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El huracán María golpeó fuerte a los más débiles en Puerto Rico. Así viven un año después

A un año después del paso del huracán María, así viven estas personas. Sin alimentos, medicamentos ni techo.

NARANJITO, Puerto Rico — Después de que el huracán María azotara Puerto Rico el 20 de septiembre de 2017, miles de puertorriqueños que vivían por debajo de la línea de pobreza fueron llevados al borde de la desesperación, luchando por alimentos, vivienda, y medicinas.

Gilberto Cosme Rodríguez, de 73 años, recibe una pensión mensual de 320 dólares y gasta casi todo en los tratamientos para el asma, que debe tomar 10 veces al día porque solo le funciona un pulmón después de que el otro falló debido a la fibrosis desencadenada. Rodríguez dice que se debe por el uso de químicos cuando laboraba en un trabajo donde fabricaban materiales de construcción.

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 Gilberto Cosme Rodríguez tomando uno de sus 10 tratamientos diarios contra el asma, para ayudarlo a respirar. Solo le funciona un pulmón debido a una fibrosis desencadenada por el uso de químicos cuando trabajaba en construcciones. AP / AP

Gilberto Cosme Rodríguez tomando uno de sus 10 tratamientos diarios contra el asma, para ayudarlo a respirar. Solo le funciona un pulmón debido a una fibrosis desencadenada por el uso de químicos cuando trabajaba en construcciones. Foto: Ramón Espinosa/AP

Su casa en Naranjito, una ciudad de la zona montañosa al centro de la isla al sur de San Juan, aún está cubierta con una lona azul porque la ayuda de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias de Estados Unidos (FEMA, por sus siglas en inglés) no cubrió el costo de arreglar su techo después del paso del huracán.

Sin más ayuda federal, ni dinero que le sobre de su pensión, no ve ninguna posibilidad inmediata de mudarse del único espacio habitable de su casa: un balcón cerrado al que todavía le faltan las ventanas que destruyó María.

Alma Morales Rosario, que padece diabetes y una enfermedad de la sangre, había pedido un préstamo para mejorar su casa antes de que fuera destruida por el huracán, que la dejó sin hogar y endeudada.

Después de María, Rosario alquiló una casa hasta que ya no pudo pagarla con su pensión mensual de 598 dólares. Ahora divide el tiempo entre las casas de su madre y la de su hija en la ciudad montañosa de Morovis.

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In this Sept. 8, 2018 photo, Alma Morales Rosario poses for a portrait between the beams of her home being rebuilt after it was destroyed by Hurricane Maria one year ago in the San Lorenzo neighborhood of Morovis, Puerto Rico. Rosario, who is incapacitated by diabetes and a blood disease, took a loan to upgrade her home before the storm hit, and lost everything. After the storm, Rosario rented a home until she could no longer afford it on her monthly $598 dollar pension and now splits her time living with her mother and daughter. Rosario said she already spent her $7,000 dollars of FEMA aid, and is now using money from a relative, who is also helping her with the labor of rebuilding her home, but says she knows there's not enough money for all the materials. "I hope with God's help to have the house closed on the outside, walls and ceiling in November. But if it's not possible, I'll make a room with the wood I have under the structure and live there until I can finish it. I never thought this was going to happen to me," she said. (AP Photo/Ramon Espinosa)AP / AP

Rosario espera  tener la casa cerrada por fuera, paredes y techo, en noviembre. Foto: Ramón Espinosa/AP

Rosario dijo que ya gastó los 7.000 dólares que recibió de ayuda de la FEMA y que ahora está usando el dinero y otra ayuda de un pariente, para tratar de terminar la reconstrucción de su casa, pero que sabe que no hay suficiente dinero para todos los materiales.

Desde que María apareció, se han duplicado las colas en la ciudad de Manatí, al norte de la isla, para recibir alimentos y otros artículos de primera necesidad entregados por el Ministerio MARC, una organización benéfica sin fines de lucro que ofrece artículos a familias puertorriqueñas.

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In this Sept. 8, 2018 photo, Ramon Alicea Burgos puts his shoes on as he leaves the temporary room he built under his partially re-built home, unfinished for lack of funds, in the mountain town of Barranquitas, Puerto Rico. Burgos lives off $352 a month in welfare and food stamps. A neighbor provides him water. (AP Photo/Ramon Espinosa)AP / AP

Ramon Alicea Burgos en su casa de Barranquitas. Foto: Ramón Espinosa/AP

Ramón Alicea Burgos, un jubilado de 82 años de edad, vive en un espacio provisional hecho de tablas de madera y bloques de hormigón en el antiguo terreno de su casa en la ciudad central de Barranquitas, devastada por el huracán.

Reparó parcialmente la casa con 14.000 dólares que recibió de ayuda de la FEMA, pero dice que los fondos fueron insuficientes debido a un aumento en el precio de los materiales de construcción después de la tormenta.

Burgos vive con 352 dólares al mes en asistencia social y cupones de alimentos. Un vecino le proporciona el agua que necesita. Su casa improvisada, que carece de electricidad, se ilumina por la noche con una linterna. La ropa y las toallas son sostenidas por perchas de plástico que cuelgan de las paredes de los bloques de hormigón.

Burgos dice que es fuerte y que no quiere ir a una casa de retiro para personas mayores, añadiendo que su padre vivió hasta los 106 años. Un médico local le está ayudando a recolectar donaciones de otros médicos y pacientes para ayudarlo a terminar su hogar.