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Votantes en Oregon decidirán destino de ley santuario

La Medida 105 de Oregon se ha convertido en la más polémica a la que se enfrentarán los votantes en la boleta en el estado mayoritariamente demócrata.

INDEPENDENCE, Oregon, EE.UU. (AP) — Delmiro Treviño, un estadounidense nacido en Texas, esperaba su comida en un restaurante en Independence, Oregon, en 1977 cuando cuatro policías, entre ellos una mujer, le exigieron que mostrara documentos que demostraran su nacionalidad.

“Me sentí avergonzado. No estaba bien lo que hacían”, dijo Treviño, de 67 años y con el cabello entrecano, en entrevista exclusiva con la agencia de noticias The Associated Press.

A la larga, ese incidente de etiquetación racial derivó en que Oregon se convirtiera en el primer estado santuario de Estados Unidos. Pero ahora sus residentes decidirán en la elección del 6 de noviembre si quieren derogar la ley, incluso cuando otros estados como Vermont han adoptado políticas santuario, y otros, como Texas, han prohibido que los pueblos las aprueben.

La Medida 105 de Oregon se ha convertido en la más polémica a la que se enfrentarán los votantes en la boleta en el estado mayoritariamente demócrata.

El representante Sal Esquivel, uno de los tres legisladores republicanos del estado que patrocinó la Medida 105, dijo que los estados deberían ayudar a aplicar la ley federal.

“Nuestro país no puede permanecer soberano sin leyes que regulen qué extranjeros vienen aquí, cuándo y en qué cantidad”, escribió Esquivel en el folleto para los votantes.

Sin embargo, ha desatado recuerdos de una época en que las redadas migratorias eran comunes y provocaban temores de que la policía los detendría, tanto entre los estadounidenses como los que están en el país sin autorización.

La medida ha dividido a las fuerzas policiales.

El policía Thomas Bergin del condado Clatstop, a lo largo de la costa norteña de Oregon, dijo en una carta abierta que la ley santuario “les dice a los inmigrantes ilegales que Oregon considera que las violaciones a la ley de inmigración son tan intrascendentes que es indigna de la atención de la policía y los alguaciles”.

Quince jefes policiales firmaron la carta, mientras que 20 no lo hicieron.

Los agentes que se oponen a su derogación, como el jefe policial Pat Garrett del condado Washington cerca de Portland, dicen que necesitan dirigir sus recursos a otras partes en lugar de ir tras migrantes y que, de eliminarse la ley santuario, los migrantes tendrán miedo de reportar crímenes cuando sean víctimas o testigos.

“Descartar la ley abrirá la puerta al encasillamiento racial y degradaría la confianza de la comunidad en la policía”, dijo en un correo electrónico el representante demócrata Diego Hernandez.

Los latinos recuerdan cómo eran las cosas antes de que entrara en vigor la ley santuario.

“La cultura a mediados del siglo XX era: ‘Puedes trabajar aquí, pero no empieces a ver a nuestras mujeres ni a ir a nuestras iglesias’”, dijo Rocky Barilla, el primer latino elegido para la legislatura de Oregon. “La policía tocaba las puertas de los edificios de apartamentos. Bloqueaban el paso en la autopista 99 y detenían a personas, sobre todo si eran morenas o latinas”.

Una noche de invierno de 1977 tres agentes del condado Clatsop y una policía de Independence entraron al restaurante Hi-Ho en la pintoresca ciudad a orillas del río y confrontaron a Treviño. Nacido en Weslaco, Texas, Treviño se había mudado a Oregon con su familia cuando era niño. Trabajaba en una planta de madera contrachapada.

Uno de los agentes tomó a Treviño del brazo y lo obligó a ponerse de pie mientras los comensales observaban. Al igual que la mayoría de los estadounidenses, Treviño no llevaba consigo un certificado de nacimiento u otra prueba de ciudadanía.

“Me preguntaron si era estadounidense y si tenía un pasaporte”, dijo Trevino.

Los policías, a nombre de agentes federales de inmigración, lo dejaron ir cuando la mujer policía reconoció a Treviño como un local de hace mucho tiempo. Aun así, un agente lo abordó después.

Treviño estaba tan molesto que él y su esposa, Oralia, fueron a un grupo de asesoría legal. Ahí encontraron a Barilla, quien sugirió que Treviño demandara a los agentes y al Servicio de Inmigración y Naturalización. Treviño se sentía incómodo con la medida.

“Le dije a mi esposa que tenía que ser fuerte con lo que estaba por hacer, porque éste era el gobierno. No es un juego”, recordó hace poco Barilla sentado en su casa de Independence.

En 1978 se llegó a un acuerdo en la demanda en una corte federal, cuando el servicio de inmigración dijo que no motivaría a los agentes locales a arrestar por violaciones a las leyes de inmigración, dijo Barilla.

Aun así, las redadas persistieron en el estado. En la década de 1980, Barilla fue electo a la legislatura con el caso de Treviño muy presente en la memoria. Dio pie a que el representante demócrata escribiera la propuesta de ley santuario del estado, que fue aprobada con apoyo bipartidista en 1987.

“Trabajé con republicanos, quienes querían una fuerza laboral estable”, dijo Barilla en una entrevista telefónica desde Belmont, California, donde vive ahora. “La izquierda la consideró el fin al encasillamiento racial. La policía la vio como un control de sus propios objetivos y fondos”.

Barilla dijo que Treviño tuvo un papel fundamental en el tema.

“Es el verdadero Rosa Parks del movimiento santuario de Oregon”, dijo Barilla, comparándolo con Parks, un ícono de la lucha por los derechos civiles afroestadounidenses después de que se negó a sentarse en la parte trasera de un autobús en Alabama. Treviño “dijo, ‘No más, ya basta’”.

“Utilizó otro par de palabras altisonantes”, rio Barilla.