me acercara alguien, me avergüenza decirlo, y lo hice por tal vez una semana, esperando que algún ‘bastardo negro’ saliera de un pub y se me acercara por algo, ¿sabes? De forma que pudiera… [pausa] matarlo”.  

“Me llevó una semana”, añade, “quizá una semana y media, procesarlo. Ella me decía, ¿Adónde vas? Y yo respondía, ‘a dar un paseo, sin más’, ¿sabes? ‘¿Qué pasa?’ ‘No pasa nada”. “Fue horrible, horrible”, concluye, “ahora que lo pienso, lo que hice, nunca lo había admitido y ahora se lo estoy diciendo a un periodista”. “Pero aprendí una lección”, continúa, “entiendo esa necesidad de venganza, pero sólo lleva a más venganzas, a más muertes y más muertes”. “Pero es una necesidad primitiva”, dice, “lo entiendo”.