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Inmigrante con orden de deportación logra la residencia en Estados Unidos

Le llevó 24 años para ajustar su estatus migratorio y vivir sin miedo

A sus 53 años de edad, Martín Sánchez gritó y saltó de gusto todo lo que pudo cuando su esposa le llamó por teléfono para decirle que su tarjeta de residente permanente había llegado.

“Mi nieta pensaba que me estaba volviendo loco”, recuerda Martín.

La pequeña no se daba cuenta de que su abuelo sufría una explosión de felicidad porque acababa de convertirse en residente de Estados Unidos cuando lo tenía todo en contra.

“De veras que es un sueño hecho realidad. No lloré, pero me puse a gritar y a brincar”, exclama mientras sus mejillas se enrojecen de la emoción al recordar el momento.

Martín Sanchez junto a su esposa María no oculta su felicidad por haber conseguido ser residente de los Estados Unidos. (Aurelia Ventura/La Opinión)

Casi tres décadas de indocumentado

El inmigrante llevaba 28 años indocumentado en el país, tenía una orden de deportación y un castigo de 10 años que ya se le había vencido sin salir de Estados Unidos, y del cual no tenía ni idea.

Martín vino de Michoacán, México, a Estados Unidos por primera vez en 1990. Siempre cruzó por “el cerro” en la frontera sur de manera indocumentada. Fue y vino un par de veces a México hasta que decidió establecerse en el Valle de San Fernando en 1994.

Vino con su esposa, María Coyt Sánchez, y Martín, su hijo mayor. Más tarde tuvo dos hijos, Mayra y Sergio, que nacieron en el país. Su esposa pudo arreglar su residencia gracias a su padre que vivía en Estados Unidos.

Martín se puso a trabajar duro en la instalación de alfombras y como cargador de piedras de granito. Para trabajar sin problemas, compró un permiso de trabajo por 500 dólares, y sacó un número de seguro social.

El inmigrante mexicano Martín Sánchez por muchos años soñó con ser residente de los Estados Unidos hasta que finalmente lo consiguió el 8 de enero. (Aurelia Ventura/La Opinión)

Todo marchaba bien hasta que su esposa decidió solicitarle la residencia a él y a su hijo mayor que ahora tiene 28 años.

“Una sobrina que trabajaba con un notario pidió una revisión de mi récord a migración, antes de ir a la entrevista para la residencia. Salió que tenía una orden de deportación de 1997", dice Martín.

Al enterarse de sus antecedentes migratorios, él decidió parar sus trámites de residencia. “Mi sobrina me dijo que no fuera a la cita porque me iban a detener si me presentaba en migración. Me recomendó buscar un buen abogado”, comenta.

Nunca como antes, sintió mucho miedo de ser deportado y perderlo todo.

No fue mientras Obama era presidente que Martín se decidió de una vez por todas buscar asistencia legal.

El abogado en migración Alan Diamante con Martín Sánchez el día que recibió su tarjeta de residencia. (Foto suministrada/La Opinión).

“Fui a ver el abogado en migración Alan Diamante. Me dio mucha confianza cuando me aseguró que me podía ayudar con mi residencia”, comenta.

Indica que a los cuatro meses de visitar al abogado, recibió un permiso de trabajo real.

A principios de diciembre pasado, le llegó un citatorio para presentarse a la entrevista para la residencia el 31 de diciembre.

“La entrevista fue perfecta. Nos tocó una oficial de inmigración latina muy buena”, dice Martín.

Recuerda que estuvo rezando mucho, pidiendo por su residencia. Sus plegarias fueron escuchadas. El 8 de enero le avisaron de la oficina de su abogado que su tarjeta de residente le había llegado.

 “Se siente una alegría hermosa. Es algo increíble lograr la residencia después de tener un caso difícil y confuso”, expresa.

Convertido en residente, su mayor anhelo es viajar a México para ver a una hermana que se quedó en su pueblo en Los Reyes, Michoacán, y a la que no ha visto en más de dos décadas. Hace dos años murió otra hermana de la que no se pudo despedir.

“Queremos ir a México para marzo a ver a mi hermana. Ella ya tiene una edad avanzada”, sostiene ilusionado.

Martín dice que se acabaron los años de vivir con miedo a ser detenido. “Hace poco la Migra anduvo tocando puertas en mi edificio. Se llevaron arrestado a un vecino”, cuenta.

Por muchos años relata que evitaban salir de su casa, solo para lo más necesario.

Ya como residente de Estados Unidos, recomienda a los inmigrantes que se encuentren en una situación similar a la que él vivió con una orden de deportación sobre sus espaldas, que se porten muy bien y no se metan en líos con la justicia.

“¡Yo no tuve nunca ni siquiera una multa de tránsito”, revela. Pero también les pide a los inmigrantes nunca acudir con un notario y que “busquen un buen abogado”.

Martín Sánchez está listo para comenzar una nueva vida junto a su esposa María, ya convertido en residente de los Estados Unidos. (Aurelia Ventura/La Opinión)

La explicación del abogado

El abogado Alan Diamante explicó que a Martín le salió una orden de deportación después de que fue a ver a un notario quien le hizo solicitar el asilo y lo perdió.

“Yo tomé su caso en junio de 2016. Reabrimos su caso y como no tiene antecedentes penales, negociamos con el fiscal para que le quitaran la deportación”, detalla.

En julio de 2017, el fiscal aplicó su criterio y le quitó la orden la deportación. Un mes después el jurista consiguió que en agosto de 2017, la jueza firmara la eliminación de la deportación.

Diamante dice que una vez con las puertas abiertas, procedió a solicitar el ajuste migratorio de Martín. “El 25 de septiembre de 2017, presentamos una solicitud de residencia bajo la ley 245 (i) con base a su matrimonio con una residente de Estados Unidos”, precisa.

Un año y medio después, el 8 de enero, el mexicano consiguió la residencia.

Lecciones

El abogado destaca que la lección del caso de Martín es no acudir con notarios y solo con abogados que sean expertos en migración.

“Todos los días recibo en mi oficina gente que ha sido estafada por notarios. En algunos casos se les puede ayudar como fue con Martín. En otros, no hay manera porque los notarios no solo les sacan dinero sino que les matan sus sueños al ponerlos al borde de la deportación”, expone.

Y subraya que un inmigrante indocumentado es tan vulnerable como un anciano o un menor de edad porque desconoce el sistema estadounidense y eso lo hace presa fácil de estafas.

Agrega que aún cuando las cosas se han puesto muy difícil para los inmigrantes, porque ahora hay muchas restricciones, no es imposible echar abajo una orden de deportación o conseguir que un fiscal utilice su criterio como lo hacían durante el gobierno de Obama.

“Hay que entender que ellos son empleados, y si no siguen las políticas de Trump, pueden perder su empleo. Uno, con la Constitución de su lado, tiene que pelear los casos”, indica.

Cuando un inmigrante logra salir de las sombras como lo acaba de hacer Martín, la economía y el país ganan, dice el abogado Diamante. “Este señor no solo se siente liberado sino que es muy probable que va a querer abrir su negocio”, enfatiza.