Lorena Bossi estaba a punto de cerrar el pasado jueves, en el café en el que trabaja como camarera sólo quedaba una pareja que había ordenado un postre, todo estaba bajo control, así que se puso a conversar con otro empleado mientras seguía con sus tareas y esperaba a que sus clientes terminaran de cenar.
“Le hablé en español. Le di las gracias porque me estaba ayudando a limpiar aunque no tenía que hacerlo”, explica, “fue tan extraño, pasaron de quererme como persona a, de repente, ‘oh, ¿habla español? Debe ser una inmigrante, vámonos”.
Los clientes pagaron su cuenta en efectivo, y en el recibo escribieron: “¡Sin propina para los inmigrantes!”.
Fue “totalmente inaceptable”, lamena Santiago Orosco, dueño del café Under the Moon, ubicado en Bordentown, una pequeña localidad de Nueva Jersey junto a Pennsylvania. “Es dañino”, añade, “es malvado, es innecesario”.
“Los inmigrantes son una parte enorme de nuestro país y de nuestra sociedad”, añadió Orosco, que es él mismo “un inmigrante orgulloso”. La camarera, en cambio, nació en Estados Unidos: su familia es uruguaya, y creció hablando inglés y español, según informa la emisora ABC7.
Bossi asegura no estar disgustada por no haber recibido propina, sino por el mensaje que escribieron en la factura. Pero añade: “Si vuelven, seguiré siendo tan amable con ellos como yo soy, le trataré como la primera vez porque no voy a dejar que nadie me llene el corazón de odio, no es así como me han educado”.