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Caravana migrante se agrupa en Ciudad de México para tomar fuerza en su camino a EE.UU.

Este lunes no dejaban de llegar personas al estadio Jesús Martínez El Palillo donde una avanzadilla, de unas 500 personas, durmió este domingo y donde, previsiblemente, llegarán a juntarse unos 5.000 migrantes
Dauni Portillo, una niña migrante de Honduras de cuatro años, descansa este lunes en un campamento improvisado en la Ciudad de México, México.
Dauni Portillo, una niña migrante de Honduras de cuatro años, descansa este lunes en un campamento improvisado en la Ciudad de México, México.Reuters / Reuters

Miles de personas de la caravana migrante ya se encuentran en Ciudad de México a la espera de los compañeros dispersos en otros puntos del país, con la intención de continuar todos juntos su travesía hacia Estados Unidos. En los últimos días, este primer grupo de la caravana ha enfrentado problemas para conseguir transportes masivos que les llevaran a la capital mexicana y se fragmentó en diferentes grupos. Este lunes no dejaban de llegar a las puertas del estadio Jesús Martínez El Palillo en la parte oriente de la capital, donde una avanzadilla de unas 500 personas durmió este domingo y donde, previsiblemente, llegarán a juntarse unas 5.000 personas, de acuerdo con estimaciones del Gobierno de la ciudad.  

Todavía es incierta la ruta que seguirán los migrantes, en su mayoría hondureños, cuando terminen de llegar a la capital aquellos integrantes que están saliendo de los estados de Puebla y Veracruz. César Adrián Serrato, un migrante hondureños, considera que lo imprescindible es no separarse. "A los compañeros que me hablan de eso les digo que sigamos la caravana, que no la dejemos, porque se va a debilitar y perder fuerza, y podría fracasar".

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Además, viajar todos juntos es "más seguro", para no caer en manos de los grupos criminales ni ser detenidos por las autoridades de migración mexicanas. 

Agotados y arropados con cobijas, tras llegar a la altura de la capital luego de semanas de caminar en un clima asfixiante, miles durmieron en alguna de las cuatro carpas que las autoridades instalaron en el estadio y el área que lo rodea. Otros se acomodaron en las gradas o en pequeñas tiendas de campaña instaladas en el césped del estacionamiento. 

En Ciudad de México "todos estamos felices, porque hemos avanzado demasiado", apunta otra migrante, Marlin Duarte, aunque agrega que desde que la caravana salió el 13 de octubre de San Pedro Sula (norte de Honduras) ha habido algunos que han dejado el grupo porque "no han podido y se cansan".  

"Venimos cansados y agotados, pero ahí vamos para adelante, hay que seguir", reconoce por su parte Leticia Xiomara, quien ha dejado a sus cuatro hijos en Honduras. A diferencia de muchos de los migrantes que caminan con la caravana que ya tienen parientes en Estados Unidos, esta joven de 25 años es la primera de su familia en emigrar hacia el norte. 

En todas las etapas les han alertado de que corren "peligros" y que no se pueden separar. "Siempre intentan meternos miedo", pero lo más duro, explica, es lo que han vivido en su país. 

"En nuestro país no ha habido motivos para seguir allá; si hubiéramos tenido trabajo hubiéramos tenido cómo sobrevivir y no hubiéramos migrado", subraya. 

Este martes estaba previsto dedicar la jornada a descansar y a recibir asesoría legal sobre los requisitos para solicitar refugio en México o asilo en Estados Unidos, según explica Alex Mensing, uno de los activistas que acompañan a los migrantes. 

Autoridades locales, de Cruz Roja, Protección Civil, Unicef y numerosas ONG se dieron cita en el lugar para apoyar a la caravana. Los servicios médicos fueron continuos. Muchos llegaban con afecciones respiratorias y lesiones por caminar. 

Edgar Corzo, de la CNDH (Comisión Nacional de Derechos Humanos), dijo el lunes que había dos camiones, en los que supuestamente subieron algunos migrantes  porque los choferes se ofrecieron a llevarlos un tramo del camino, que no se sabe dónde están. La Comisión está investigado el tema, pero no ofreció más datos, solo que ya se había presentado la denuncia correspondiente ante las autoridades. 

Llegar a la Ciudad de México no fue fácil, en especial después de que la caravana se dividiera durante los días previos. Unos intentaron sin éxito detener camiones y algunos conductores incluso pidieron a la policía que hiciera descender a los migrantes. También hubo quien los subió, pero cobrándoles. 

Según Corzo, basándose en la experiencia de hechos similares, aunque de menor envergadura, los migrantes suelen dispersarse a partir de la capital, “cada cual se va por el lado que considere mejor” y quede más cerca del lugar de Estados Unidos donde tengan a sus familiares o amigos. 

A la primera caravana, de unas 5,000 personas, le sigue otro grupo de unos 1.500 migrantes, según las estimaciones de la Comisión que cruzó desde Guatemala la semana pasada. Un tercero de aproximadamente del mismo tamaño vadeó el viernes el río Suchiate, en la frontera entre México y Guatemala.