IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

Este adolescente quería ser futbolista, pero un policía mexicano lo baleó por la espalda

Ricardo estaba inmóvil y ensangrentado adentro de la Jeep. “Hijo de tu puta madre” dijo el policía que lo tiró al piso. Luego, entre tres oficiales, lo agarraron a patadas. Su papá no sabe cómo explicarle que a sus 14 años no volverá a jugar fútbol ni a moverse otra vez.

Luis Ricardo es un estudiante de tercero de secundaria del estado de Colima (México) que soñaba con convertirse en una estrella de fútbol como las de su equipo favorito, las águilas del América. El 6 de diciembre había viajado a la ciudad de Guadalajara en el estado de Jalisco para participar en un campamento de jóvenes talentos futbolísticos.

Por su buen desempeño en la cancha iba a participar en una serie de torneos juveniles en Europa, pero todo cambió cuando el 17 de diciembre un policía que supuestamente lo confundió con un criminal lo persiguió hasta dejarlo con una bala en la columna que lo dejó inválido para el resto de su vida.

Según reporta la revista Proceso basado en los testimonios de las víctimas y en el informe policiaco, Ricardo había salido con sus amigos de la secundaria a tronar cohetes, como llaman en México a los juegos pirotécnicos.

Los cinco jóvenes de entre 14 y 16 años salieron en una camioneta Jeep Sahara a echar cohetes en un área verde de Colima, pero los vecinos de Colinas de Santa Rosa les pidieron que se fueran a otro lado para que no los molestaran con el ruido. 

Los chicos entonces se fueron a un fraccionamiento que estaba en construcción, donde pensaron que no molestarían a nadie. Pero a una cuadra de allí, un grupo de policías encubierto pertenecientes a la Unidad Andrómeda estaban saliendo del bar Jala la Jarra.

Según el testimonio de los policías, éstos escucharon detonaciones de arma de fuego cuando salieron del bar y fueron a ver de qué se trataba. Los adolescentes cuentan que un vehículo compacto marca Nissan con varios hombres armados vestidos de civil se acercó a ellos y con un lenguaje violento (groserías) les ordenaron que se detuvieran.

“Nos asustamos porque no sabíamos quiénes eran”, dijo Luis Arnoldo, uno de los jóvenes que fueron atacados, en su declaración a las autoridades.

Temerosos de que les fueran a hacer daño los jóvenes intentaron huir en la Jeep Sahara. Durante la persecución, Marco Antonio, otro de los jóvenes, marcó al número de emergencias 911, avisando que estaban siendo perseguidos por hombres armados a bordo de un Tsuru.

Al grupo de la Unidad Andrómeda se sumó otro vehículo Nissan también de la misma unidad, al mando estaban José Julián López Martínez y Rubén Antonio Rodríguez Rodríguez, respectivamente.

“Se observa por la cámara 06 Parque Royal un Jeep con placas H71AGC, el cual es detenido por las unidades 18-06 y 18-07”, se puede leer en el informe de la policía al que tuvo acceso la revista Proceso.

Ni un minuto después, el registro de las cámaras de vigilancia indicó: “con esta hora, se observa que la unidad 18-06 traslada a uno de los masculinos”. A las 22:48:42 se registra la siguiente anotación: “La unidad M18-06 traslada a la persona a recibir atención médica, presuntamente por lesión de proyectil disparado por arma de fuego a la altura del omóplato izquierdo”.

Las cámaras de seguridad también mostraron el momento en el que uno de los policías dispara dos veces a unos 20 metros de distancia (7 pies) al auto de los adolescentes, pese a que no había indicios de que éstos estuviesen armados, que no lo estaban.

Cuando los policías detuvieron el auto ordenaron a todos que se bajaran y en el suelo golpearon a los cuatro chicos que habían acatado la orden. Pero Luis Ricardo no podía mover su cuerpo, que había sido perforado a la altura del omoplato izquierdo por una bala.

Con improperios los policías le ordenaron que se bajara y cuando no hizo caso lo tiraron al suelo y entre tres le propinaron una paliza. En un momento, uno de los agentes le contestó a su amigo Emilio, quien también había sido golpeado y pedía que no se fueran a robar su celular: “Quién te lo está robando, hijo de tu puta madre”.

“Entonces llegan como dos o tres policías y lo bajaron jalándolo a la fuerza, tirándolo al piso y lo empezaron a patear, y fue hasta que lo voltearon boca arriba que le vieron que traía una herida del disparo; para esto ya les habíamos dicho que éramos menores de edad, a mí ya estando en el suelo me patearon y se me subían en los pies, para que no corriera yo creo, y me dieron golpes en las costillas, al que más golpearon fue a quien manejaba”, contó uno de los adolescentes al ministerio público.

Héctor González Canales, padre de Luis Ricardo, en entrevista con Proceso dijo que a su hijo le dijeron que lo iban a matar porque su cuerpo no le respondía cuando le ordenaban que se moviera. También denunció que no tuvieron ningún cuidado a la hora de trasladarlo al hospital y que la salvaje golpiza que le dieron pudo haber contribuido a que su hijo haya quedado inválido de por vida.

“No puedo permitir que se cometa una injusticia y que la persona que cometió esa barbarie no reciba su castigo como debe de ser”, dijo González Canales a Proceso.

“Ni al que hizo esto se lo deseo, porque cómo volteas a ver a ese niño en la cama cuando te pregunta si va a volver a caminar, cómo le dices que no, pero también cómo le dices que sí si sabes que no es cierto, tiene catorce años, cómo lo manejas”, añadió el padre del menor herido.

El agente Joscan N. que hirió al menor con una bala se encuentra en prisión a la espera de que se lleve a cabo un juicio y se dicte sentencia por homicidio en grado de tentativa. El organismo estatal de derechos humanos ordenó a la policía dar a conocer la identidad de todos los miembros involucrados en la persecución y violación de los derechos humanos de los cinco adolescentes.