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“Un demonio en mi interior me hizo seguir “. El carro de este inmigrante no frenó. Dos niños murieron. Ahora recibió su castigo

Su Honda Civic se hundió en el agua con su pareja y sus dos hijos. "Fue un accidente muy malo", dijo el hombre. Pero los investigadores tenían otra explicación aún más horrible.
Rescatistas del Departamento de Bomberos de Los Ángeles sacaron a los dos menores del vehículo sumergido, el 9 de abril de 2015.
Rescatistas del Departamento de Bomberos de Los Ángeles sacaron a los dos menores del vehículo sumergido, el 9 de abril de 2015. David Gregory / NBC Los Angeles

El chirrido de los frenos del Honda Civic resonó en el muelle de pescadores del puerto de Los Ángeles. “¡Para, para!”, recuerda que gritó Rabab Diab, pero el vehículo, que conducía su pareja, Ali Elmezayen, no se detuvo y cayó al agua, hundiéndose en la bahía.

Elmezayen fue el primero en emerger, en apenas unos segundos. Su ventanilla estaba bajada y pudo escapar. Cuando estaba trepando la escalerilla para salir del agua, emergió su pareja, gritando desesperada: “¡Mis hijos, mis hijos!”. En la parte trasera del carro viajaban dos niños de ocho y 13 años. Murieron poco después de ser rescatados por bomberos del fondo de la bahía, a 20 o 30 pies de profundidad.

“Fue un accidente muy malo”, explicó después Elmezayen, de 44 años, a la emisora KTLA. “Intenté aparcar junto al océano”, dijo, para que sus hijos y su esposa pudieran disfrutar las vistas, pero el carro no se detuvo, “no sé lo que pasó”. “Cuando recuperé la consciencia, vi agua por todas partes”, añadió, “no sé cómo sobreviví”. “Quise ir a por mis hijos, pero el carro [estaba] muy profundo”.

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Tanto él como su esposa quedaron libres sin cargos mientras se investigaba el horrible accidente. Fue horrible, sí. Pero no fue un accidente.

Tras la tragedia, Elmezayen contó a la policía que quizá perdió la consciencia por culpa de un medicamento que estaba tomando, o quizá presionó el acelerador en vez del freno por equivocación, o quizá, dijo, “un demonio en mi interior me hizo seguir”.

Investigadores federales indicaron sin embargo que Elmezayen sabía perfectamente lo que estaba haciendo aquel 9 de abril de 2015.  Según sus pesquisas, el hombre condujo a propósito hasta el fondo de la bahía para matar a su familia y así poder cobrar seis millones de dólares por los siete seguros de vida había firmado para su esposa y sus dos hijos, que eran autistas. Llevaba dos años planeándolo, según informaron los investigadores californianos en un comunicado.

El hombre gastaba una cuarta parte de su salario de 24,000 dólares en pagar cada mes los seguros de vida, según los investigadores. Tras la muerte de los niños, cobró más de 260,000 dólares, de los que mandó 170,000 a Egipto. Tanto él como su pareja había llegado de viaje desde allí en el año 2000; se quedaron más tiempo del que les permitía su visado, y luego se casaron, cada uno por su cuenta, con otras personas, supuestamente para convertirse así en residentes legales.

Un juez californiano le ha condenado este jueves a 212 años de cárcel, la pena máxima por fraude, lavado de dinero y robo de identidad, cargos derivados de su plan para matar a su familia para cobrar el dinero del seguro. Tiene pendiente además otro juicio por asesinato, por el que podría ser condenado a cadena perpetua.