La Corte Suprema parece inclinarse por prohibir que se aplique la pena de muerte a personas con demencia que no sean capaces de recordar su crimen o entender por qué se les está quitando la vida.
Los ocho magistrados (cuatro liberales, cuatro conservadores, a la espera de que se ocupe la silla vacante con otro presumiblemente conservador) han escuchado este martes los argumentos sobre el caso de Vernon Madison, quien en 1985 asesinó a un agente de policía en Alabama pero ahora sufre demencia, según su abogado, debido a ataques cardiovasculares.
La Corte Suprema ya ha prohibido anteriormente la aplicación de la pena capital a personas locas o con trastornos delirante o psicóticos, pues incumpliría el mandato constitucional en contra de castigos crueles o inusuales.
Los cuatro magistrados liberales y John Roberts, que es conservador pero se ha alineado en otras ocasiones con el otro bando en asuntos relacionados con la pena de muerte, parecen dispuestos a extender este veto a las personas con demencia, puesto que ya bloquearon su ejecución en enero, en contra del deseo de los otros tres jueces. Roberts ha sido clave para limitar la pena capital, por ejemplo, a menores de 18 años, y a personas intelectualmente discapacitadas.
En caso de ampliarse la prohibición, probablemente sería necesaria otra vista judicial a nivel estatal para decidir si Madison cae dentro de esta categoría.
Su propio abogado, Bryan Stevenson, reconoce que no acordarse del crimen no es suficiente para evitar la pena de muerte, pero asegura que Madison no es capaz de recitar el alfabeto más allá de la letra G.
Y el fiscal de Alabama, Thomas Govan, admite por su parte que no se debería ejecutar a alguien que no pueda entender el castigo, aunque aduce que Madison sí puede.
De esta forma, según el juez Roberts, lo único que está en cuestión es si el reo cumple las condiciones para evitar su ejecución, pero no que ésta debería evitarse si de verdad sufre demencia.