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Cuatro muertes en Chicago tras tiroteo en el Mercy Hospital

Un policía, dos empleados del lugar y el propio pistolero entre las víctimas fatales, según las autoridades

la oficina del médico forense del condado de Cook notificó que cuatro personas murieron en un tiroteo en el Mercy Hospital & Medical Center de Chicago.

El Departamento de Policía de Chicago dijo ¡que uno de sus oficiales recibió un disparo en el ataque y luego murió en un hospital.

"Con profunda tristeza compartimos la muerte del oficial Samuel Jiménez por el incidente del tirador activo de esta noche. Por favor ore por su familia, sus compañeros oficiales y todo el Departamento de #ChicagoPolice. El superintendente Eddie Johnson & @ChicagosMayor tendrá una conferencia de prensa en breve", compartió en Twitter.

Por su parte, Eddie Johnson, superintendente de la policía de Chicago, dijo que entre las víctimas fatales hay dos empleados del hospital: un médico y un asistente de farmacia.

Según la misma fuente, una de las fallecidas mantenía una relación con el asesino.

Anteriormente, testigos dijeron que un hombre armado le disparó repetidamente a una mujer cerca de un estacionamiento fuera del edificio antes de ingresar al hospital y abrir fuego

“Las balas llegaban tan fuerte, tan cerca”, ha explicado una testigo, Tracy Lyons, “pensé que me iba a alcanzar una bala”. Lyons, según informa la cadena NBC, acababa de recibir un tratamiento y se dirigía a la puerta cuando escuchó cinco o seis disparos.

“Parecía que él estaba girando y apuntando a la gente al azar”, ha indicado otro testigo, James Gray, “parecía que no estaba disparando a una persona, sólo empezó a disparar”.

El tiroteo aparentemente comenzó cuando el sospechoso estaba caminando con una mujer cerca de un estacionamiento. Se volvió y le disparó repetidamente a la mujer en el pecho. Luego entró al hospital y continuó disparando, agregó.

Los dos habían estado hablando entre ellos. Gray dijo que no parecía un intercambio violento.

"Luego, una vez que ella cayó al suelo, él se colocó sobre ella y le disparó tres veces más", dijo.

Jennifer Eldridge estaba trabajando en una farmacia del hospital cuando escuchó tres o cuatro disparos que parecían provenir de afuera. En unos segundos, cerró la puerta, como se pedía en los simulacros de tiradores activos del edificio. Luego hubo seis o siete disparos más, ahora mucho más cerca, justo afuera de la puerta.

"Me di cuenta de que ahora estaba dentro del vestíbulo. Hubo gritos", recordó.

La puerta se sacudió, lo que Eldridge creía que era el tirador que intentaba entrar. Unos 15 minutos más tarde, estimó, un oficial del equipo SWAT llamó a la puerta, entró y se la llevó. Miró hacia abajo y vio sangre en el suelo, pero ningún cuerpo.

"Puede haber sido 15 minutos, pero me pareció una eternidad", le dijo a un reportero.

María Correa estaba en el hospital para la cita de su suegra con un médico. Mientras los disparos resonaban, un empleado del hospital cerró las puertas del área de espera.

Correa se escondió debajo de un mueble, agarrando a su hijo de 4 meses, Ángel, durante 10 o 15 minutos. Escuchó unos ocho disparos, luego más. Ella perdió la cuenta de cuántos.

Esos "fueron los peores minutos de nuestras vidas", dijo.

Cerca de otras 10 personas también buscaron seguridad en la sala de espera.

La policía asegura que el presunto pistolero está muerto, pero no está claro si se suicidó o fue asesinado por la policía.