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Feminicidios: Mujeres asesinadas y enterradas en estadísticas

Si estás en México y te van a matar, lo más probable es que seas hombre. De cada 10 víctimas de homicidios en el país, sólo una es mujer. Eso según la estadística oficial, claro. El problema a veces es ése: que en las estadísticas oficiales, a los hombres les matan, mientras que las mujeres se mueren.
/ Source: TELEMUNDO

Si estás en México y te van a matar, lo más probable es que seas hombre. De cada 10 víctimas de homicidios en el país, sólo una es mujer. Eso según la estadística oficial, claro. El problema a veces es ése: que en las estadísticas oficiales, a los hombres les matan, mientras que las mujeres se mueren.Eso le ocurrió a Lesvy Berlín Rivera Osorio. Se murió. En concreto, se suicidó, según la Procuraduría de la Ciudad de México. Fue un suicidio peculiar: esta estudiante universitaria de 22 años se ahorcó con un cable dentro de una cabina telefónica demasiado estrecha como para poder ahorcarse en ella. Y lo hizo sólo minutos después de que una cámara de vigilancia grabara a su novio, Jorge Luis González, de 29 años, golpeándola a pocos metros de distancia.Eso fue el pasado 3 de mayo. El 22 de octubre, es decir, casi medio año después, el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México ordenó tramitar su muerte como homicidio. Medio año puede parecer mucho tiempo, pero no es tanto si se tiene en cuenta cómo reaccionó la Procuraduría inmediatamente después del crimen: culpó públicamente a la víctima de ser “alcohólica y mala estudiante”, y de estar “drogándose con unos amigos” la noche en la que la muerte le sobrevino. “Se había ido de casa y vivía en concubinato con su novio”, añadió la Procuraduría. ¿Cómo tiene que ser asesinada una mujer en México para que las instituciones e incluso la sociedad admita que efectivamente fue asesinada? La teoría es sencilla: “Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género”, estipula el Código Penal Federal desde  junio de 2012. Razones de género significa que la víctima fue acosada, secuestrada o violada (antes o después de su muerte), o que el asesino tenía una relación sentimental, afectiva o de confianza con ella.A eso se le llama feminicidio: no te matan por una disputa de tráfico o por ser bombera o vendedora de tamales, sino por motivos relacionados intrínsecamente con el hecho de ser mujer.MIRA EL REPORTAJE COMPLETO HACIENDO CLIC AQUÍ ¿Cuántos feminicidios se producen cada año en México? La Procuraduría de Justicia estatal sólo empezó a llevar la cuenta a partir de 2013. Ese año murieron asesinadas 2.648 mujeres; sólo 238 casos se investigaron como feminicidio (el 9%). La situación no ha cambiado mucho desde entonces: en 2015, el último año con cifras, se produjeron 2.383 asesinatos de mujeres; de ellos, 323 fueron investigados como feminicidios (el 14%).El estado de Jalisco, junto a la Ciudad de México, encabezaba esa estadística, con 51 delitos registrados. Lo que no significa 51 sentencias o 51 culpables en la cárcel. Allí fue donde Imelda Josefina Virgen Rodríguez, una profesora de la Universidad de Guadalajara de 40 años, encontró la muerte el 29 de septiembre de 2012. Cinco años después, su caso aún está en los tribunales, pero la sentencia podría ser histórica.“Llorando me dijo que ya no aguantaba, que ya se quería separar, pero no sabía qué hacer con sus perros. Tenía ocho perros que había rescatado y los quería mucho, no quería irse de la casa sin ellos”, explica Sofía Virgen, hermana de Imelda, a la organización Mexicanos contra la Corrupción. “Finalmente se separó y eso fue lo que llevó a esto”. A primera hora del sábado, la policía de Tlaquepaque recibió el aviso de que un hombre y una mujer habían sido atacados por desconocidos para robarles el carro. La mujer era Imelda Virgen: la encontraron muerta. Gilberto Enrique Vázquez Cortés, de 44 años, tenía marcas de golpes: denunció que, cuando estaban parados en un semáforo, dos individuos les secuestraron, les llevaron a una zona industrial, violaron a Virgen y la mataron. Luego huyeron en el carro del matrimonio, que, tras ocho años juntos, había dejado de serlo tres meses atrás.El vehículo fue parte del pago. Sergio Fabián Montes y David Calzada Ceja mataron a Imelda a cambio de ese carro recién comprado y de 50.000 pesos. Horas después del crimen, el marido confesó que fue él quien arregló todo, pero no fue hasta casi cinco años después que hubo condena: 50 años para Vázquez Cortés y para cada uno de los asesinos. “Los procesos dilatorios parecen existir para que la fatiga de las víctimas llegue antes que la justicia, el acceso a la justicia no debería ser una prueba de resistencia”, indicó Sofía al diario El Norte.Los condenados recurrieron al Supremo Tribunal de Justicia para rebajar sus penas, y la sentencia debería conocerse pronto. La familia de la víctima recurrió también, sobre todo, para que se reconociera que el crimen fue un feminicidio, y se dicten medidas de prevención y mejor acceso a la justicia. “El trato que tuvimos en el juzgado penal fue indolente, insensible”, asegura la abogada Alejandra Cartagena López. Denuncia además las dilaciones del proceso, que causó “desgaste físico, psicológico y económico” a la familia, según informa la Universidad de Guadalajara.El Estado mexicano ha reconocido que “la cultura de discriminación de la mujer” contribuye a que sus muertes no sean tomadas tan en serio como se debería, hasta el punto de que puedan ser “pasadas por alto” ante la “indiferencia” de policías y procuradores. O incluso de que se culpe a la víctima del crimen “por su presunta falta de moralidad” (como le sucedió a Lesvy Berlín Rivera Osorio). El resultado en muchos casos es la falta de esclarecimiento de los crímenes, es decir, la  impunidad, según consta en la sentencia emitida en 2009 contra el Estado mexicano por la Corte Iberoamericana de Derechos Humanos, tras la muerte de tres jóvenes (dos de ellas, menores de edad) en Ciudad Juárez en 2001.La Comisión Interamericana de Derechos Humanos también ha denunciado “que las autoridades encargadas de las investigaciones de incidentes de violencia contra las mujeres no efectúan su labor de manera competente e imparcial y que esta falla impacta la eventual sanción de los casos”. Y ha detectado “parcialidades y sesgos de género en las actuaciones de los fiscales e investigadores”.Un ejemplo: en 2014 se denunciaron 12.638 violaciones, según informa Naciones Unidas a partir de estadísticas judiciales. Pero hubo sólo 1.283 condenas. “Es la expresión más gráfica de la impunidad”, señala la ONU, “las mujeres además de no tener garantizada una vida libre de este tipo de violencia, tampoco tienen acceso a la justicia ni a la reparación del daño”.A Mara Fernanda Castilla la violaron, pero no tuvo tiempo para denunciar: su cadáver fue hallado el 15 de septiembre, una semana después de desaparecer cuando volvía a casa en taxi. Castilla tenía 22 años y era estudiante en el estado de Puebla. El conductor del taxi, Ricardo N., ha sido detenido, según informó la Fiscalía estatal. También se ha arrestado a José Jesús N. Y Gerardo Iván N., en este caso por el asesinato de Mariana Fuentes Soto, otra estudiante universitaria, de 20 años, que recibió un tiro en la cabeza en Puebla el 30 de septiembre mientras se dirigía a casa de una amiga.Mara Castilla y Mariana Fuentes murieron en un intervalo de apenas dos semanas. Según el Observatorio Ciudadano de Derechos Sexuales y Reproductivos, otra mujer, identificada como Diana F., podría haber sido asesinada por su ex pareja en esas mismas fechas en un bar de la colonia Huexotitla.Esta acumulación de casos sería extremadamente inusual si hubiera que creer las estadísticas oficiales. En 2013, de acuerdo con la Procuraduría de Justicia estatal, se registraron 238 feminicidios en todo el país pero cero de ellos en el estado de Puebla. En 2014 fueron 277 en todo el país y cero en Puebla. En 2015, 323 en todo el país y, en efecto, cero en Puebla. Las mujeres no sólo mueren en silencio, sin ni siquiera dar guerra en las estadísticas oficiales. A veces su muerte es invisible: no fallecen sino que desaparecen. En México, desaparecer es cosa de mujeres. Y en especial de mujeres jóvenes y delgadas. Porque, en ocasiones, las estadísticas, sean o no completamente sinceras, sí dibujan realidades obscenas. México tiene un registro de personas desaparecidas elaborado a partir de las denuncias realizadas desde 2014 a nivel federal y desde 2006 a nivel estatal. En realidad son dos bases de datos diferentes, y no tienen el mismo nivel de detalle, pero del análisis conjunto realizado por Noticias Telemundo se pueden obtener conclusiones interesantes.Hay 8.677 mujeres registradas como desaparecidas, algunas de ellas desde hace décadas. Sólo en 2015, por ejemplo, se vio por última vez a 1.187 mujeres. Ese año murieron asesinadas 2.383 mujeres: es decir, por cada dos mujeres que murieron, una, sencillamente, desapareció.Mujeres y hombres no se desvanecen de la misma forma ni en los mismos lugares. La primera diferencia que salta a la vista es la edad: la franja de edad con más hombres desaparecidos oscila entre los 26 y los 30 años; prácticamente uno de cada seis tenía esa edad cuando se le perdió el rastro, teniendo en cuenta que no de todos se conoce la edad pero sí de la gran mayoría. En las mujeres, sin embargo, va de los 13 a los 17 años: una de cada tres desaparecidas tenía esa edad. De hecho, la mitad de las desaparecidas tenía entre 13 y 22 años.  La geografía del terror también distingue por sexos: en general, el epicentro de las desapariciones es el estado de Tamaulipas, y en especial los municipios de Matamoros, Nuevo Laredo y Reynosa, que encabezan el listado junto a Culiacán, en Sinaloa, y Ciudad Juárez. “El número de secuestros en Tamaulipas está entre los más altos de México”, advierte el Gobierno estadounidense, y las fuerzas de seguridad locales y municipales son allí prácticamente inexistentes.Esos cinco municipios mencionados son donde más desapariciones en total se producen, y también donde más hombres desaparecen. Sin embargo, las mujeres tienen su propio infierno: Puebla. De las 827 personas desaparecidas allí, más de la mitad, 431, son mujeres. Más de la mitad es una proporción muy significativa cuando en todo el país desaparecen tres veces más hombres que mujeres. Algo similar ocurre en Toluca (221 de los 385 desaparecidos son mujeres), Nezahualcóyotl (191 de 355) y Ecatepec de Morelos (178 de 349). En estas tres localidades, en la órbita cercana de la Ciudad de México, hay declarada una alerta de género por parte de las autoridades desde 2015 “para garantizar la seguridad de mujeres y niñas”. En Puebla, no (tampoco el Gobierno estadounidense tiene aviso alguno en vigor en ese municipio).En Puebla, ser mujer es extremadamente peligroso. La mitad de ellas sufre la reacción violenta de su pareja cuando se enoja, según la encuesta sobre dinámicas de hogares de 2016. Una de cada tres recibe gritos, insultos o amenazas de agresión.  A una de cada 10, la golpean físicamente. Pero esa cifras, por terribles que parezcan, responden a la media nacional de México. En la calle, la sensación de inseguridad de las mujeres es incluso inferior a la media nacional, y está muy por debajo de otros lugares como la capital, según la encuesta de seguridad pública de 2017. “Las desapariciones de mujeres [en Puebla] a menudo están vinculadas con otras formas de violencia de género, como la violencia sexual, la trata o los feminicidios”, indicó la ONU en un comunicado en septiembre. Según su informe sobre la trata de personas en México de 2014,  sin embargo, Puebla no figura entre los focos más preocupantes en este tipo de delitos. Es cierto que se incluye un dato profusamente citado: cuatro de cada 10 mujeres mexicanas víctimas de trata de personas en Estados Unidos proviene de Puebla, pero esa cifra proviene de un estudio realizado en 2012 en Nueva York con una muestra de 37 mujeres.Y, además, ¿un secuestro por trata de personas es una desaparición? No, o al menos no siempre. Silvia Stephany Sánchez, apodada Fanny, no figura en esta estadística de mujeres desaparecidas, según contó su madre a Data Cívica. Tenía 15 años cuando presuntamente fue secuestrada en el estado de Coahuilay entregada a un cartel de narcotraficantes. Ése fue el motivo, según narra la mujer, para que fuera excluida del registro de desaparecidos.  En México hay mil formas diferentes de perder la vida aun sin perderla, y las estadísticas las más de las veces son sólo un intento inexacto de llevar la cuenta.Para humanizarlas, Data Cívica ha puesto nombre a lo que sólo son números, renglones, en fin, estadísticas. Han detectado fallos: en las cifras oficiales hay personas que figuran como desaparecidas cuando ya fueron halladas, muertas, y otras que, como Fanny, no se contabilizan pese a no estar. Pero, aun así, ha logrado nombrar a la mayoría de ellas: 8.477 mujeres y 23.800 hombres.De las 431 mujeres desaparecidas en Puebla, 430 tiene ya nombre.Son Amairani Hernández Benítez, que desapareció el 1 de septiembre de 2016. Tenía 16 años y pecas en el rostro. Son Gabriela Zaragoza Pineda, desaparecida el 2 de febrero de 2017, de 16 años y con un tatuaje en el brazo derecho en el que se leía: “Mi padre y mi madre son mis ángeles”. Son Daniela Resendiz Magana, que desapareció el 2 de mayo de 2017, con 15 años, un hoyuelo en la mejilla izquierda y un lunar junto al labio.Son Diana, Mayte, María de Jesús, Paola, Verónica, María, Fernanda, Samira, Wendy, Beatriz… Así hasta 431. Queda una sin nombre. Mañana podría ser su esposa. O su hija.