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El Vicentillo se despide de su “compadre” El Chapo: no es mi enemigo pero tampoco un mito

"¿Sabe si el acusado es un narcotraficante real o un mito?", preguntaron los fiscales este lunes en el último día de testimonio al hijo de quien ahora es líder del cártel de Sinaloa.

Este lunes en el juicio en contra de Joaquín, El Chapo, Guzmán, el hijo de su principal socio dentro del cártel de Sinaloa, Vicente Zambada Niebla, alias El Vicentillo, se despidió de su antiguo compañero llamándolo “compadre” y también acusándolo de ser un narcotraficante, como su papá.

"Mi compadre Chapo no es mi enemigo", dijo Niebla este lunes. "Él sabía que testificaría porque me declaré culpable cuando él estaba libre, con mi padre, y me comprometí a cooperar con la Fiscalía. No veo el futuro y no sabía que mi compadre Chapo estaría aquí. No es mi enemigo", recalcó.

El Chapo, vestido con un traje gris oscuro y camisa y corbata en tonos azules, contempló impasible el discurrir de la sesión, tal y como ha sido habitual durante la mayoría de las jornadas del proceso, que inició hace algo más de dos meses en Brooklyn (Nueva York), reportó la agencia de noticias EFE.

Y se mantuvo sereno cuando, a pregunta de la fiscal Amanda Liskamm, El Vicentillo -retenido en una prisión federal de Chicago- enterró la hipótesis de que El Chapo es más mito y leyenda que verdad, al reafirmarse en su acuerdo con las autoridades estadounidenses de ofrecer testimonio veraz para evitar la cadena perpetua.

"¿Sabe si el acusado es un narcotraficante real o un mito inventado que no trafica con drogas? ¿Es un líder poderoso del cartel de Sinaloa o un mito que vive escondido en la sierra y no hace nada?", inquirió Liskamm.

"Es un traficante real que trabajaba con droga, un líder del cartel como mi papá", respondió El Vicentillo.

El papel de la DEA

El testimonio de Zambada Niebla también ha sembrado la duda sobre la actuación de la principal agencia antinarcóticos en Estados Unidos, la DEA (Drug Enforcement Agency).

 En el año 2007, El Vicentillo le dijo a su padre, El Mayo Zambada, que deseaba retirarse del negocio, a pesar de ser el virtual heredero de un imperio de narcóticos que su progenitor y su socio El Chapo habían construido.

Aunque los detalles no han sido esclarecidos, según Niebla fue El Chapo quien le ofreció que se entrevistara con alguno de sus contactos en la DEA, a fin de que pudiera concretar su plan de dejar la vida de narco que le había sido heredada por su familia. No se sabe si alguna vez se llevó a cabo esta reunión; sin embargo, las autoridades estadounidenses han confirmado que en el 2009 El Vicentillo se sentó a platicar con dos agentes de la DEA, durante un encuentro hasta ahora secreto en México.

En marzo de ese año, El Vicentillo fue arrestado y extraditado a Chicago. En el juicio, sus abogados intentaron argumentar que había estado cooperando con los agentes de la DEA, mientras continuaba trabajando con el cártel de Sinaloa.

“Esencialmente, el Gobierno de Estados Unidos entró en una conspiración con uno de los cárteles de la droga más grandes del mundo”, dijeron los abogados, según reportó el diario The New York Times.

Los fiscales que lo acusaban negaron que el Gobierno hubiera conspirado con el cártel y el juez en cuestión no permitió que la defensa utilizara ese argumento en el juicio. Luego, tras declararse culpable en 2013 El Vicentillo pasó a cooperar oficialmente con las autoridades.

El juez que preside el caso contra El Chapo, Brian Cogan, tampoco permitió a los abogados de Guzmán hablar sobre los supuestos acuerdos del Gobierno estadounidense, por medio de DEA, con El Vicentillo, cuando se llevaba a cabo el juicio en su contra en Chicago. Bajo el argumento de que sería una distracción para el jurado, cuya tarea consiste en sopesar la culpabilidad de Guzmán, no la actuación de los agentes del Gobierno.

A pregunta expresa de Eduardo Balarezo, uno de los abogados de Guzmán, El Vicentillo admitió que habló con su padre mientras estuvo en la cárcel al menos una vez.

Una noche de 2012, mientras estaba en su celda en Chicago, agentes federales lo llevaron a una oficina. Allí le pasaron el teléfono, del otro lado de la línea escuchó a su padre. Durante varios minutos, uno de los hombres más buscados en el mundo, cuya cabeza tiene un precio de un millón de dólares, y su hijo preso conversaron sobre su salud, situación legal y estado de ánimo.

“Me dijo que me quería mucho”, dijo Niebla. Fue la última vez, dijo, que habló con su padre.