“No quiero vivir sola”, lloraba la mujer antes de ser deportada a la ciudad más peligrosa de México. Henriqueta había vivido 31 años en California, y no tenía donde ir ni con quien ir en el país vecino. Pero eran las 10 de la noche y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés) acababa de deportarla junto a otros 58 inmigrantes. Con sus enseres guardados en bolsas rojas de nylon, el grupo de hombres y mujeres, algunos hablando entre ellos en inglés, cruzaron el puente internacional hasta Reynosa (en el estado de Tamaulipas).
Al otro lado les esperaba un autobús con las luces encendidas y cinco policías enmascarados. “Por la inseguridad, no podrán salir de Reynosa esta noche, tendrán que ser escoltados por la policía allá donde vayan”, les explicó un oficial. Sentados en sillas de plástico junto a un árbol de Navidad, se les entregó un sándwich. Horas antes, un tiroteo había clausurado una escuela elemental. Días antes, un tiroteo había acabado con cuatro personas muertas en un bar.
Estados Unidos deporta cada año a miles de inmigrantes a Reynosa. Muchos llevan viviendo tanto tiempo en Estados Unidos que ni siquiera son conscientes de que esta ciudad está considerada la más peligrosa de México, según reporta el diario The Washington Post, que ha seguido los pasos de algunos de estos indocumentados en su regreso a México.
El Departamento de Estado tiene una alerta de nivel cuatro sobre Tamaulipas: recomienda no viajar allí por el nivel de crimen (son frecuentes los asesinatos, robos, secuestros y violaciones, asegura). Nivel cuatro lo tienen también, entre otros, Afganistán, Irak, Siria o Corea del Norte.
Sin embargo, las autoridades migratorias estadounidenses deportaron allí a 16.500 personas el año pasado, según el citado diario. El nuevo Gobierno de Andrés Manuel López Obrador planea requerir formalmente que se acaben las deportaciones a éste y otros lugares peligrosos. “Están expulsando a la gente a uno de los lugares más peligrosos de la frontera”, explica Ricardo Calderón, máxima autoridad migratoria del estado, “si alguien sale a buscar algo de comer aquí, lo van a secuestrar”.
En 2017 se registraron docenas de casos de inmigrantes secuestrados. “Son objetivos fáciles”, explica Calderón, “gente con familiares en Estados Unidos que pueden pagar el rescate”. Ahora ya no se permite entregar a nadie en la frontera si no es entregado a las autoridades mexicanas para que ellas los saquen de allí.