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Refugios piden ayuda para atender a los "muchos" migrantes que "llegan enfermos". Sobre todo los niños

"Vienen muchas personas enfermas, los tienen por días en celdas muy frías, les quitan los suéteres. Como no les proveen agua en botellas tienen que tomar agua de los lavabos del baño, que tiene cloro, por lo que prefieren no tomarla y la mayoría presentan cuadros de deshidratación", apunta el pastor de la Iglesia Nueva Esperanza, Israel Camacho.
Migrantes hondureños intentan cruzar el muro fronterizo de EE. UU.hacia San Diego, California, desde Tijuana, México, este  sábado 15 de diciembre.
Migrantes hondureños intentan cruzar el muro fronterizo de EE. UU.hacia San Diego, California, desde Tijuana, México, este  sábado 15 de diciembre.AP / AP

Religiosos y responsables de refugios en Arizona que reciben a indocumentados liberados por las autoridades migratorias solicitaron hoy ayuda para dar atención médica a los "muchos" que llegan enfermos. El pastor Ángel Campos, de la iglesia bautista de Monte Vista, que ha brindado refugio a más de 1.000 inmigrantes en los últimos dos meses, señaló que la mayoría de los niños que llegan a los refugios vienen enfermos. "Principalmente de gripe, o problemas de garganta o dolor de cabeza", ha dicho este fin de semana. 

Pastores religiosos al frente de refugios reciben cada día hasta un centenar de indocumentados, en su mayoría centroamericanos, que son liberados en estaciones de autobuses por las autoridades mientras se desarrolla su caso en una corte de inmigración. "Vienen muchas personas enfermas, los tienen por días en celdas muy frías, les quitan los suéteres. Como no les proveen agua en botellas tienen que tomar agua de los lavabos del baño, la que tiene cloro, por lo que prefieren no tomarla y la mayoría presentan cuadros de deshidratación", apunta el pastor de la Iglesia Nueva Esperanza, Israel Camacho. 

Apunta que entre las iglesias y refugios locales existe una gran necesidad de atención especializada de profesionales de la salud, así como medicamentos genéricos. "En ocasiones tenemos que llevar a las familias a los hospitales para que las revisen", explica Camacho. 

El caso de la niña guatemalteca de siete años Jakelin Amei Rosmery Caal Maqui, que murió esta semana tras sufrir un cuadro de deshidratación y estaba bajo custodia de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), ha vuelto a poner sobre la mesa las condiciones en las que permanecen los indocumentados detenidos por las autoridades migratorias. 

La noche del viernes, la iglesia de Nuevo Esperanza, en Mesa (Arizona), recibió a un grupo de decenas de inmigrantes y, según Camacho, de los 20 niños que formaban parte casi todos estaban enfermos, incluida una niña de 4 años que tenía fiebre alta y presentaba dolores en los pies. "Si ves a un niño que está enfermo, ¿Cómo no puedes hacer nada al respecto?", se cuestiona. "Solicitamos medicinas para resfriados, tos y fiebre, así como la ayuda de doctores", insiste.