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Una brutal explosión, y luego un largo silencio. Las vidas cruzadas de dos inmigrantes

Este hombre pasará su vida en prisión por un atentado. Trump lo utilizó para atacar a los inmigrantes. Pero su víctima también es inmigrante. Hoy le miró a los ojos y habló.
Pauline Nelson habla frente Ahmad Khan Rahimi en un dibujo de lo sucedido este martes en la corte.
Pauline Nelson habla frente Ahmad Khan Rahimi en un dibujo de lo sucedido este martes en la corte. AP / AP

Ahmad Khan Rahimi, de 29 años, ha sido condenado este martes a pasar el resto de su vida en prisión por haber colocado el artefacto explosivo que hirió a 30 personas el 17 de septiembre de 2016 en el barrio neoyorquino de Chelsea.

Donald Trump, que entonces era candidato republicano a la Casa Blanca, aseguró tras el atentado: “Esto sólo va a ir a peor. Hay que evitar que entren al país”. Rahimi nació en Afganistán, pero llevaba la mayor parte de su vida en Estados Unidos, y había obtenido la ciudadanía. Por entonces, Barack Obama era aún presidente y la conversación sobre inmigración era muy diferente; la prensa no se centró, por ejemplo, en cómo había conseguido Rahimi la nacionalidad.

Con Trump en la Casa Blanca, el discurso político sobre inmigración se ha endurecido.

El 31 de octubre, un terrorista acabó con la vida de ocho personas en Nueva York; el acusado, Sayfullo Saipov, de 29 años, había llegado al país gracias a la lotería de diversidad en  2010. “Tenemos que ser MUCHO más duros (y listos)”, señaló Trump, utilizando este ataque para impulsar una reforma migratoria que eliminara la lotería de diversidad.

El 11 de diciembre, otro terrorista hirió a tres personas en el metro de Nueva York. El sospechoso, Akayed Ullah, de 27 años, era originario de Bangladesh y había entrado al país gracias a un visado de reunificación familiar, esponsorizado por un tío que llegó a su vez con la lotería de diversidad. La Casa Blanca utilizó el atentado para atacar estos dos sistemas de migración.

Durante su juicio,  Rahimi se ha querido dibujar como una víctima, un niño que llegó al país con siete años sin odiar a nadie, y que sin embargo fue perseguido por las fuerzas del orden por el hecho de ser musulmán. Una vez el juez, Richard M. Berman, emitió su sentencia, varias de las víctimas del atentado fueron invitadas a dar su testimonio en el estrado.

Entre ellas habló Pauline Nelson, de 48 años, que fue hospitalizada después de que la explosión afectara al coche que estaba conduciendo. A pocos pies del terrorista, Nelson le miró a los ojos y le espetó: “En ningún momento te has disculpado ante nadie en esta corte”. Él la devolvió la mirada en silencio. “No te arrepiente de lo que has hecho”, le dijo.

Nelson también es inmigrante, originaria de Trinidad.