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“Pensé que iba morir”. Estudiante denuncia tortura en Nicaragua a manos de fuerzas pro gobierno

En entrevista con Noticias Telemundo Investiga, el estudiante Marco Novoa asegura haber sido violado, golpeado, electrocutado y amenazado de muerte por ocho días a mano de fuerzas pro gobierno.
/ Source: TELEMUNDO

El 19 de abril no solo cambió la historia de Nicaragua, sino también la vida de Marco Novoa. Este estudiante nicaragüense de 25 años cuenta que decidió involucrarse en las manifestaciones de protesta contra el gobierno de Daniel Ortega después de ver unos hombres encapuchados atacaban a una anciana hasta “dejarla desangrada”.

Unas semanas después, Novoa se convertiría también en víctima de la represión. En una entrevista con NOTICIAS TELEMUNDO INVESTIGA, asegura haber sido violado, golpeado, electrocutado, amenazado de muerte, y waterboarded (simulación de ahogamiento), por ocho días a mano de fuerzas pro gobierno tras haberse involucrado con la resistencia estudiantil.

“Me enchufaban con electricidad todos los días (…) en los genitales, y en el pecho y en todos lados”, dijo Novoa, ahora en libertad. “Sentí que se me iba salir el corazón”. 

Nicaragua está sumergida en una crisis sociopolítica en medio de protestas que comenzaron en abril contra Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, tras unas fallidas reformas a la seguridad social que se han convertido en una exigencia de renuncia al mandatorio que lleva once años en el poder. Por su parte, miembros de la Conferencia Episcopal de Nicaragua se presentaron como mediadores de una mesa de diálogo entre el Gobierno y la Alianza Cívica. La comunidad internacional ha pedido en los últimos días que regresen a la mesa para encontrar una salida a la crisis. 

Según la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), la represión de las manifestaciones ha dejado al menos 264 muertos. El organismo también denuncia en un informe "asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, malos tratos, posibles actos de tortura y detenciones arbitrarias cometidos en contra de la población mayoritariamente joven del país".

Entre los torturados, está Novoa.

El 24 de mayo, el joven iba a reencontrarse con un viejo amigo en las afueras de Managua cuando fue sorprendido por quienes dice eran fuerzas pro gobierno. Novoa asegura que fue llevado a otro lugar y encerrado por quienes parecían policías en una celda oscura, que olía a orín, y desde escuchó “los gritos de una chavala que estaban violando”.

Él también fue víctima de esa misma violencia.

“Me metieron un mortero en el ano y me patearon el mortero adentro hasta que yo sangraba”, dijo Novoa. “Eso fue lo que me dolió más, eso fue lo que me hizo quebrar totalmente.”

Además, le “apuntaron a los testículos” para “jugar la ruleta rusa”, que implica poner una bala dentro de una pistola y rotar el cilindro al azar .

Pensé que iba a morir con cada click que hacía”, dijo Novoa.

Entre tanto, su familia lo buscaba desesperadamente. Medios locales reportaron que lo buscaron en la cárcel militar de El Chipote y centros médicos sin recibir información.

“Lo que tenía más miedo es que mi cuerpo no llegara a los brazos de mi madre y a los brazos de mi padre”, cuenta Novoa.  

Según su relato, durante los ocho días de tortura le obligaron a grabar videos con un libreto escrito que inculpaba a los estudiantes, y a miembros de la oposición como el académico Félix Madariaga. También le pidieron información sobre los bastiones estudiantiles de la oposición:

“Tenia que hacer un mapa de la UNAN (Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua) y de la UPOLI (Universidad Politécnica de Nicaragua)”, ambos puntos claves del movimiento estudiantil que reta al orteguismo. Novoa asegura haberles mentido a los custodios sobre la información que le pidieron de sus compañeros de lucha.

Cree que pudo sobrevivir y que hoy está en libertad gracias a su doble nacionalidad nicaragüense-estadounidense. Ha tenido que huir a los Estados Unidos y asegura tener “problemas psicológicos, en los pies, y en los genitales” pero insiste en que tortura no logró quebrar su espíritu.

“Me quitaron mi dignidad, mi humanidad, pero mi corazón está más fuerte que antes”, afirma. “Mi misión es contar mi historia y ser la voz de las personas que están en mi situación”.