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La dura tarea de rastrear a un niño migrante que ha sido separado de su madre

NBC News pudo rastrear un número de teléfono y encontrar la ubicación probable de un niño separado de su familia. No es tan fácil para su abuela en Honduras y su madre en Estados Unidos.

En su casa de bloques de cemento en un camino de tierra que atraviesa las verdes colinas de Honduras, María Mancía, de 78 años, está sentada en una mecedora de metal y sostiene una foto de su hija y su nieto.

“Me duele el alma -confiesa-. Estoy desconsolada, porque ellos son mi sangre”.

“Las madres de los niños están sufriendo -agrega-. Y otra persona sufre, las madres de las madres que están allí”.

Los agentes fronterizos de Estados Unidos separaron a la hija de Mancía, Iris, de su hijo de seis años, Ederson, un día después de que cruzaran el Río Grande y entraran ilegalmente al país.

Desde que hace 22 días Iris y Ederson salieron de su hogar en medio de los campos de café del noroeste de Honduras, relata Mancía, ha estado desesperada por saber noticias de ellos. Al igual que miles de otros migrantes centroamericanos, los suyos parecían haber desaparecido en un intrincado sistema de detención.

“Me gustaría tenerlos aquí, abrazarlos, hablar con ellos”, dice.

Iris Mancía y su hijo Ederson, quien sigue detenido por las autoridades estadounidenses. Foto: Facebook.

El caso de Mancía es emblemático de lo difícil que es reunir a padres y niños migrantes una vez que han sido separados, y lo difícil que puede ser simplemente averiguar dónde están detenidos.

Para las familias que viven en la pobreza en América Central, con acceso limitado a abogados, teléfonos e Internet, puede ser casi imposible acceder a información sobre sus seres queridos detenidos.

La política de "cero tolerancia" de Donald Trump ha llevado a la separación de más de 2,300 niños de sus padres. La mayoría de estos huía de la violencia y las dificultades económicas en países como Honduras, El Salvador y Guatemala.

La semana pasada, Trump firmó una orden ejecutiva que pone fin a tales separaciones. Esta semana, el Departamento de Seguridad Nacional anunció que unos 522 de esos niños ya se habían reunido con sus padres. En un comunicado de prensa conjunto, los Departamentos de Seguridad Nacional y de Salud y Servicios Humanos dijeron que el gobierno “conoce la ubicación de todos los niños bajo su custodia y está trabajando para reunirlos con sus familias”.

Pero esta labor puede que no sea tan rápida. Un número desconocido de padres ya han sido deportados sin sus hijos. Donde sea que vivan o estén detenidos los menores, puede ser difícil para los padres y las familias conectarse con un trabajador social de la línea directa federal para reunificar a las familias.

Además, los padres tendrían que trabajar con los consulados y los miembros de la familia que se encuentran en sus hogares para presentar documentos de identificación que demuestren que son sus padres legítimos.

“Cuando [la separación] se implementó, no había ningún plan”, asegura Rubén García, director ejecutivo de Annunciation House, una organización sin fines de lucro radicada en El Paso que ayuda a los solicitantes de asilo y los refugiados. “Ahora que la política se ha terminado y que tenemos a todos estos niños que debemos recuperar, podemos ver que realmente [las autoridades] no están listas ni preparadas para hacerlo".

Ederson, el nieto de Mancía, fue separado de su madre, Iris, el 15 de junio, justo el día en que cumplía seis años. La señora ha hablado con él solo una vez por teléfono desde que fue separado de Iris. Él le dijo que estaba en un lugar llamado Arizona, pero que no podía contarle nada más que eso.

Ederson, el hijo de Iris Mancía, quien todavía no le ha sido devuelto a su madre tras cruzar la frontera entre México y EEUU. Foto: Facebook

“Estaba llorando -recuerda-. Me dijo: 'Mi madre, creo que está en la cárcel'. Y yo le respondí 'No, no, tu madre está en otra casa, y luego estará contigo'”.

Mancía lloró cuando recordó el sonido de la angustia de su nieto, y lo impotente que se sentía.

“No pude hablar mucho con él -lamenta-, o consolarlo”.

Puesto que Iris tuvo pocas oportunidades de hacer una vida decente para ella y su hijo en Honduras, dice Mancía, ella tuvo que tomar una decisión desgarradora. Dejar a su hijo atrás, o arriesgarse con él hacia un destino desconocido y en un nuevo país. Mancía recuerda que Iris le dijo: “No puedo dejarlo aquí para que tú lo cuides".

“Creo que buscar una vida donde puedas tener pan todos los días no es un pecado -enfatiza-. Es un derecho de todos”.

El viernes 22 de junio, un asistente social llamó a un amigo de la familia Mancía en Estados Unidos y le dijo que Ederson estaba bien. NBC News rastreó ese número del teléfono y lo ubicó en una dirección en Phoenix asociada con Southwest Key, uno de los más grandes contratistas del país dedicados a albergar a menores no acompañados.

HHS, la agencia federal que supervisa los refugios para niños no acompañados, no respondió a las solicitudes de NBC sobre Ederson. Un representante de Southwest Key se negó a confirmar o a denegar si la empresa tenía al niño en una de sus instalaciones, y nos remitió a la línea directa que se les da a los padres separados de sus hijos.

Al igual que muchos otros padres migrantes separados de sus hijos, la hija de Mancía, Iris, ha pasado por diferentes etapas, desde centros de detención mantenidos por la Patrulla Fronteriza hasta una celda en la cárcel del condado de El Paso, donde cientos de detenidos bajo custodia de los Marshals son detenidos; la mayoría de ellos enfrenta cargos relacionados con inmigración.

Esta semana, después de la orden ejecutiva de Trump, el Distrito Oeste de Texas anunció que retiraría los cargos criminales contra la mayoría de los padres que habían sido acusados ​​de entrar o de volver a ingresar ilegalmente al país.

Iris fue uno de los padres cuyo caso fue archivado. Pero Mancía aún no ha podido hablar con ella.

“Lo que [el presidente] está haciendo, encerrar a los niños como si fueran nada más que animales… -dice Mancía-. Y no lo son. Son personas. Es difícil, es difícil saber que están encerrados, que no son libres allí. Y que yo no pueda verlos ni hablar con ellos”.

El sábado, Rubén García, director ejecutivo de Annunciation House, vio cómo un gran autobús blanco adornado con el emblema del Departamento de Seguridad Nacional se detenía frente a un grupo de reporteros y voluntarios.

Adentro estaban 32 hombres y mujeres que habían sido separados de sus hijos, pero a los que se les retiraron los cargos criminales. Ahora, después de haber sido procesados por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, los padres podrán permanecer en el país mientras avanzan sus procedimientos de inmigración, un trámite que podría llevar semanas, meses o años.

Más de la mitad de estos padres, como Iris, habían estado detenidos en la cárcel del condado de El Paso.

Vince Pérez, comisionado del condado de El Paso, y cuyo distrito incluye a Tornillo, la llamada ciudad de las carpas donde están detenidos más de 300 niños, ha criticado duramente el uso de la cárcel para detener a inmigrantes detenidos. “Privar a los refugiados de sus hijos como una cuestión de política es vil y no debemos aprobar o facilitar esta práctica", dijo.

Taylor Levy, coordinador legal de Annunciation House, dijo que el personal haría todo lo posible por ayudar a los padres a encontrar a sus hijos.

“Sabemos que esta va a ser la primera pregunta que todos estos padres harán -dijo Levy-. Todos están realmente preocupados por sus hijos".

Pero, dice, no existe una “vara mágica”.

"Cuando te arresta, por ejemplo, la Patrulla Fronteriza, te dan un recibo por todo lo que te quitaron -apunta Levy-. Podría ser tu rosario, tu identificación, tus 2.50 dólares, y tú lo firmas. Hay copias y recibos. Pero a los padres no les dan nada semejante cuando les quitan a sus hijos".

Aquellos hombres y las mujeres con el rostro cansado bajaron del autobús y caminaron en fila india antes de recibir el abrazo y la bendición de los voluntarios. Luego ingresaron al refugio de Annunciation House. "Bienvenido", les dijo un voluntario.

En este grupo, con una brillante camisa fucsia, estaba Iris. Ya no estaba encadenada, pero aún estaba en el limbo, y sin su hijo. Cuando un reportero de NBC News la llamó por su nombre, volvió la cabeza, sonrió y dijo: "Hola".

“¿Cómo se va a sentir una madre -se preguntó Mancía-, sabiendo que su hijo está separado de la única persona que sabe cómo duerme, cómo come y cómo debe cuidarlo?”