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El acoso sexual a miles de pies de altura

Los ataques sexuales en vuelos comerciales se han incrementado a "una tasa alarmante" según un informe del FBI.

Los ataques sexuales en vuelos comerciales se han incrementado a "una tasa alarmante" según un informe del FBI. Solamente en la última semana de agosto, dos mujeres denunciaron haber sido agredidas cuando viajaban en vuelos separados con destino a la ciudad de Seattle en el estado de Washington.

De acuerdo con datos proporcionados por esta agencia, el número de casos investigados por agresiones sexuales a bordo de vuelos comerciales aumentó de 38 casos en 2014 a 63 en el 2017. Para las autoridades, las cifras son inquietantes porque las víctimas no siempre denuncian el hecho.

"Queremos que el público sepa que estos asaltos son crímenes federales, y serán investigados y enjuiciados de conformidad con la ley", dijo la abogada Annette Hayes en una conferencia de prensa en Seattle.

El FBI tiene jurisdicción sobre los ataques sexuales que ocurren durante el vuelo. Pero las autoridades alientan a las víctimas a denunciar los hechos a la tripulación en la misma aeronave o al menos inmediatamente a un oficial del aeropuerto cuando llegan a su destino. Para Hayes, de esta forma, "los cielos serán más seguros para todos nosotros".

Las agresiones sexuales en los vuelos comerciales pueden ser sancionadas con hasta dos años de prisión de acuerdo con las leyes de EE. UU. Los investigadores consideran que las aerolíneas muchas veces guardan silencio o no manejan el hecho de forma adecuada, por lo que muchos casos quedan sin reportar.

El primer asalto sexual ocurrió en enero en un vuelo de Norwegian Airlines que cubría la ruta desde Londres hacia Seattle. La víctima, de poco más de 20 años, afirmó que pasó varias horas defendiéndose de otro pasajero. Al quedarse dormida, despertó y encontró la mano de su compañero de asiento dentro de su ropa interior tocando su vagina. Babak Rezapour, de 41 años y residente de Van Nuys, California, había colocado la mano de la joven sobre su pene erecto.

Los documentos recogen que Rezapour negó el hecho a pesar de que la joven fue encontrada por la tripulación en la parte trasera del avión y en el suelo. Una prueba de ADN encontró rastros de Rezapour en la ropa interior de la víctima.

El segundo incidente ocurrió en marzo en un vuelo de Alaska Airlines desde Anchorage a Seattle. Una mujer de 22 años estaba sentada junto a la ventanilla con un asiento vacío a su lado. Hacia el pasillo, se encontraba un hombre quien comenzó a hacerle preguntas personales e intentó sostenerle la mano, según documentos de la corte.

Nicholas Matthew Stevens, de 37 años, llegó agarrar reiteradamente los pechos y los muslos de la joven a pesar de ella pedirle en varias ocasiones que se detuviera. Al aterrizar el avión, el agresor fue interrogado por las autoridades, dijo que había estado bebiendo y reconoció haber tocado a una pasajera durante el vuelo, pero que ella también lo había tocado.

La organización Airlines for America (A4A por sus siglas en inglés) y encargada de sugerir medidas para la industria reconoce que las aerolíneas trabajan en crear leyes para enfrentar el incremento de las agresiones sexuales.

"Nuestros miembros toman estos asuntos en serio y no toleran el acoso en ninguna forma. Los empleados reciben una amplia capacitación de servicio al cliente para garantizar la seguridad y el bienestar de todos nuestros pasajeros y tripulantes. Las aerolíneas también tienen procesos y procedimientos bien definidos para que los miembros de la tripulación informen la actividad criminal", dijo Airlines for America en un comunicado.

Sin embargo, expertos en la industria y los sindicatos que representan a las tripulaciones afirman que los procedimientos y normas no son lo suficientemente específicos. La tripulación no tiene autoridad para hacer arrestos y el incidente genera una atmósfera desagradable para todos los integrantes del vuelo tomando en cuenta la distancia del viaje y el reducido espacio de la aeronave.

Los asistentes de vuelo temen que la situación pueda salirse de control a miles de pies de altura. Esto fue lo que ocurrió en un vuelo de Delta Airlines que cubría la ruta desde Seattle a Ámsterdam. En 2016, la directora de estrategia para un programa internacional de cáncer de mujeres con sede en la Universidad de Washington, Allison Dvaladze, al quedarse dormida notó una mano en sus entrepiernas.

"Inmediatamente lo golpeé y comencé a tratar de levantarme del asiento. Me agarró de nuevo. Lo golpeé de nuevo, y la tercera vez, me golpeó cuando intentaba escapar", dijo Dvaladze a ABC7.

Con un ataque de pánico, Dvaladze intentó correr hacia la azafata para buscar protección. Ella intentaba ayudarla, pero notó que la aeromoza no estaba segura de cómo proceder cuando le preguntaron qué quería que hiciera. La ejecutiva fue ubicada en otro asiento. Sin embargo, cuando la aeronave se preparaba para aterrizar le solicitaron que regresara a su asiento original, lo cual rechazó.

Según Dvaladze, la aerolínea no reportó el suceso a las autoridades al llegar a Holanda y el agresor logró escapar. Ella ahora demanda a Delta Air Lines por considerar que la aerolínea parece no tomarse la situación en serio y no ha acordado implantar nuevas políticas para mejorar la respuesta de la tripulación a los reclamos de agresión sexual.

Delta respondió a través de un correo electrónico a ABC7 "sentirse apenada por el suceso descrito por la Sra. Dvaladze. Tomamos muy en serio los reportes de abuso sexual y realizamos revisiones constantes de nuestros procedimientos para garantizar que la seguridad de nuestros clientes siga siendo una prioridad".

Ella reconoció a NBC que "las aerolíneas no siempre pueden evitar que esto suceda... pero pueden crear un elemento de disuasión. Si usted sabe que esto es un delito y se le hará responsable, eso evitará que la gente lo haga"

La Asociación de Asistentes de Vuelo (AFA-CWA por sus siglas en inglés) realizó una encuesta entre auxiliares de vuelo y arrojó que las quejas de los pasajeros por acoso sexual son más comunes de lo que recogen las cifras oficiales y que ellos también se suman a las estadísticas. En 2017, uno de cada tres afirmó haber sufrido acoso sexual verbal por parte de los pasajeros y uno de cada cinco lo sufrió de forma física.

En una encuesta realizada en 2017 por AFA-CWA, el 20 por ciento de los tripulantes de cabina dijeron que habían sido testigos o tomado un informe de una agresión sexual hacia un pasajero. El 86 por ciento dijo que no tenía conocimiento o no estaba "seguro" de cómo responder de acuerdo con las políticas de la aerolínea.

El agente especial a cargo de la oficina del FBI en Seattle, Jay Tabb Jr., considera que el incremento en los casos de agresión sexual puede no representar un aumento en los hechos sino en el empoderamiento de las víctimas a no permanecer calladas o pudiera también ser impulsado por el movimiento "Me Too".

Mary Ellen Stone, directora ejecutiva del Centro de Recursos de Asalto Sexual del condado King, en el estado de Washington, dijo que, nueve meses desde que comenzó el movimiento "Me Too" han visto un aumento drástico en las denuncias. En los últimos ocho meses la cifra se elevó en un 20 por ciento.

Las estadísticas del FBI recogen que los hombres son los agresores y las mujeres o menores no acompañados son las víctimas. Los hechos ocurren con mayor frecuencia en vuelos de larga distancia y nocturnos, cuando la cabina está a oscuras o con poca iluminación.

Una agresión sexual en un vuelo comercial los minutos pueden avanzar a más velocidad que la aeronave. Recopilar información puede ser un gran obstáculo a enfrentar. En ocasiones es imposible entrevistar a potenciales testigos o las pruebas pueden ser destruidas una vez que el avión es alistado para el siguiente vuelo.

El FBI recomienda tomar medidas para evitar ser víctima de acoso sexual. Estar alerta durante todo el vuelo es la primera sugerencia. Consumir alcohol, tomar pastillas para dormir o combinar ambas aumenta el riesgo de ser blanco de una agresión. Reserve un asiento en el pasillo. Las estadísticas muestran que la mayoría de los hechos les ocurren a personas sentadas en el medio o pegadas a la ventanilla. Si envía a un menor no acompañado en un vuelo, solicite un asiento de pasillo cerca de la vista de los asistentes de vuelo.

Si la agresión sexual ha ocurrido, grite y proteste. Asegúrese que los pasajeros más cercanos a usted la han escuchado. Levántese del asiento y pida la presencia de un asistente de vuelo. Solicite que anoten la identidad del atacante. Exija que lo cambien de asiento a usted o al agresor. Pídale a la tripulación que notifique del suceso al piloto. Solicite que la policía acuda al avión inmediatamente después del aterrizaje. Llame usted al 911 al llegar a su destino, así quedará registrado el asalto sexual a las autoridades.

Los legisladores pretenden tomar cartas en el asunto. La Ley de Detención de Asalto mientras se Vuela de 2017 (S.1605 - Stopping Assault while Flying Enforcement Act of 2017) patrocinadas por los senadores demócratas Robert Casey Jr., por Pensilvania, y Patty Murray, por Washington, requerirá que todas las compañías aéreas capaciten a su personal sobre cómo responder a las agresiones sexuales. También, más de 20 senadores instaron a la secretaria de Transporte, Elaine Chao, a establecer un grupo de trabajo para debatir el asalto sexual y el acoso en las aerolíneas, y de esta forma crear un "proceso simplificado para reportar incidentes".

Desde que ocurrió la agresión sexual a Dvaladze ella toma medidas de precaución en cada vuelo. Actualmente ha investigado y hablado abiertamente sobre los ataques sexuales en las aeronaves. Para la ejecutiva, las aerolíneas deberían advertir de las serias consecuencias penales en el mismo instante en que los asistentes de vuelos explican cómo usar las salidas de emergencias y las mascarillas de oxígeno.