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¿Quién mata a los periodistas en México?

“Nos matan porque saben que sabemos cosas muy precisas: de cómo se las gastan, de cómo se mueven. No decimos hay corrupción sino cómo, cuándo y dónde”.

Los colegas del reportero de El Heraldo de Chiapas, Mario Leonel Gómez, asesinado hace unos días en Yahalón por un sicario en motocicleta, no culpan al exdiputado y expresidente municipal, Rafael Guirao, de ser el autor intelectual, aunque lo había amenazado de muerte previamente, pero sienten rabia porque ni ahora ni nunca la fiscalía estatal lo ha citado.

“La manera poco transparente en que está llevando a cabo esta investigación hace pensar mal: hay un antecedente desde el año pasado y años anteriores de Mario Leonel, que había sido amenazado por la gente de Guirao Aguilar y no lo han llamado a declarar: ni siquiera está como principal sospechoso”, advirtió uno de sus colegas en testimonio anónimo: sabe que hablar de más en México se paga con muerte y a la muerte le sigue la impunidad.

Desde hace 25 años no había ocurrido un homicidio de periodistas en Chiapas, desde que Roberto Mancilla fue abatido a balazos en 1993, pero de un tiempo a la fecha, la impunidad por la muerte de otros miembros del gremio ha dado alas a quienes se sienten incómodos con la información que manejan los periodistas locales.

“Nos matan porque saben que sabemos cosas muy precisas: de cómo se las gastan, de cómo se mueven. No decimos hay corrupción sino cómo, cuándo y dónde”, advierte Omar Bello, periodista de Guerrero y cofundador de la organización Periodistas Desplazados de México.

Artículo 19, defensora de  derechos de los periodistas, coincide en su último informe: “los matan por contar lo que está pasando: la violencia, el crimen organizado y la complicidad oficial, las violaciones a derechos humanos; el despojo de grandes empresas y delincuentes a pueblos y comunidades; el abuso de poder; los casos de corrupción; las devastación de bosques y selvas por mineras y petroleras”.

De 2000 a la fecha registra el asesinato de 118 periodistas y cada año se incrementa en número y la saña. Al asesinato con tres balazos en el vientre a Mario Gómez (séptimo en lo que va de 2018); siguió el de Arturo Porcayo, de Radio y Televisión de Guerrero, en Taxco, con siete tiros, según el reporte judicial.

Le precedían otros en este mismo año: Carlos Domínguez, en Tamaulipas (frente a sus nietos); Pamela Montenegro, en Guerrero (en un centro comercial); Leobardo Vázquez, en Veracruz (al interior de su casa); Juan Carlos Huerta,  en Tabasco (la fiscalía dijo que el ataque no tuvo relación con su labor periodística); José Guadalupe Chan,  en Quintana Roo, (en un bar) y Rubén Pat, (a quemarropa) en el mismo estado.

Mario Leonel tenía ocho años trabajando como corresponsal con El Heraldo de Chiapas, donde cubría información general con notas de política, justicia y hechos sociales y dio seguimiento a diversos actos irregulares entre la clase política local que pelea a muerte cada pedazo de poder (en los últimos dos años hubo seis asesinatos).

En una de sus últimas coberturas, grabó en campaña un supuesto uso de dádivas y regalos para influir en las elecciones. La fiscalía ofrece $17,000 dólares de recompensa por información que lleve al paradero del asesino.