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Venezuela ‘expulsa’ a sus mujeres más bellas

Los concursos de Miss Universo y Miss Mundo cuentan con varias participantes venezolanas que llevan ahora la bandera de otros países
Andrea Díaz en una clase de pasarela en Santiago de Chile el 8 de noviembre.
Andrea Díaz en una clase de pasarela en Santiago de Chile el 8 de noviembre. AP / AP

Cuando en unas semanas se celebre el concurso de belleza de Miss Universo, Chile estará representado por una mujer de inconfundible acento venezolano.

Andrea Díaz nació y creció en Valencia (Venezuela), donde desde los 12 años atendió a una academia de modelaje. A los 19 ganó un concurso organizado por el equipo de béisbol de su ciudad y se convirtió en su embajadora de buena voluntad. Meses después, se mudó a Panamá y de ahí a México, donde encontró trabajo como modelo, un tipo de empleo que ahora escasea en una Venezuela asolada por la crisis. Hace tres años se estableció en Chile, a donde se mudó también la mayor parte de su familia (su padre es chileno).

“Yo represento al nuevo Chile”, ha dicho Díaz, recién cumplidos los 27 años, “este es un país que ha tenido una ola de inmigrantes que vienen en busca de oportunidades”.

Como las miles de personas que huyen cada día de Venezuela escapando de la falta de libertad y de alimentos, docenas de aspirantes a reinas de la belleza se van para trabajar como modelos o en medios de comunicación en el extranjero.

Algunas incluso desfilan con sus países de adopción en concursos internacionales de belleza. El próximo mes, Portugal estará representado en China en el concurso de Miss Mundo por una participante anterior en Miss Venezuela. Y en el reciente Miss Tierra, en Filipinas, dos venezolanas compitieron por Perú y España.

“Mi sueño de querer ser miss no iba a acabar por el simple hecho de llegar a una tierra nueva”, dijo Jessica Russo, que representó a Perú apenas un año después de llegar al país. No logró clasificarse a la final, pero señaló que entrenará para más concursos:  “Todavía estoy joven, y quiero ser una vocera mundial para temas importantes”, dijo Russo, de 22 años.

Los concursos de belleza levantan casi tanta expectación como el béisbol en Venezuela, una nación líder en estas lides: ha ganado siete coronas de Miss Universo y seis de Miss Mundo. Una ex Miss Venezuela llegó a ser alcaldesa de distrito en Caracas y se presentó, sin éxito, como candidata a la presidencia.

Pero la profunda crisis económica ha llevado a suspender los desfiles de moda, ha ralentizado las producciones de televisión y ha disminuido la inversión publicitaria de las marcas de moda.

Giselle Reyes dirige cuatro escuelas de modelaje para jóvenes, a las que llama “la universidad de la belleza”. Estima que alrededor del 70% de sus graduadas abandonaron el país en las últimas décadas para trabajar como modelos en México, Colombia o Estados Unidos, entre otros países.

“Hoy en día me cuesta muchísimo conseguir personal para la academia”, afirma en su estudio en Caracas, decorado con fotografías de celebridades venezolanas que ganaron concursos de belleza, “todo el mundo me dice, ‘Giselle, me voy a quedar contigo hasta que me vaya’, toda la juventud se quiere ir de este país”.

Ya ni el concurso más competitivo de Venezuela parece garantizarles a sus graduadas un trabajo en la nación. Miss Venezuela, que se emite por televisión, elige cada año a 24 participantes que pasan seis meses en una exigente academia con entrenamientos diarios, lecciones de modelaje y charlas de instructores.

Pero al menos 17 de las participantes en la edición de 2015 parecen estar trabajando en México, Colombia, Turquía e incluso en India, según sus perfiles en redes sociales. Entre las participantes en 2014, el dato es similar.

“En los años 90, tenían garantizado que iban a conseguir trabajo, que iban a conseguir contratos de modelaje o roles en televisión”, explica Rafael Briceño, un presentador de radio que ha enseñado a hablar en público a decenas de concursantes de Miss Venezuela. “Ahora tenemos un mercado muy deprimido, las modelos no encuentran lugares para trabajar acá”, añade.

Muchas de las reinas de la belleza venezolanas que salieron al extranjero dicen que su estricta preparación en su país les ayudó a triunfar, pero también se sienten aliviadas de estar libres de los exigentes estándares impuestos por los organizadores de certámenes.

Díaz contó que cuando vivía en Venezuela se sometió a una limpieza de piel que salió mal y le dejó pequeñas cicatrices y manchas rojizas en ambas mejillas. Las agencias de modelaje venezolanas empezaron a rechazarla, añade. En Chile ganó la bandera de miss pese a las manchas, que se tapan fácilmente con maquillaje:

“Acá me aceptaron tal cual como soy porque ven más allá del físico”.

Ahora, mientras se prepara para competir por la corona de Miss Universo el próximo mes en Tailandia, espera que el jurado no se centre en sus atributos físicos sino que la vea como una mujer cosmopolita que se ha movido por todo el mundo para conseguir su objetivo. Dice que sueña con convertirse en oradora motivacional y trabajar con jóvenes en temas de autoestima.

“Una mujer bonita no es solo una mujer con la piel perfecta”, dijo Díaz, “sino una mujer con corazón, con ideas y con propósito”.